En espa?ol:
Al comenzar un a?o escolar nuevo, muchos ni?os alrededor del mundo tendrían que perder la oportunidad de asistir a la escuela debido a su participación en conflictos armados. Al mismo tiempo, la mayoría de estos ni?os empiezan a luchar por su derecho de tener una educación. En Colombia, donde las guerras clandestinas han desplazado aproximadamente 1 millón de personas desde 1980, la mayoría siendo mujeres y ni?os, el programa de UNICEF, "El movimiento infantil para la paz," movilizó casi 13 millones de personas--ni?os y adultos--a comprometerse a trabajar activamente para la paz y la justicia social para poner fin a la violencia en su país.
"El movimiento infantil" gastó casi el a?o entero de 1996 haciendo campa?a para la paz en un esfuerzo de movilización nacional, coordinado por UNICEF y Redepaz. En octubre de ese a?o, casi 3 millones de ni?os, desde 8 a 18 a?os, vinieron a votar para un referéndum especial, ejerciendo su derecho humano de tener sus opiniones vocalizadas sobre asuntos de importancia para ellos, como fue articulado en "El convenio de los derechos de ni?os" de 1989.
Cierto es que el esfuerzo de movilización fue un acercamiento único a la educación. Sin embargo, ense?ó a un país más sobre la paz que pudiera cualquiera lectura.
Por muchos a?os se pensaba que la educación de la paz tenía que tomar lugar en un currículo formal y tenía que ser una ense?anza sobre un sujeto definido. La experiencia de UNICEF cada vez más apoya la idea de que la mejor manera de aprender sobre la paz es por hacer--por practicar el comportamiento que promueve la paz. En Colombia, los ni?os no tomaron ningún examen formal sobre lo que habían aprendido sobre la paz; en su lugar la promocionaba hacia el nivel más alto de la agenda pública, haciendo que la paz, al opuesto de la violencia, sea la esperanza de la gente.
En octubre de 1997, un a?o después de que los ni?os votaron para la paz, 10 millones de adultos siguieron su ejemplo. En una papeleta especial, votaron "a fundamentar la paz y la justicia social, a proteger la vida, a rechazar todas las formas de violencia y a respetar el 'Mandato de la paz infantil.'" Utilizando la papeleta, los colombianos demandaron que las atrocidades fueran terminadas y que la ley internacional humanitario fuera respetada.
No obstante, Colombia todavía permite que los ni?os reclutan con el permiso de sus padres. Además, según un reportaje reciente de "Observadores de los derechos humanos," las guerrillas, los paramilitares y las fuerzas de seguridad continúan de usar ni?os en zonas de combate. A la vez, la educación de la paz sí hace una diferencia--porque la próxima generación se ense?a y se aprende de las ideas sabias de la resolución de conflictos.
In English:
As the start of a new school year encroaches upon us, many children around the world will be forfeiting school and pressed into armed conflict. At the same time, many of these children are beginning to fight for their right to an education. In Colombia, wher clandestine warfare has displaced an estimated 1 million people since 1980, most of them women and children, UNICEF's program, Children's Movement for Peace, mobilized close to 13 million people--children and adults--to commit themselves to ending violence in their country by actively working for peace and social justice.
The Children's Movement spent almost all of 1996 campaigning for peace in a national mobilization effort coordinated by UNICEF and Redepaz. In October of that year, close to 3 million children, aged 8 to 18, came out to vote on a special referendum, exercising their human right, as articulated in the 1989 Convention on the Rights of the Child, to have their opinions heard on issues of importance to them.
Admittedly a unique approach to education, the mobilization effort, nonetheless, taught a country more about peace than any lecture could.
For many years, it was thought that peace education meant teaching about a defined subject within a formal curriculum. UNICEF's experience increasingly supports the idea that the best way to learn about peace is by doing--by practicing the behaviors that promote peace. In Colombia, the children did not take any formal exams on what they had learned about peace; instead they pushed it to the top of the public agenda, making peace, rather than violence, the expectation of the general population.
In October 1997, one year after the children's vote for peace, 10 million adults followed their lead. On a special ballot, they voted "to build peace and social justice, to protect life, to reject all forms of violence and to respect the Children's Peace Mandate." Using the ballot, Colombians demanded an end to atrocities and that international humanitarian law be respected.
However, Colombia still allows children to enlist with their parents' permission. Also, according to a recent report by Human Rights Watch, guerillas, paramilitaries and security forces continue to use children in combat areas. At the same time, peace education is making a difference--as the next generation teaches and learns about the wiser ways of conflict resolution.