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西语阅读:《一千零一夜》连载二十七 b
日期:2011-10-12 08:16  点击:277

西语阅读:《一千零一夜》连载二十七 b

Aun no había acabado de expli­carme, cuando uno de los mercade­res que había subido por mercade­rias a bordo, sea cercó a mí, me mi­ró atentamente, y en cuanto terminé de hablar, palmoteó sorprendido, y exclamó: “Por Alah! Ninguno me creyo cuando hace tiempo relaté la extraña aventura que me acaeció un día en la montaña de diamantes, donde, según dije, vi a un hombre atado a un cuarto de carnero y trans­portado desde el valle a la montaña por un pájaro llamado rokh. ¡Plues bien; he aquí aquel hombre! ¡Este mismo es Sindbad el Marino, el hom­bre generoso que me regaló tan her­mosos diamantes! Y tras de hablar así, el mercader corrió a abrazarme como a un hermano ausente que en­contrara de pronto a su hermano.

Entonces me contempló un instante el capitán del navío y en seguida me reconoció también por Sindbad, el Marino. Y me tomó en sus bra­zos como lo hubiera hecho con su hijo, me felicitó por estar con vida todavía, y me dijo: “¡Por Alah, ¡oh mi señor! que es asombrosa tu his­toria y prodigiosa tu aventura! ¡Pe­ro bendito sea Alah, que permitió nos reuniéramos, e hizo que encon­traras tus mercancías y tu fortuna!” Luego dio orden de que llevaran mis mercancías a tierra para que yo las vendiese, aprovechándome de ellas por completo aquella vez. Y efecti­vamente, fue enorme la ganancia que me proporcionaron, indemnizándome con mucho de todo el tiempo que había perdido hasta entonces.

Después de lo cual, dejamos la isla Salahata y llegamos al país de Sind, donde vendimos y compramos igualmente.

En aquellos mares lejanos vi cosas asombrosas y prodigios innumera­bles, cuyo relato no puedo detallar. Pero, entro otras cosas, vi un pez que tenía el aspecto de una vaca y otro que parecía un asno. Vi también un pájaro que nacía del nácar ma­rino y cuyas crías vivían en la su­perficiade las aguas sin volar nun­ca sobre tierra.

Más tarde continuamos nuestra navegación, con la venia de Alah, y a la postre llegamos a Bassra, donde nos detuvimos pocos días, para en­trar por último en Bagdad.

Entonces me dirigí a mi calle, penetré en mi casa, saludé a mis pa­rientes, a mis amigos y a mis anti­guos compañeros, e hice muchas dá­divas a viudas y a huérfanm Por que había regresado más rico que nunca a causa de los últimos nego­cios hechos al vender mis mercan­cías.

Pero mañana, si Alah quiere, ¡oh amigos míos! os contaré la historia de mi cuarto viaje, que supera en interés a las.tres que acabáis de oír.”

Luego Sindbad el Marino, como los anteriores días, hizo que dieran cien monedas de oro a Sindbad el Cargador, invitándole a volver al día siguiente.

No dejó de obedecer el cargador, y volvió al otro día para escuchar lo que había de contar Sindbad el Marino cuando terminase la comi­da...

En este momento de su narración, Schahrazada vio aparecer la maña­na, y calló discretamente.


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