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西语阅读:《一千零一夜》连载十二 a
日期:2011-09-29 01:18  点击:228

西语阅读:《一千零一夜》连载十二 a

HISTORIA DEL JOROBADO, CON EL SASTRE, EL CORREDOR NAZARENO,
EL INTENDENTE Y EL MEDICO JUDÍO;
LO QUE DE ELLO RESULTE,
Y SUS AVENTURAS SUCESIVAMENTE REFERIDAS

Entonces Schahrazada dijo al rey Schahriar:

 

“He llegado a saber, ¡oh rey afor­tunado! que en la antigüedad del tiempo y en lo pasado de las edades y de los siglos, hubo en una ciudad de

la China un hombre que era sastre y estaba muy satisfecho de su condición. Amaba las distracciones apacibles y tranquilas y de cuando en cuando acostumbraba a salir con su mujer, para pasearse y recrear la vista con el espectáculo de las calles y los jardines. Pero cierto día que ambos habían pasado fuera de casa, al regresar a ella, al anochecer, en­contraron en el camino a un joro­bado de tan grotesca facha, que era antídoto de toda melancolía y haría, reír al hombre más triste, disipando toda pesar y toda aflicción. Inme­diatamente se le acercaron el sastre y su mujer, divirtiéndose tanto con sus chanzas, que le convidaron a pasar la noche en su compañía. El jorobado hubo de responder a esta oferta como era debido, unien­dose a ellos, y llegaron juntos a la casa. Entonces el sastre se apartó un momento para ir al zoco antes de que los comerciantes cerrasen sus tiendas, pues quería comprar provi­siones con qué obsequiar al huésped. Compró pescado frito, pan fresco, limones, y un gran pedazo de halaua para postre. Después volvió, puso todas estas cosas delante del jorobado, y todos se sentaron a comer.

Mientras comían alegremente, la mujer del sastre tomó con los dedos un gran trozo de pescado y lo metió por broma todo entero en la boca del jorobado, tapándosela con la mano para que no escupiera el peda­zo, y dijo: “¡Por Alah! Tienes que tragarte ese bocado de una vez sin remedio, o si no, no te suelto.”

Entonces, el jorobado, tras de mu­chos esfuerzos, acabó por tragarse el pedazo entero. Pero desgraciada­mente para él, había decretado el Destino que en aquel bocado hubiese una enorme espina. Y esta espina se le atravesó en la garganta ocasio­nándole en el acto la muerte.

Al llegar a este punto de su relato, vio Scháhrazada, hija del visir, que se acercaba la mañana, y con su habitual discreción no quiso prose­guir la historia, para no abusar del permiso concedido por el rey Schah­riar.

Entonces, su hermana la joven Doniazada, le dijo: “¡Oh hermana mía! ¡Cuán gentiles, cuán dulces y cuán sabrosas son tus palabras!” Y Schahrazada respondió: “¿Pues qué dirás la noche próxima, cuando oigas la continuacion, si es que vivo aún, porque así lo disponga la volun­tad de este rey lleno de buenas ma­neras y de cortesía?”

Y el rey Schahriar dijo para sí: “¡Por Alah! No la mataré hasta no oír lo que falta de esta historia, que es muy sorprendente.”

Después el rey Schahriar acogió a Schahrazada entré sus brazos has­ta que llegó la mañana. Entonces el rey se levantó y se fue a la sala de justicia. Y en seguida entró el visir, y entraron asimismo los emires, los chambelanes y los guardias, y el diván se llenó de gente. Y el rey empezó a juzgar y a despachar asun­tos, dando un cargo a éste, destitu­yendo a aquel, sentenciando en los pleitos pendientes, y ocupando su tiempo de este modo hasta acabar el día. Terminadó el diván, el rey volvió a sus aposentos y fue en busca de Schahrazada.

 


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