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西语阅读:《一千零一夜》连载二十五 c
日期:2011-10-05 00:49  点击:243

西语阅读:《一千零一夜》连载二十五 c

PERO CUANDO LLEGÓ LA 291 NOCHE

Ella dijo:

 

. . . Al minar toda aquello, el car­gador Sindbad quedó sobrecogido, y se dijó: “¡Por Alah! ¡Esta morada debe ser un palacio del país de los genios poderosos, y la residencia de un rey muy ilustre, o de un sultán!” Luego se apresuró a tomar la actitud que requerían la cortesía y la mun­danidad, deseó la paz a todos los asistentes, hizo votos para ellos, besó la tierra entre sus manos, y acabó manteniéndose de pie, con la cabaza baja, demosnrando respeto y modestia.

Entonces el dueño de la casa le dijo que se apróximara, y le invitó a sentarse a su lado después de de­searle la bienvenida con acento muy amable: le sirvió de comer, ofrecién­dole lo más delicado, y lo más deli­cioso, y lo más hábilmente condi­mentado entre todos los manjares que cubrían las bandejas. Y no dejó Sindbad el Cargador de hacer honor a la invitación luego de pronunciar la fórmula invocadora. Así es que comió hasta hartarse; después dio las graciás a Alah, diciendo: “¡Loores a él siempre!” Tras de lo cual, se lavó las manos y agradeció a todos los convidados su amabilidad.

Solamente entonces dijo el dueño de la casa al cargador, siguiendo la costumbre qus no permite hacer pre­guntas al huésped más que cuando se le ha servido de comer y beber: ¡Sé bienvenido, y obra con toda li­bertad! ¡Bendiga Alah tus días! Pe­ro, ¿puedes decirme tu nombre y profesión, ¡oh huésped mío!?” Y con­tsstó el otro: “¡Oh señor! me llamo Sindbad el Cargador, y mi profesión consiste en transportar bultos sobre mi cabeza mediante un salario.” Son­rió el dueño de la casa y le dijo: “¡Sabe, ¡oh cargador! que tu nom­bre es igual que mi nombre, pues ms llamo Sindbad el Marino!”

Luego continuó: “¡Sabe también, ¡oh cargador! que si te rogué que vinieras aquí fue para oírte repetir las hermosas estrofas que cantabas cuando estabas sentado en el banco ahí fuera!”

A estas palabras sonrojóse el car­gador, y dijo: “¡Por Alah sobre ti! ¡No me guardes rencor a causa da tan desconsiderada acción, ya que las penas, las fatigas y las miserias, que nada dejan en la mano, hacen descortés, necio e insolente al hom­bre!” Pero Sindbad el Marino dijo a Simbad el Cargador: “No te aver­güences de lo que cantaste, ni te turbes, porque en adelante serás mi hermano. ¡Sólo te ruego que te des prisa en cantar esas estrofas que es­cuché y me maravillaron mucho!” Entonces cantó el cargador las estro­fas en cuestión, que gustaron en ex­tremo a Sindbad el Marino.

Concluidas que fueran las estrofas, Sindbad el Marino se encaró con Sindbad el Cargador, y le dijo: “¡Oh cargador! sabe que yo también tengo una historia asombrosa, y que me reservo el derecho de contarte a mi vez, Te explicaré, pues, todas las aventuras que me sucedieron y todas las pruebas que swfrí antes de llegar a esta felicidad y de habitar este pa­lacio. Y verás entonces a costa de cuán terribles y extraños trabajos, a costa de cuántas calamidades, de cuántas males y de cuántas desgra­cias iniciales adquirí esas riquezas en medio de las que me ves vivir en mi vejez. Porque sin duda ignoras los siete viajes extraordinarios que he realizado, y cómo cada cual de estos viajes constituye por sí solo una cosa tan prodigiosa, que úniaa­mente con pensar en ella queda uno sobrecogido y en el límite de todos los estupores. ¡Pero cuanto voy a cortate a ti y a todos mis honorables invitados, no me sucedió en suma, más que porque el Destino lo había dispuesto de antemano y porque toda cosa escrita debe acae­cer, sin que sea posible rehuirla, o evitarla!”


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