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哈姆雷特 第二幕之第二场
日期:2011-03-23 07:03  点击:1868

哈姆雷特 第二幕之第二场

 

 

 

II.ii     Entran el REY, la REINA, ROSENCRANTZ, GUIL­DENSTERN y otros.
 
REY
Bienvenidos, Rosencrantz y Guildenstern.
Además de lo mucho que ansiábamos veros,
os mandamos llamar a toda prisa
porque os necesitábamos. Habéis oído hablar
de la transformación de Hamlet: la llamo así
puesto que no parece el mismo,
ni por fuera ni por dentro. Qué pueda ser,
si no es la muerte de su padre,
lo que le tiene tan fuera de sí,
no acierto a imaginarlo. Os ruego a los dos
que, habiéndoos criado con él desde la infancia
y conociendo tan de cerca su carácter,
accedáis a quedaros en la corte
por un tiempo, de modo que vuestra compañía
le aporte distracción y permita averiguar,
mediando ocasiones favorables,
si algo ignorado le perturba
que, descubierto, podamos remediar.
REINA
Caballeros, él ha hablado mticho de vosotros
y me consta que no hay dos en todo el mundo
a quien tenga más afecto. Si os complace
mostrar la cortesía y gentileza
de pasar algún tiempo con nosotros
en ayuda y cumplimiento de nuestra esperanza,
vuestra visita recibirá la gratitud
que a la real largueza corresponde.
ROSENCRANTZ
El poder soberano de Vuestras Majestades
puede hacernos cumplir vuestros augustos deseos
sin tener que suplicarnos.
GUILDENSTERN
Con todo, obedecemos
y nos brindamos con toda nuestra entrega,
poniendo a vuestros pies nuestros servicios
y aguardando vuestras órdenes.
REY
Gracias, Rosencrantz y noble Guildenstern.
REINA
Gracias, Guildenstern y noble Rosencrantz.
Os suplico que al instante visitéis
a mi hijo, ahora tan cambiado. ‑ Que uno de vosotros
lleve a estos señores donde esté Hamlet.
GUILDENSTERN
¡Quiera Dios que nuestra presencia y nuestro esfuerzo
le sirvan de alivio y ayuda!
REINA
Así sea.
 
Salen ROSENCRANTZ y GUILDENSTERN [con un criado].
Entra POLONIO.
 
POLONIO
Señor, nuestros embajadores
han vuelto felizmente de Noruega.
REY
Siempre fuisteis portador de buenas nuevas.
POLONIO
¿Lo creéis, señor? Os aseguro, Majestad,
que tanto mi lealtad como mi alma
están al servicio de Dios y de mi rey.
Y creo, a no ser que este mi cerebro
ya no siga el rastro de la astucia
tan bien como solía, que he encontrado
la causa de la insania de Hamlet.
REY
Decídmela, que ansío conocerla.
POLONIO
Primero, recibid a los embajadores.
Mi noticia será el postre del banquete.
REY
Pues honrad los entrantes y traedlos.
 
[Sale POLONIO.]
 
Mi reina, dice que ya ha averiguado
la causa del trastorno de tu hijo.
REINA
Temo que ya la conozcamos: la muerte
de su padre y nuestra boda apresurada.
REY
Bien, le sondearemos.
 
Entran POLONIO, VOLTEMAND y COR­NELIO.
 
Bienvenidos, amigos. ¿Qué hay
de nuestro hermano el noruego?
VOLTEMAND
Os devuelve complacido deseos y saludos.
Así que nos oyó, ordenó que detuviesen
las levas del sobrino, que él había tomado
por un reclutamiento contra el rey de Polonia,
pero que, tras indagaciones, resultó
que apuntaban contra Vuestra Majestad.
Así, dolido al ver que se habían aprovechado
de su afección, vejez y decaimiento,
ordenó a Fortinbrás que desistiera.
Éste al punto obedeció, fue reprimido
por el rey, y al final le hizo promesa
de no volver a tomar armas contra vos,
ante lo cual, lleno de gozo, el rey noruego
le dio una anualidad de tres mil coronas
y permiso para usar sus tropas reclutadas
contra el rey de Polonia, con el ruego,
consignado en este documento,
de que os dignéis conceder paso franco
por vuestros dominios a esta expedición,
con tales garantías y licencias
como en él se recogen.
REY
Me complace,
y en tiempo conveniente he de leer,
contestar y ponderar todo este asunto.
Mientras, gracias por empresa tan lograda.
Id a descansar; por la noche, venid al festín.
Sed muy bienvenidos.
 
