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【使徒行传】第16章
日期:2016-11-03 17:05  点击:662


 Chapter 16
1 DESPUÉS llegó á Derbe, y á Listra: y he aquí, estaba allí un discípulo llamado Timoteo, hijo
de una mujer Judía fiel, mas de padre Griego.
2 De éste daban buen testimonio los hermanos que
estaban en Listra y en Iconio.
3 Este quiso Pablo que fuese con él; y tomándole, le circuncidó por
causa de los Judíos que estaban en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era Griego.
4 Y como pasaban por las ciudades, les daban que guardasen los decretos que habían sido
determinados por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalem.
5 Así que, las iglesias eran
confirmadas en fe, y eran aumentadas en número cada día.
6 Y pasando á Phrygia y la provincia
de Galacia, les fué prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia.
7 Y como vinieron á
Misia, tentaron de ir á Bithynia; mas el Espíritu no les dejó.
8 Y pasando á Misia, descendieron á
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Troas.
9 Y fué mostrada á Pablo de noche una visión: Un varón Macedonio se puso delante,
rogándole, y diciendo: Pasa á Macedonia, y ayúdanos.
10 Y como vió la visión, luego procuramos
partir á Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.
11 Partidos pues de Troas, vinimos camino derecho á Samotracia, y el día siguiente á Neápolis;  12 Y
de allí á Filipos, que es la primera ciudad de la parte de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en
aquella ciudad algunos días.
13 Y un día de sábado salimos de la puerta junto al río, donde solía ser
la oración; y sentándonos, hablamos á las mujeres que se habían juntado.
14 Entonces una mujer
llamada Lidia, que vendía púrpura en la ciudad de Tiatira, temerosa de Dios, estaba oyendo; el
corazón de la cual abrió el Señor para que estuviese atenta á lo que Pablo decía.
15 Y cuando fué
bautizada, y su familia, nos rogó, diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en
mi casa, y posad: y constriñónos.
16 Y aconteció, que yendo nosotros á la oración, una muchacha
que tenía espíritu pitónico, nos salió al encuentro, la cual daba grande ganancia á sus amos
adivinando.
17 Esta, siguiendo á Pablo y á nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos
del Dios Alto, los cuales os anuncian el camino de salud.
18 Y esto hacía por muchos días; mas
desagradando á Pablo, se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas
de ella. Y salió en la misma hora.
19 Y viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia,
prendieron á Pablo y á Silas, y los trajeron al foro, al magistrado;
20 Y presentándolos á los
magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo Judíos, alborotan nuestra ciudad,
21 Y predican ritos,
los cuales no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos Romanos.
22 Y agolpóse el pueblo contra
ellos: y los magistrados rompiéndoles sus ropas, les mandaron azotar con varas.
23 Y después que
los hubieron herido de muchos azotes, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los
guardase con diligencia:
24 El cual, recibido este mandamiento, los metió en la cárcel de más adentro;
y les apretó los pies en el cepo.
25 Mas á media noche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos á
Dios: y los que estaban presos los oían.
26 Entonces fué hecho de repente un gran terremoto, de tal
manera que los cimientos de la cárcel se movían; y luego todas las puertas se abrieron, y las prisiones
de todos soltaron.
27 Y despertado el carcelero, como vió abiertas las puertas de la cárcel, sacando
la espada se quería matar, pensando que los presos se habían huído.
28 Mas Pablo clamó á gran voz,
diciendo: No te hagas ningún mal; que todos estamos aquí.
29 El entonces pidiendo luz, entró dentro,
y temblando, derribóse á los pies de Pablo y de Silas;
30 Y sacándolos fuera, le dice: Señores, ¿qué
es menester que yo haga para ser salvo?
31 Y ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás
salvo tú, y tu casa.
32 Y le hablaron la palabra del Señor, y á todos los que estan en su casa.  33 Y
tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó los azotes; y se bautizó luego él, y todos
los suyos.
34 Y llevándolos á su casa, les puso la mesa: y se gozó de que con toda su casa había
creído á Dios.
35 Y como fué, día, los magistrados enviaron los alguaciles, diciendo: Deja ir á
aquellos hombres.
36 Y el carcelero hizo saber estas palabras á Pablo: Los magistrados han enviado
á decir que seás sueltos: así que ahora salid, é id en paz.
37 Entonces Pablo les dijo: Azotados
públicamente sin ser condenados, siendo hombres Romanos, nos echaron en la cárcel; y ¿ahora
nos echan encubiertamente? No, de cierto, sino vengan ellos y sáquennos.
38 Y los alguaciles
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volvieron á decir á los magistrados estas palabras: y tuvieron miedo, oído que eran Romanos.
39 Y
viniendo, les rogaron; y sacándolos, les pidieron que se saliesen de la ciudad.
40 Entonces salidos
de la cárcel, entraron en casa de Lidia; y habiendo visto á los hermanos, los consolaron, y se salieron.

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