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水井与钟摆 11(西英双语)
日期:2011-06-30 20:58  点击:342

水井与钟摆 11(西英双语)

原文:

  Con frecuencia tiene el hombre pensamientos así, que nunca se completan. Me di cuenta de que se trataba de un pensamiento de alegría, de esperanza, pero comprendí también que había muerto al nacer. Me esforcé inútilmente en completarlo, en recobrarlo. Mis largos sufrimientos habían aniquilado casi por completo las ordinarias facultades de mi espíritu. Yo era un imbécil, un idiota.

  La oscilación del péndulo se efectuaba en un plano que formaba ángulo recto con mi cuerpo. Vi que la cuchilla había sido dispuesta de modo que atravesara la región del corazón. Rasgaría la tela de mi traje, volvería luego y repetiría la operación una y otra vez. A pesar de la gran dimensión de la curva recorrida-unos treinta pies, más o menos-y la silbante energía de su descenso, que incluso hubiera podido cortar aquellas murallas de hierro, todo cuanto podía hacer, en resumen, y durante algunos minutos, era rasgar mi traje. Y en este pensamiento me detuve. No me atrevía a ir más allá de él. Insistí sobre él con una sostenida atención, como si con esta insistencia hubiera podido parar allí el descenso de la cuchilla.Empecé a pensar en el sonido que produciría ésta al pasar sobre mi traje, y en la extraña y penetrante sensación que produce el roce de la tela sobre los nervios. Pensé en todas esas cosas, hasta que los dientes me rechinaron.

  Más bajo, más bajo aún. Deslizábase cada vez más bajo. Yo hallaba un placer frenético en comparar su velocidad de arriba abajo con su velocidad lateral. Ahora, hacia la derecha; ahora, hacia la izquierda. Después se iba lejos, lejos, y volvía luego, con el chillido de un alma condenada, hasta mi corazón con el andar furtivo del tigre. Yo aullaba y reía alternativamente, según me dominase una u otra idea.Más bajo, invariablemente, inexorablemente más bajo. Movíase a tres pulgadas de mi pecho.

  英译:

  -- man has many such which are never completed. I felt that it was of joy -- of hope; but felt also that it had perished in its formation. In vain I struggled to perfect -- to regain it. Long suffering had nearly annihilated all my ordinary powers of mind. I was an imbecile -- an idiot.

  The vibration of the pendulum was at right angles to my length. I saw that the crescent was designed to cross the region of the heart. It would fray the serge of my robe -- it would return and repeat its operations -- again -- and again. Notwithstanding terrifically wide sweep (some thirty feet or more) and the its hissing vigor of its descent, sufficient to sunder these very walls of iron, still the fraying of my robe would be all that, for several minutes, it would accomplish. And at this thought I paused. I dared not go farther than this reflection. I dwelt upon it with a pertinacity of attention -- as if, in so dwelling, I could arrest here the descent of the steel. I forced myself to ponder upon the sound of the crescent as it should pass across the garment -- upon the peculiar thrilling sensation which the friction of cloth produces on the nerves. I pondered upon all this frivolity until my teeth were on edge.

  Down -- steadily down it crept. I took a frenzied pleasure in contrasting its downward with its lateral velocity. To the right -- to the left -- far and wide -- with the shriek of a damned spirit; to my heart with the stealthy pace of the tiger! I alternately laughed and howled as the one or the other idea grew predominant. Down -- certainly, relentlessly down! It vibrated within three inches of my bosom! 

 


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