Salen los embajadores.
 
POLONIO
El asunto acabó bien.
Mi soberano, mi reina, controvertir
qué pueda ser la majestad, el deber, por qué
el día es día, la noche noche, y el tiempo tiempo,
sería perder noche, día y tiempo.
Así que, pues lo breve es el alma del buen juicio
y lo extenso, los miembros y adornos exteriores,
seré breve. Vuestro noble hijo está loco.
Digo «loco», pues, para definir la locura,
¿no tendría uno que estar loco?
Pero dejemos esto.
REINA
Más sustancia y menos arte.
POLONIO
Señora, os juro que hablo sin arte.
Que está loco es cierto; es cierto que es lástima
y es lástima que sea cierto... ¡Qué torpe figura!
Ya basta, que no pienso hablar con arte.
Admitamos que está loco; sólo resta
averiguar la causa del efecto
o, mejor dicho, la causa del defecto,
pues el efecto defectivo tiene causa.
Por tanto, sólo resta... Lo restante, por tanto...
Ponderad. Tengo una hija (la tengo mientras sea mía)
que, fijaos, en su lealtad y obediencia,
me ha entregado esto. Sacad vuestras conclusiones.
 
[Lee] la carta.
 
«Al ídolo de mi alma, la celestial y hermoseada Ofe­lia ... » Este término es horrible, infame; «hermoseada» es un término infame. Pero escuchad: «... esta carta; a su blanquísimo pecho, esta carta».
REINA
¿Es Hamlet quien se lo ha escrito?
POLONIO
  Tened paciencia, señora. Voy a leerla fielmente.
 
«Duda que ardan los astros,
duda que se mueva el sol [L1]
duda que haya verdad,
mas no dudes de mi amor.
¡Ah, querida Ofelia! Los versos se me dan mal. No tengo arte para medir mis lamentos. Pero que te amo más que a nadie, mucho más, créelo. Adiós.
Tuyo siempre, queridísima amada
mientras mi cuerpo sea mío,
Hamlet.»
Esto me lo ha mostrado mi obediente hija
y, además, a mi oído ha confiado
todos sus galanteos, tal como sucedieron
en tiempo, modo y lugar.
REY
Y ella, ¿cómo le ha respondido?
POLONIO
¿Qué opináis de mí?
REY
Que sois hombre leal y de bien.
POLONIO
Procuro serlo. ¿Qué habríais pensado
si, cuando vi en acción su amor ardiente
(pues yo me percaté, tenedlo en cuenta,
antes que mi hija me avisara); qué habríais pensado
vos o mi querida Majestad, la reina,
si yo hubiera sido el cuaderno de sus notas,
o me hubiera hecho el distraído,
o no hubiera dado importancia a estos amores?
¿Qué habríais pensado? No, yo no perdí el tiempo
y le hablé a mi jovencita de este modo:
«El Príncipe Hamlet no es de tu esfera;
esto se acabó.» Entonces le ordené
que si él venía a verla se encerrara,
no admitiera sus mensajes, ni recibiera prendas.
Lo hizo, y mi consejo le dio fruto,
pues, para abreviar, al verse por ella rechazado,
le entró melancolía, después inapetencia,
después insomnio, después debilidad,
después mareos y, siguiendo este declive,
la locura que le hace delirar
y que todos lamentamos.
REY
¿Tú crees que es eso?
REINA
Tal vez. Es Posible.
POLONIO
Decidme, ¿ha ocurrido alguna vez
que yo haya dicho con certeza «Es tal cosa»
y me haya equivocado?
REY
Que yo sepa, no.
POLONIO [señalando su cabeza y sus hombros]
Separad ésta de aquí si me equivoco.
Habiendo indicios que me guíen,
daré con la verdad, aunque se oculte
en el centro de la tierra.
REY
¿Cómo podemos comprobarlo?
POLONIO
Sabéis que a veces pasea largo rato
por esta galería.
REINA
Desde luego.
POLONIO
La próxima vez, le suelto a mi hija.
Vos y yo nos pondremos detrás de algún tapiz.
Observad su encuentro. Si no está enamorado
y por estarlo no ha perdido el juicio,
haced que yo cese en mi puesto de gobierno
y me ocupe de una granja y de sus cuadras.
REY
Lo probaremos.
 
Entra HAMLET leyendo un libro.
 
REINA
Mirad qué, absorto en su lectura viene el pobre.
POLONIO
Retiraos, os lo ruego, retiraos.
Voy a hablarle. Con permiso.
 
