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《一千零一夜》连载三十六d
日期:2011-11-29 07:11  点击:882

《一千零一夜》连载三十六d

PERO CUANDO LLEGó LA 769 NOCHE

 

Ella dijo:

 

“¡Ya setti, ya settí! ¡He ahía mi amo Aladino, he ahí a mi amo Ala­dino! ¡Está bajo las ventanas del palacio!”

Al oír estas palabras de su servi­dora, Badrú’l-Budur se precipitó a la ventana, y vio a Aladino, el cual la vio también. Y casi enloquecie­ron ambos de alegría. Y fue Badrú'l-Budur la primera que pudo abrir la boca, y gritó a Aladino: “¡Oh querido mío! ¡ven pronto, ven pron­to! ¡mi servidora va a bajar para abrirte la puerta secreta! ¡Puedes su­bir aquí sin temor! ¡El mago maldi­to está ausente por el momento!” Y cuando la servidora le hubo abierto la puerta secreta, Aladino subió al aposento de su esposa y la recibió en sus brazos. Y se besaron, ebrios de alegría, llorando y riendo. Y cuan­do estuvieran un poco calmados se sentaron uno junto a otro, y Aladi­no dijo a su esposa: “¡Oh Badrú'l-­Badur! ¡antes de nada tengo que pre­guntarte qué ha sido de la lámpara de cobre qué dejé eri mi cuarto so­bre una mesilla antes de salir de caza!” Y exclamó la princesa: “¡Ah! ¡querido mío, esa lámpara precisa­mente es la causa de nuestra desdi­cha! ¡Pero todo ha sido por mi cul­pa, sólo por mi culpa!” Y contó a Aladino cuanto había ocurrido en el palacio desde, su ausencia, y cómo, por reírse de la locura del vendedor de lámparas, había, cambiado la lám­para de la mesilla por una lámpara nueva; y todo lo que ocurrió después, sin olvidar un detalle. Pero no hay utilidad en repetirlo. Y concluyó di­ciendo: “Y sólo después de transpor­tarnos aquí con el palacio es cuando el maldito maghrebín ha venido a revelarme qué, por el poder de su hechicería y las virtudes de la lám­para cambiada, consiguió arrebatar­me a tu afecto con el fin de poseer­me. ¡Y me dijo que era maghrebín y que estábamos en Maghreb, su país!” Entonces Aladino, sin hacer­le el menor reproche, le preguntó: “¿Y qué desea hacer contigo ese maldito?” Ella dijo: “Viene una vez al día, nada más a hacerme una vi­sita, y trata por todos los medios de seducirme. ¡Y como está lleno de perfidia, para vencer mi resistencia no ha cesado de afirmarme, que el sultán te había hecho cortar la ca­beza por impostor, y que, al fin y al cabo, no eras más que el hijo de una pobre gente, de un miserable sastre llamado Mustafá, y que sólo a él debías la fortuna y los honores de que disfrutabas! Pero hasta aho­ra no ha recibido de mí, por toda respuesta, más que el silencio del desprecio y que le vuelva la espalda. ¡Y se ha visto obligado a retirarse siempre con las orejas caídas y la nariz alargada! ¡Y a cada vez temía yo que recurriese a la violencia! Pero hete aquí ya. ¡Loado sea Alah!” Y Aladino le dijo: “Dime ahora ¡oh Badrú'l-Budur! en qué sitio del pa­lacio está escondida, si lo sabes, la lámpara qué consiguió arrebatarme ese maldito maghrebín.” Ella dijo: “Nunca la deja en el palacio, sino que la lleva en el pecho continua­mente. ¡Cuántas veces se la he visto sacar en mi presencia para enseñár­mela como un trofeo!” ¡Entonces Aladino le dijo: “¡Está bien! pero ¡por tu vida, que no ha de seguir en­señándotela mucho tiempo! ¡Para eso únicamente te pido que me dejes un instante solo en esta habitación!” Y Badrú’l-Budur salió de la sala y fue a reunirse con sus servidoras.

Entonces Aladino frotó el anillo mágico qué llevaba al dedo, y dijo al efrit que se presentó: “¡Oh efrit del anillo! ¿conoces las diversas especies de polvos soporíferos?” El efrit con­testó: “Es lo que mejor conozco!” Aladino dijo: “¡En ese caso te or­deno que me traigas una onza de bang cretense, una sola toma del cual sea capaz de derribar a un ele­fante!” Y desapareció el efrit, pero para volver al cabo de tin momento, llevando en los dedos una cajita, que entrego a Aladino, diciéndole: “¡Aquí tienes ¡oh amo del anillo! bang cretense de la calidad más fi­na!” Y se fue Y Aladino llamó a su esposa Badrú’l-Budur, y le dijo: “¡Oh mi señora Badrú’l-Budur! si quieres que triunfemos de ese mal­dito maghrebín, no tienes más que seguir el consejo que voy, a darte. ¡Y te advierto que el tiempo apremia, pues me has dicho que el maghrebín estaba a punto de llegar para inten­tar seducirte! ¡He aquí, pues, lo que tendrás que hacer!” Y le dijo: “¡Ha­rás estas cosas, y le dirás estas otras cosas!” Y le dio amplias instruccio­nes respecto a la conducta que debía seguir con el mago. Y añadió: “En cuanto a mí, voy a ocultarme en esta arca. ¡Y saldré en el momento opor­tuno!” Y le entregó la cajita de bang, diciendo: “¡No te olvides de lo que acabo de indicarte!” Y la dejó para ir a encerrarse en el arca.


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