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西语阅读:《一千零一夜》连载一 b
日期:2011-03-01 11:39  点击:1016

Cuando su hermano oyó estas pa­labras, le dijo: “Por Alah te conjuro a que me cuentes la causa de haber recobrado tus colores.” Entonces el rey Schalizaman le refirió cuanto ha­bía visto. Y el rey Schaliriar dijo: “Ante todo, es necesario que mis ojos vean semejante cosa.” Su her­mano le respondió: “Finge que vas de caza, pera escóndete en mis apo­sentos, y serás testigo del espectácu­lo: tus ojos lo comprobarán.”
Inmediatamente, el rey mandó que el pregonero divulgase la orden de -marcha. Los soldados salieron con sus tiendas fuera de la ciudad. El rey marchó también, se ocultó en su tienda y dijo a sus jóvenes escla­vos: “¡Que nadie entre!” Luego se disfrazó, salió a hurtadillas y se diri­gió al palacio. Llegó a los aposentos de su hermano, y se asomó a la ven­tana que daba al jardín. Apenas ha­bía pasado una hora, cuando salieron las esclavas, rodeando a su señora, y tras ellas los esclavos. E hicieron cuanto había contado Schahzaman.
Cuando vio estas cosas el rey Schahriar, la razón se ausentó, de su cabeza, y dijo a su hermano: “Mar­chemos para saber cuál es nuestro destino en el camino de Alah, por­que nada de común debemos tener con la realeza hasta encontrar a al­guien que haya sufrido una aventura semejante a la nuestra. Si no, la muerte sería preferible a nuestra vida.” Su hermano le contestó lo que era apropiado, y ambos salieron por una puerta secreta del palacio. Y no cesaron de caminar día y noche, has­ta que por fin llegaron a un árbol, en medio de una solitaria pradera, junto al mar salado. En aquella pra­dera había un manantial de agua dulce. Bebieron de ella y se sentaron a descansar.
Apenas había transcurrido una hora del día, cuando el mar empezó a agitarse. De pronto brotó de él una negra columna de humo, que llegó hasta el cielo y se dirigió después hacia la pradera. Los reyes, asusta­dos, se subieron a la cima del árbol, que era muy alto, y se pusieron a mirar lo que tal cosa pudiera ser. Y he aquí que la columna de humo se convirtió en un efrit de elevada estatura, poderoso de hombros y ro­busto de pecho. Llevaba un arca so­bre la cabeza. Puso el pie en el suelo, y se dirigió hacia el árbol y se sentó debajo de él. Levantó entonces la tapa del arca, sacó de ella una caja, la abrió, y apareció en seguida una encantadora joven, de espléndida hermosura, luminosa lo mismo que el sol, como dijo el poeta:

¡Antorcha en las tinieblas, ella apa­rece y es el día! ¡Ella aparece y con su luz se iluminan las auroras!
¡Los soles irradiar con su claridad y las lunas con las sonrisas de sus ojos! ¡Que los velos de su misterio se ras­guen, e inmediatamente las criaturas se prosternan encantadas a sus pies!
¡Y ante los dulces relámpagos de su mirada, el rocío de las lágrimas de pa­sion humedece todos los párpados!

Después que el efrit hubo contem­plado a. la hermosa joven, le dijo: “¡Oh soberana de las sederías! ¡Oh tú, a quien rapté el mismo día de tu boda! Quisiera dormir un poco.” Y el efrit colocó la cabeza en las rodi­llas de la joven y se durmió.
Entonces la joven levantó la cabe­za hacia la copa del árbol y vio ocul­tos en las ramas a los dos reyes. En seguida apartó de sus rodillas la ca­beza del efrit, la puso en el suelo, y les dijo por señas: “Bajad, y no tengáis miedo de este efrit.” Por señas, le respondieron: “¡Por Alah sobre ti! ¡Dispénsanos de lance tan peligroso!” Ella les dijo: “¡Por Alah sobre vosotros! Bajad en seguida si no queréis que avise al efrit; que os dará la peor muerte.” Entonces, asus­tados, bajaron hasta donde estaba ella, la joven los tomó de las manos, se internó con ellos en el bosque y les exigió algo que no pudieron ne­garle. Una vez estuvieron cumpli­dos sus deseos sacó del bolsillo un saquito y del saquito un collar com­puesto de quinientas setenta sor­tijas con sellos, y les pregunto “¿Sa­béis lo que es esto?” Ellos con­testaron: “No lo sabemos.” Entonces les explicó la joven: “Los dueños de estos anillos hicieron lo mismo que vosotros junto a los cuernos insen­sibles de este efrit. De suerte que me vais a dar vuestros anillos.” Lo hi­cieron así, sacándoselos de los dedos, y ella entonces les dijo: “Sabed que este efrit me robó la noche de mi bo­da; me encerró en esa caja, metió la caja en el arca, le echó siete can­dados y la arrastró al fondo del mar, allí donde se combaten las olas. Pero no sabía que cuando desea alguna co­sa una mujer no hay quien la ven­za.” Ya lo dijo el poeta:

¡Amigo: no te fíes de la mujer; ríete de sus promesas! ¡Su buen o mal hu­mor depende de sus caprichos!
¡Prodigan amor falso cuando la per­fidia-las llena y forma como la trama de sus vestidos!
¡Recuerda respetuosamente las pala­bras de Yusuf! ¡Y no olvides que Eblis hizo que expulsaran a Adán por causa de la mujer!
¡No te confíes, amigo! ¡Es inútil! ¡Mañana, en aquella que creas más se­gura, sucederá al amor puro una pasión loca!
Y no digas: “¡Si me enamoro, evita­ré las locuras de los enamorados!” ¡No lo digas! ¡Sería verdaderamente un prodigio único ver salir a un hombre sano y salvo de la seducción de las mujeres!

Los dos hermanos; al oír estas palabras, se maravillaron hasta mas no poder, y se dijeron uno a otro: “Si éste es un efrit, y a pesar de su poderío le han ocurrido cosas más enormes que a nosotros, esta aventu­ra debe consolarnos.” Inmediatamen­te se despidieron de la joven y re­gresaron cada uno a su ciudad.
En cuanto el rey Schahriar entró en su palacio, mandó degollar a su esposa, así como a los esclavos y esclavas. Después persuadido de que no existía mujer alguna de cuya fi­delidad pudiese estar seguro, resol­vió desposarse cada noche con una y hacerla degollar apenas alborease el día, siguiente. Así estuvo haciendo durante tres años, y todo eran la­mentos y voces de horror. Los hom­bres huían con las hijas que les que­daban
 


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