Salen el REY y la REINA.
 
¿Cómo está mi Príncipe Hamlet?
HAMLET
Bien, gracias.
POLONIO
¿Sabéis quién soy, sefíor?
HAMLET
Perfectísimamente: sois un pescadero[L2].
POLONIO
¿Yo? No, señor.
HAMLET
Pues ojalá fueseis tan honrado.
POLONIO
¿Honrado, señor?
HAMLET
    Claro: tal como va el mundo, ser honrado es ser uno entre diez mil.
POLONIO
    Muy cierto, seiior.
HAMLET
Pues si el sol cría gusanos en un perro muerto, que es carnaza digna de besar... ¿Tenéis una hija?
POLONIO
    Sí, señor.
HAMLET
Que no salga al sol. Concebir es una dicha, mas no como pueda concebirlo vuestra hija. Amigo, cuidado.
POLONIO
[aparte] ¿Qué te parece? Siempre con mi hija. Aunque al principio no me conoció: dijo que yo era pescadero. Está ido, ido. La verdad es que yo, en mi juventud, también sufrí penas de amor, casi tanto como él. Le hablaré otra vez. ‑ ¿Qué leéis, señor?
HAMLET
    Palabras, palabras, palabras.
POLONIO
    ¿De qué tratan, señor?
HAMLET
    ¿Tratan, quién?
POLONIO
    Quiero decir lo que leéis, señor.
HAMLET
Son calumnias, pues el satírico granuja dice aquí que los viejos tienen la barba cana, la cara llena de arrugas, los ojossegregando resina o savia de ciruelo, y que andan escasos de juicio y flojos de muslos. Todo lo cual, señor, aunque lo creo con firmeza y entereza, no me parece correcto escribirlo así. Vos mismo os volveríais de mi edad si pudierais andar para atrás como un cangrejo.
POLONIO
[aparte] Será locura, pero con lógica. ‑ ¿Queréis pasar donde no haga aire?
HAMLET
¿A mi tumba?
POLONIO
Ahí sí que no hace aire. [Aparte] ¡Qué atinadas suelen ser sus respuestas! La locura acierta a veces cuando el juicio y la cordura no dan fruto. Voy a dejarte, y en seguida urdiré el modo de que se encuentre con mi hija. ‑ Honorable señor, humildemente pido licencia para retirarme.
HAMLET
No podéis pedirme nada que yo no os dé con mayor gusto; salvo mi vida, mi vida. POLONIO
Adiós, señor.
HAMLET
¡Viejos tontos y cargantes!
 
Entran ROSENCRANTZ y GUILDENSTERN.
 
POLONIO
Si buscáis al Príncipe Hamlet, ahí está.
ROSENCRANTZ [a POLONIO]
Id con Dios, señor.
 
[Sale POLONIO.]
 
