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西语阅读:《一千零一夜》连载十五 b
日期:2011-09-30 02:32  点击:251

西语阅读:《一千零一夜》连载十五 b

RELATO DEL SASTRE

“Sabe, pues, ¡oh rey del tiempo! que antes de mi aventura con el jorobado me habían convidado en una casa donde se daba un festín a los principales miembros de los gremios de nuestra ciudad: sastres, zapateros, lenceros, barberos, car­pinteros y otros.

Y era muy de mañana. Por eso, desde el amanecer, estábamos todos sentados en corro para desayunar­nos, y no aguardábamos más que al amo de la casa, cuando le vimos entrar acompañado de un joven fo­rastero, hermoso, bien formado, gentil y vestido a la moda de Bag­dad. Y era todo lo hermoso que sé podía desear, y estaba tan bien vesti­do como pudiera imaginarse. Pero era ostensiblemente cojo. Luego que entró adonde estábamos; nos deseó la paz, y nos levantamos todos para devolverle su saludo. Después íbamos a sentarnos, y él con nosotros, cuan­do súbitamente le vimos cambiar de color y disponerse a salir. Entonces hicimos mil esfuerzos para detenerle entre nosotros. Y el amo de la casa insistió mucho y le dijo: “En verdad, no entendemos nada de esto. Te ruego que nos digas qué motivo te imputa a dejarnos.”

“Entonces el joven respondió: “¡Por Alah te suplico, ¡oh mi señor! que no insistas en retenerme! Porque hay aquí una persona que me obliga a retirarme, y es, ese barbero que está sentado en medio de vosotros.”

Estas palabras sorprendieron extra­ordinariamente al amo de la casa, y, nos dijo: “¿Cómo es posible que a este joven, que acaba de llegar de Bagdad, le moleste la presencia de ese barbero que está aquí?” En­tonces todos los convidados nos dirigimos al joven, y le dijimos: “¡Cuéntanos, por favor, el motivo de tu repulsión hacia ese barbero.” Y él contestó: “Señores, ese bar­bero de cara de alquitrán y alma de betún fue la causa de una aven­tura extraordinaria que me suce­dió en Bagdad, mi ciudad, y ese maldito tiene también la culpa de que yo esté cojo. Así es que he jura­do no vivir nunca en la ciudad en que él viva, ni sentarme en sitio en donde él se sentara. Y por eso me vi obligado a salir de Bagdad, mi ciudad, para venir a este país lejano. Pero ahora me lo encuentro aquí. Y por eso me marcho ahora mismo, y ésta noche estaré lejos de esta ciudad, para no ver a ese hom­bre de mal agüero.”

  Y al oírlo, el barbero se puso pálido, bajó los ojos y no pronunció palabra. Entonces insistimos tanto, con el joven, que se avino a con­tarnos de este modo su aventura con el barbero.


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