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Capítulo XX La señorita Johnson, la señora Mercado y el señor Reiter(3)
日期:2023-10-07 17:20  点击:276

Luego miró perpleja a Poirot y preguntó:

—¿Tiene esto algo que ver con el crimen, monsieur?

Monsieur Poirot extendió las manos con un ademán muy francés.

—Me hará usted sonrojar, mademoiselle —contestó—. A sus ojos pareceré un hombre aficionado al chismorreo. ¿Pero qué quiere que le haga? Siempre me interesaron los asuntos amorosos de la gente joven.

—Sí —replicó la señorita Johnson dando un ligero suspiro—. iQué bonito es ver cómo un verdadero amor discurre placenteramente!

El detective, por toda respuesta, dio un suspiro. Me hizo el efecto de que la señorita Johnson estaba pensando en algún amorío que tuvo en su juventud. Me pregunté si monsieur Poirot tendría mujer y si se conduciría en su vida de casado como los extranjeros, los cuales, según dicen, tienen líos de faldas y cosas por el estilo. Pero su aspecto era tan cómico que no pude imaginármelo haciendo cosas así.

—Sheila Reilly es una chica de mucho carácter —observó la señora Johnson—. Es joven y brusca, pero tiene buen fondo.

—Me fío de su palabra, mademoiselle —dijo Poirot.

Se levantó y preguntó:

—¿Habrá alguien más en la casa?

—Marie Mercado debe andar por ahí. Todos los hombres se han ido hoy a las excavaciones. Tenían ganas de salir de la casa y no les censuro por ello. Si quiere usted ir..

La señorita Johnson salió al porche y me dijo, sonriendo:

—Creo que a la enfermera Leatheran no le importará acompañarle.

—Claro que no, señorita Johnson —repliqué. ¿Almorzará con nosotros, monsieur Poirot?

—iEncantado, mademoiselle!

La señorita Johnson volvió a entrar en la sala de estar, pues tenía algunas piezas por clasificar.

—La señora Mercado está en la azotea —dije—. ¿Quiere verla antes?

—Creo que será preferible. Vamos allá.

Cuando subíamos por la escalera, musité: —Hice lo que me ordenó. ¿Oyó usted algo?

—Nada en absoluto.

—Eso le quitará un peso de la cabeza a la señorita Johnson —observé — Sentía gran preocupación, pues pensaba que podía haber hecho algo.

La señora Mercado estabasentada en el parapeto, con la cabeza inclinada y tan concentrada en sus pensamientos que no oyó nuestra llegada, hasta que Poirot se puso a su lado, dándole los buenos días.

La señora Mercado abrió de par en par sus ojos negros, sorprendida. Parecía estar enferma. La cara contraída y marchita. Unos círculos oscuros le rodeaban los ojos.

—Encore moi —dijo Poirot—. He venido hoy con un objeto especial.

Por un momento vi que las pestañas de ella temblaban.

—¿Es cierto, madame, que, según me han dicho, se notaba aquí cierta tensión... un ambiente muy violento?

iOh! ¿Quién pudo decirle tal cosa? ¿El doctor Leidner?

Sobresaltada, levantó la mirada. Y me dirigió una mirada rencorosa.

Poirot sonrió.

—Tengo mis espías particulares, madame —anunció jocosamente.

Y prosiguió hablando, poco más o menos, en los mismos términos que empleó con la señorita Johnson, explicando cuán necesario era que pudiera conseguir verdadero retrato de la señora Leidner.

La señora Mercado, sin embargo, no fue tan sincera como la señorita Johnson. Empezó a proferir alabanzas con un tono de estudiado afecto.

—iPobrecita Louise! Es dificilísimo describírsela a quien no la hubiera conocido. Era una criatura extraña, completamente diferente de los demás. Estoy convencida de que usted también opina así, ¿verdad, enfermera? Era una mártir de los nervios y muy dada a fantasear; pero una le soportaba cosas que a otros no les hubiera aguantado. Y se portaba muy bien con todos nosotros, ¿verdad, enfermera? Y era tan moderna... quiero decir que no sabía nada de arqueología y, sin embargo, tenía tanto interés en aprender que constantemente estaba haciendo preguntas a mi marido acerca del proceso químico para tratar los objetos metálicos, y ayudaba a la señora Johnson a reparar cerámica. La queríamos mucho. i Y en todo lo que le han contado no hay nada de verdad! Éramos como una familia bien avenida. ¿No cree usted —preguntó la señora Mercado— que después de haber ocurrido un hecho como éste siempre se pretende saber muchas cosas que nunca sucedieron? Ya sabe usted... tensión, aprensiones, un sentimiento de que algo va a pasar.


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