GUILDENSTERN
¡Respetable señor!
ROSENCRANTZ
¡Queridísimo señor!
HAMLET
¡Mis magníficos amigos! ¿Qué tal, Guildenstern? ¡Ah, Rosencrantz! ¿Cómo estáis, muchachos?
ROSENCRANTZ
Igual que el común de los mortales.
GUILDENSTERN
Contentos de no pasar de contentos: del gorro de la Fortuna no somos la borla.
HAMLET
¿Ni las suelas de sus zapatos?
ROSENCRANTZ
Tampoco, señor.
HAMLET
Entonces vivís por su cintura o en el centro de sus favores.
GUILDENSTERN
En su intimidad.
HAMLET
¿Así que en sus partes? ¡Ah, claro! Es una golfa. ¿Qué hay de nuevo?
ROSENCRANTZ
Nada, señor: que el mundo se ha vuelto honrado.
HAMLET
Estará cerca el Día del Juicio. No, vuestra noticia no es cierta. Dejad que os pregunte con más precisión. ¿Qué habéis hecho, queridos amigos, para que la Fortuna os traiga a esta cárcel?
GUILDENSTERN
¿Cárcel, señor?
HAMLET
Dinamarca es una cárcel.
ROSENCRANTZ
Entonces lo es el mundo.
HAMLET
Sí, una cárcel espléndida, con muchas celdas, encierros y calabozos, y Dinamarca es de los peores.
ROSENCRANTZ
No somos de esa opinión, señor.
HAMLET
Porque no lo es para vosotros, pues no hay nada bueno ni malo: nuestra opinión le hace serlo. Para mí es una cárcel.
ROSENCRANTZ
Así lo ve vuestra ambición: es poco país para vuestro ánimo.
HAMLET
¡Dios santo! Encerrado en una cáscara de nuez me tendría por rey del espacio infinito, si no fuera porque tengo malos sueños.
GUILDENSTERN
Sueños que son ambición, pues la esencia del ambicioso es la sombra de un sueño.
HAMLET
Y un sueño es una sombra.
ROSENCRANTZ
Cierto, y considero a la ambición de sustancia tan eté­rea que sería la sombra de una sombra.
HAMLET
Entonces los mendigos son cuerpos, y los reyes y los héroes engolados, sombras de mendigos[L3]. ¿Vamos a la corte? Más no puedo discurrir.
ROSENCRANTZ y GUILDENSTERN
Os acompañaremos.
HAMLET
De ningún modo. No pienso mezclaros con mis sirvien­tes, pues, para ser sincero, estoy pésimamente atendido. Pero, pon la franqueza de nuestra amistad, ¿qué hacéis en Elsenor?
ROSENCRANTZ
Visitaros, señor, nada más.
HAMLET
Pobre como soy, no tengo ni gracias para dar. Pero os lo agradezco, aunque mi gratitud no valga un centavo. ¿No os han hecho venir? ¿Fue iniciativa vuestra? ¿Es visita voluntaria? Vamos, sed sinceros conmigo. Venga, vamos, hablad ya.
GUILDENSTERN
¿Qué vamos a decir, señor?
HAMLET
Lo que sea, con tal que haga al caso. Os han hecho venir: hay en vuestra mirada una confesión que vuestro pudor no es capaz de disfrazar. Sé que los buenos reyes os han hecho venir.
ROSENCRANTZ
¿Con qué fin, señor?
HAMLET
Eso decídmelo vosotros. Mas permitid que os conjure, por los derechos de nuestro compañerismo, por la ar­monía de nuestros años mozos, por la obligación de una amistad tan duradera y por todo lo que otro podria proponer: sed abiertos y sinceros y decidme si os han hecho venir o no.
ROSENCRANTZ [aparte a GUILDENSTERN]
¿Qué dices tú?
HAMLET
Cuidado, que os vigilo. Si me apreciáis, no calléis.
GUILDENSTERN
Señor, nos han hecho venir.
HAMLET
Yo os diré por qué. Me adelantaré a lo que vais a revelarme y así no sufrirá menoscabo la discreción que prometisteis a los reyes. últimamente, no sé por qué, he perdido la alegría, he dejado todas mis actividades; y lo cierto es que me veo tan abatido que esta bella estructura que es la tierra me parece un estéril promon­torio. Esta regia bóveda, el cielo, ¿veis?, este excelso firmamento, este techo majestuoso adornado con fuego de oro, todo esto me parece nada más que una asamblea de emanaciones pestilentes e inmundas. ¡Qué obra maestra es el hombre! ¡Qué noble en su raciocinio! ¡Qué infinito en sus potencias! ¡Qué perfecto y admirable en forma y movimiento! ¡Cuán parecido a un ángel en sus actos y a un dios en su entendimiento! ¡La gala del mundo, el arquetipo de criaturas! Y sin embargo, ¿qué es para mí esta quintaesencia del polvo? El hombre no me agrada; no, tampoco la mujer, aunque por tus son­risas pareces creer que sí.
ROSENCRANTZ
    Señor, no había en mí tal pensamiento.
HAMLET
    Entonces, ¿por qué te has reído cuando he dicho que el hombre no me agrada?
ROSENCRANTZ
Señor, de pensar en la cuaresma que les vais a dar a los cómicos. Los dejamos atrás cuando venían hacia aquí a ofreceros sus servicios.
HAMLET
El que haga de rey será bienvenido; a su majestad le pa­garé tributo. El caballero andante usará su espada y su rodela, el amante no suspirará en vano, el excéntrico aca­bará su papel en paz, el gracioso hará reír a los que pronto se disparan y la dama hablará sin cortapisas, que, si no, el verso suelto andará cojo. ¿Qué cómicos son éstos?
ROSENCRANTZ
Los que tanto os agradaban: los actores de la ciudad[L4].
HAMLET
    ¿Cómo es que viajan? Siendo estables gozaban de más fama y beneficios.
ROSENCRANTZ
Creo que les prohibieron actuar tras el reciente dis­turbio[L5].
HAMLET
¿Y son tan renombrados como cuando yo estaba en la ciudad? ¿Tienen tanto público?
ROSENCRANTZ
No, desde luego que no.
HAMLET
¿Cómo es eso? ¿Es que están pasados?
ROSENCRANTZ
No, se mantienen a su altura. Pero ha nacido una par­vada de chiquillos, unos pollitos que chillan a más no poder y se les aplaude escandalosamente. Están de moda, y tanto se meten con los teatros populares, como ellos los llaman, que el galán de espada al cinto tiene miedo de la pluma y ya no vuelve a frecuentarlos.
HAMLET
¿Así que chiquillos? ¿Quién los patrocina? ¿Cómo se mantienen? ¿Seguirán en el oficio cuando muden la voz? Y si luego acaban en los teatros populares, que será lo más probable si no hay otra cosa, ¿no dirán que sus poetas los malean obligándolos a criticar su propio futuro?
ROSENCRANTZ
La verdad es que ha habido mucho ruido en ambas partes, y la gente no ve nada malo en provocarlos al debate. Durante un tiempo no se vendía un argumento en que no se enzarzasen autores contra actores.
HAMLET
¿Es posible?
GUILDENSTERN
Bueno, se ha vertido mucho ingenio.
HAMLET
¿Y se llevan la palma los chiquillos?
ROSENCRANTZ
Sí, señor, y a Hércules mismo con su carga[L6].
HAMLET
Tan extraño no es, pues mi tío es rey de Dinamarca, y los que en vida de mi padre le hacían muecas dan ahora veinte, cuarenta, cincuenta, cien ducados por su retrato en miniatura. Voto a Dios, que hay algo anormal en todo esto, como podría demostrar la filosofía.
 
Toque de trompetas.
 
GUILDENSTERN
Ahí están los cómicos.
 
HAMLET
Caballeros, sed bienvenidos a Elsenor. Dadme la mano, vamos. A toda bienvenida corresponde ceremonia y cortesía. Permitid que cumpla con vosotros de este modo, no sea que mi acogida a los actores (que, os lo advierto, será espléndida) parezca más calurosa que la vuestra. Bienvenidos. Pero mi tío‑padre y mi tía‑madre se equivocan.
GUILDENSTERN
¿En qué, mi señor?
HAMLET
Yo sólo estoy loco con el nornoroeste; si el viento es del sur, distingo un pico de una picaza.
 
Entra POLONIO.
 
POLONIO
Mis saludos, caballeros.
HAMLET
Escucha, Guildenstern, y tú también: a cada oído, un oyente. Esa gran criatura que veis ahí todavía va en pañales.
ROSENCRANTZ
    Será la segunda vuelta, pues dicen que el viejo vuelve a ser niño.
HAMLET
Profetizo que viene a hablarnos de los cómicos. Aten­ded... Tenéis razón, pues así fue el lunes por la mañana.
POLONIO
    Señor, tengo noticias para vos.
HAMLET
    Y yo noticias para vos. Cuando Roscio era actor en Roma...
POLONIO
    Señor, han llegado los actores.
HAMLET
    ¡Ya, ya!
POLONIO
    Os lo juro...
HAMLET
    Cada actor llegó en su burro[L7].
POLONIO
Los mejores actores del mundo, tanto en lo trágico como en lo cómico, lo histórico, pastoril, cómico‑pasto­ril,histórico‑pastoril, trágico‑histórico, trágico‑cómico-histórico‑pastoril, la obra unitaria o la pieza libre[L8]. Séneca no será tan grave ni Plauto tan leve[L9]. Se obser­ven las reglas o se desatiendan, ellos no tienen igual.
HAMLET
    ¡Ah, Jefté, juez de Israel[L10], qué tesoro tienes!
POLONIO
    ¿Qué tesoro tenía?
HAMLET
    Pues,
                         «Hija hermosa, nada más,
                         y la quería de verdad.»
POLONIO [aparte]
    Y dale con mi hija.
HAMLET
    ¿No estoy en lo cierto, Jefté?
POLONIO
    Señor, si me llamáis Jefté, sí que tengo una hija y la quiero de verdad.
HAMLET
    No, eso no se sigue[L11].
POLONIO
    Pues, ¿cómo se sigue?
HAMLET
Asi:
«Por azar, cual Dios dirá.»
Que sabéis que continúa:
                         «Sucedió, como se vio ... »
Lo demás lo tenéis en la primera estrofa de la devota canción, que aquí llegan pasatiempos.
 
Entran cuatro o cinco ACTORES.
 
Bienvenidos, señores, bienvenidos todos. ‑ Me alegra verte tan bien. ‑ Bienvenidos, amigos. ‑ ¡Mi viejo amigo! Te ha salido barba desde que te vi. ¿No te subirás a mis barbas aquí, en Dinamarca? ‑ ¡Ah, mi joven señora! Válgame, desde la última vez que os vi, vuestra merced se ha acercado al cielo en la altura de un chapín[L12]. Dios quiera que no hayas mudado la voz y suene a moneda falsa. ‑ Señores, sed todos bienveni­dos. Ahora, a lanzarse contra lo que salga, como cetre­ros franceses[L13]. Anda, a recitar. Venga, una prueba de tus dotes; vamos, un fragmento que conmueva.
 
ACTOR 1.0
¿Cuál, señor?
HAMLET
Te oí una vez recitar un fragmento que nunca se repre­sentó; a lo sumo, una sola vez. La obra, lo recuerdo bien, no gustó a la multitud, era caviar para el público. Pero, en mi sentir y en el de otros cuyo juicio en la materia pesa más que el mío, era una obra magnífica, bien concertada, y compuesta con tanta mesura como arte. Recuerdo que alguien dijo que no había pimienta en los versos que los hiciera picantes, ni nada en el lenguaje que pudiera acusar al autor de afectación, sino que tenía un estilo comedido. En ella me gustaba más que nada un fragmento, el relato de Eneas a Dido, especialmente la parte que trata de la muerte de Pría­mo[L14]. Si aún vive en tu memoria, empieza donde dice... A ver, a ver:
«El áspero Pirro, cual la fiera hircana[L15]...»
No, así, no. Empieza con Pirro:
«El áspero Pirro, con sable armadura,
negra cual su intento e igual que la noche
cuando en el funesto corcel iba oculto,
ha untado su negra y horrífica efigie
de heráldica infausta[L16]. De pies a cabeza
vestido de gules, hebras pavorosas
de sangre de padres, madres, hijas, hijos,
cocida y reseca por calles que abrasan
y dan una luz violenta y maldita
a su odiosa muerte. Quemado de furia
y fuego, cubierto de sangre cuajada,
carbunclos sus ojos, Pirro infernal busca
al anciano Príamo.»
    Sigue tú.
POLONIO
    Por Dios, que lo habéis dicho muy bien, con buena dicción y gran mesura.
ACTOR 1.0
«Al punto le halla
en vana ofensiva. Su espada vetusta
yace donde cae, hostil a sus órdenes,
rebelde a su brazo. En lid desigual
Pirro embiste a Príamo y yerra en su rabia,
pero con el soplo de su rudo acero
el anciano cae. La inánime Ilión[L17],
cual sintiendo el golpe, con torres en llamas
se viene a tierra, y su hórrido estruendo
a Pirro suspende: he ahí que su espada,
en trance de herir la nívea cabeza
del viejo patriarca, se paró en el aire.
Cual imagen de un tirano quedó Pirro,
quien, inmóvil entre propósito y acto,
no hacía nada.
Mas (tal como ocurre ante una tormenta,
el cielo callado, las nubes tranquilas,
los vientos en calma, y toda la tierra
muda cual la muerte), de pronto el trueno
estremece el aire; así, tras la pausa,
se excita otra vez la venganza de Pirro;
y nunca golpeó el martillo de un cíclope [L18]
con menos piedad la armadura de Marte,
de forja perpetua, que ahora golpea
a Príamo el arma sangrienta de Pirro.
¡Atrás, ramera Fortuna! ¡Oíd, dioses!
¡En santo concilio quitadle su fuerza,
rompedle a su rueda los radios y pinas,
haciendo que el cubo ruede desde el cielo
y caiga en el tártaro!»
POLONIO
    Demasiado largo.
HAMLET
Irá al barbero, junto con tu barba. ‑ Sigue, te lo ruego. Éste sólo quiere mojigangas o cuentos verdes; si no, se duerme. Sigue. Llega a lo de Hécuba[L19].
ACTOR 1.0
«Mas quien a la reina viese en su arrebozo ... »
HAMLET
    ¿«Arrebozo»?
POLONIO
Está bien; «arrebozo» está bien.
ACTOR 1.0
«... corriendo descalza, un río de lágrimas
conminando al fuego; paño y no corona
sobre la cabeza; vestido su cuerpo,
flaco y extenuado de tanto engendrar,
con manta cogida en la prisa del miedo...
Quien todo esto viese, con voz venenosa
contra el poder de Fortuna se alzaría.
Hubiéranla visto entonces los dioses,
cuando ella vio a Pirro en cruel pasatiempo
cortando a su esposo en tristes pedazos,
a no ser que lo mortal no los conmueva,
el mero estallido de pena y dolor
habría hecho llorar a los ojos del cielo
y sufrir a los dioses».
 
POLONIO
Mirad: se le altera el semblante y le brotan las lágrimas. ‑ No sigas, te lo ruego.
HAMLET
Ya basta. Pronto declamarás el resto. ‑ Mi buen señor, ¿queréis cuidaros de hospedar bien a los actores? Oíd­me: que sean bien tratados, pues son el compendio y la crónica del mundo. Más os vale un mal epitafio a vues­tra muerte que sufrir en vida su censura.
POLONIO
Señor, los trataré como se merecen.
HAMLET
¡Cuerpo de Dios, mucho mejor! Tratad a cada uno como se merece y, ¿quién escapa al látigo? Tratadlos según vuestro honor y dignidad: cuanto menos me­rezcan, más mérito tendrá vuestra largueza. Acompa­ñadlos.
POLONIO
Venid, señores.
 
Sale con [todos] los ACTORES [menos el pri­mero].
 
HAMLET
Seguidle, amigos. Mañana habrá función. ‑ Oye, ami­go, ¿podéis representar «El asesinato de Gonzago»?
ACTOR 1.0
Sí, mi señor.
HAMLET
Será para mañana noche. Si es preciso, ¿podrías apren­derte de memoria un fragmento de doce a dieciséis versos que yo puedo escribir e intercalar?
ACTOR 1.0
Sí, mi señor.
HAMLET
Muy bien. Sigue al caballero y no te burles de él.
 
[Sale el ACTOR I.0]
 
Mis buenos amigos, hasta la noche. Sed bienvenidos a Elsenor.
ROSENCRANTZ [despidiéndose]
Mi señor...
 
Salen ROSENCRANTZ y GUILDENSTERN.
 
HAMLET
Quedad con Dios. ‑ Ahora ya estoy solo.
¡Ah, qué innoble soy, qué mísero canalla!
¿No afea mi conducta el que este actor,
en su fábula, fingiendo sentimiento,
acomode su alma a una imagen
al punto que su rostro palidezca,
le broten lágrimas, el semblante se le mude,
la voz se le entrecorte, y que aplique todo el cuerpo
a la expresión de su imagen? Y todo por nada.
¿Por Hécuba?
¿Quién es Hécuba para él, o él para Hécuba,
que le hace llorar? ¿Qué haría si tuviese
el motivo y la llamada al sentimiento
que yo tengo? Ahogar el teatro con sus lagrimas,
atronar con su clamor los oídos del público,
enloquecer al culpable y aterrar al inocente,
pasmar al ignorante y suspender
los sentidos de la vista y el oído. Mas yo,
vil desganado, me arrastro en la apatía
como un soñador, impasible ante mi causa
y sin decir palabra; no, ni por un rey
cuya vida, su bien más preciado,
fue ruinmente aniquilada. ¿Soy un cobarde?
¿Quién me llama infame, me da en la cabeza,
me arranca la barba y me la sopla a la cara,
me tira de la nariz, me acusa de embustero
en cuerpo y alma? ¿Quién?
¡Voto a ... ! Lo sufriría. Pues seguro
que soy dulce cual paloma y no tengo la hiel
que encona los agravios, que, si no,
ya habría cebado a los milanos del cielo
con la asadura de este ruin. ¡Canalla inhumano
rijoso, sensual, desleal, desnaturalizado!
¡Oh, venganza!
¡Ah, qué torpe soy! Sí. ¡Buen lucimiento!
Yo, hijo de un padre querido al que asesinan,
movido a la venganza por cielo e infierno,
como una puta me desfogo con palabras
y me pongo a maldecir como una golfa
o vil fregona. ¡Ah, qué vergüenza!
Actúa, cerebro. He oído decir
que unos culpables que asistían al teatro
se han impresionado a tal extremo
con el arte de la escena que al instante
han confesado sus delitos; pues el crimen,
aunque es mudo, al final habla
con lengua milagrosa. Haré que estos actores
reciten algo como el crimen de mi padre
en presencia de mi tío. Observaré sus gestos,
le hurgaré la herida. Al menor sobresalto
ya sé qué hacer. El espíritu que he visto
quizá sea el demonio, cuyo poder le permite
adoptar una forma atrayente; sí, y tal vez
por mi debilidad y melancolía,
pues es poderoso con tales estados,
me engaña para condenarme. Quiero pruebas
concluyentes: el teatro es la red
que atrapará la conciencia de este rey.
 
Sale.

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 [L1]Entiéndase alrededor de la Tierra, según la astronomía de To­lomeo. La moderna teoría del sistema solar, de Copérnico, publicada en el siglo XVI, invirtió esta antigua creencia.
 [L2]Se ha interpretado el original («fishmonger») como «alcahue­te», y se ha explicado (Jenkins) que introduce la secuencia «pescade­ro > hija > concepción». Sin embargo, las posibles connotaciones del término no han podido demostrarse de modo concluyente. Lo que aquí importa es la incongruencia de llamar pescadero a un dignatario real y, seguramente, la sospecha de Hamlet (cierta, como sabemos lectores y público) de que están intentando espiarle y sonsacarle.
 [L3]Este juego de ingenio podría explicarse así: si se parte de que la ambición es la sombra de una sombra, los únicos mortales que tendrían cuerpo serán los mendigos, que son los menos ambiciosos; por tanto, los reyes y los héroes, a quienes mueve la ambición, serán «sombras de mendigos». Pero, como observa Hibbard, los que no entienden del todo este pasaje están en buena compañía: la de Coleridge, entre otros.
 [L4]Seguramente, la ciudad de Wittenberg, donde estudió Hamiet.
 [L5]Probable referencia a sucesos teatrales o políticos del Londres de la época, tal vez la rebelión del conde de Essex contra la reina Isabel en 1601.
 [L6]En la mitología clásica, Hércules llevó el mundo sobre sus hombros para que Atlas cogiera las manzanas del Jardín de las Hespérides. Al parecer, la imagen de Hércules «con su carga» aparecía en el escudo del Teatro del Globo de Londres, en el que actuaba la compañía de Shakespeare.
 [L7]Probable cita de alguna balada perdida.
 [L8]La primera suele explicarse como la obra teatral que respeta la unidad de lugar, mientras que la segunda sería la que no se atiene a ninguna de las tres unidades.
 [L9]Séneca en la tragedia y Plauto en la comedia eran los dos drama­turgos de la literatura clásica que más influyeron en el teatro isabelino. Además, el drama de Séneca inspiró la tragedia isabelina de venganza.
 [L10]Según la Biblia (Jueces, 11, 30‑40),Jefté hizo voto a Jehová de que si derrotaba a los amonitas, sacrificaría a quien saliera de su casa a recibirle cuando él regresara. Salió su única hija, quien, antes de ser sacrificada, «llorá su virginidad por los montes». Hamlet pasa a recitar versos de una balada popular basada en la historia de Jefté.
 [L11]Es decir, el hecho de que, como Jefté, tengáis una hija no significa que la queráis tanto. Según un comentarista, no se deduce que Polonio sea como Jefté en querer a su hija, sino en sacrificarla. Por lo demás Hamlet finge no entender y continúa con lo que «sigue» en la balada.
 [L12]Es decir, el actor ha crecido bastante: el chapín era un zapato de suela muy alta que llevaban las mujeres. Hamlet se ha dirigido al actor adolescente que representaba los papeles femeninos.
 [L13]Según algunos, la referencia indica que a los cetreros franceses se les atribuía más entusiasmo que arte. Pero el contexto parece indicar también que a los franceses se les tenía por expertos en cetrería, si se entiende que Hamlet invita a los actores a improvisar y está seguro de que sabrán hacerlo.
 [L14]En el segundo libro de la Eneida de Virgilio, Eneas le cuenta a Dido, reina de Cartago, la muerte del anciano Príamo, rey de Troya. Príamo murió a manos de Pirro, hijo de Aquiles y uno de los que entró en la mítica ciudad encerrado en el célebre caballo de madera.
 [L15]De Hircania, país del Asia antigua.
 [L16]Shakespeare usa aquí «heráldica» en el sentido de variedad de colores heráldicos. Así, en el recitado: «sable» = negro, «guies» = rojo.
 [L17]Troya, aunque aquí Shakespeare parece referirse más bien a la ciudadela o al palacio real.
 [L18]En la mitología griega, los cíclopes eran seres enormes de un solo ojo que forjaban toda clase de objetos para los dioses (a Zeus le propor­cionaron el rayo y el trueno).
 [L19]Esposa del anciano Príamo y reina de Troya.


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12/25 10:35