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哈姆雷特 第五幕之第二场
日期:2011-03-29 05:44  点击:1743

哈姆雷特 第五幕之第二场

 

V.ii Entran HAMLET y HORACIO.
 
HAMLET
De eso nada más. En cuanto al resto, veamos.
¿Te acuerdas de todo mi relato?
HORACIO
¡Cómo no acordarme, señor!
HAMLET
Había en mi alma una especie de lucha
que me tenía despierto. Me sentí peor
que un amotinado en los grilletes.
En un rapto... Benditos los arrebatos:
admitamos que a veces el impulso
nos es más útil que el cálculo, lo que nos muestra
que hay una divinidad que modela nuestros fines,
cualquiera que haya sido nuestro esbozo.
HORACIO
Así es.
HAMLET
Salí del camarote y, envuelto
en mi tabardo marinero, anduve
a tientas en las sombras hasta hallarlos [L1]
les quité los documentos y volví
finalmente al camarote, permitiéndome
abrir el real comunicado, mis temores
venciendo mis modales. Horacio, en él leí
(¡ah, regia canallada!) la orden expresa,
guarnecida de razones muy variadas
sobre el bien de Dinamarca e Inglaterra,
con, ¡ah!, todos los duendes que me hacen peligroso,
de que, a su lectura y en el acto,
sin esperar a que afilasen el hacha,
me cortaran la cabeza.
HORACIO
¡No es posible!
HAMLET
Aquí está el comunicado. Léelo sin prisa.
¿Quieres saber cómo procedí?
HORACIO
Os lo ruego.
HAMLET V
Véndome atrapado por infames
(antes que le diera un resumen al cerebro,
él ya veía la acción), me senté, proyecté
una nueva orden, la escribí con buena letra.
Al igual que los políticos, yo antes
menospreciaba la caligrafía
y me esforcé en olvidarla, pero ahora
me ha prestado un fiel servicio.
¿Te digo el contenido de la orden?
HORACIO
Sí, Alteza.
HAMLET
Fue un ruego muy solemne de parte del rey:
Puesto que Inglaterra ha sido su leal tributaria
y sus lazos deben florecer cual la palmera,
puesto que la paz debe llevar siempre
su guirnalda de espigas y unirlos en su afecto,
con otros muchos «puestos» bien colmados,
que, a la vista y lectura del escrito,
sin debate y cumpliéndolo a la letra,
se dé a sus portadores la muerte inmediata
sin lugar a confesión.
HORACIO
¿Y cómo lo sellasteis?
HAMLET
Hasta en eso fue el cielo providente:
llevaba en la bolsa el anillo de mi padre,
cuyo sello es idéntico al del rey;
doblé el escrito a la manera del otro,
lo firmé, sellé y reemplacé sin que nadie
advirtiera ningún cambio. Al otro día
fue el combate naval; lo que sigue
ya lo sabes.
HORACIO
Y Guildenstern y Rosencrantz fueron a su muerte
HAMLET
¡Pero si estaban prendados de su oficio!
No me rozan la conciencia. Su caída
resulta de su propia intromisión.
El inferior corre peligro atravesándose
entre los fieros golpes y estocadas
de rivales poderosos.
HORACIO
¡Qué rey es este!
HAMLET
¿No crees que ya es mi turno?
Mata a mi padre, prostituye a mi madre,
se mete entre la elección y mi esperanza [L2]
y a mi propia vida le echa el anzuelo
con toda esa maña. ¿No sería de conciencia
pagarle con mi brazo? ¿Y no sería condenarse
permitir que esta úlcera se extienda
y siga corrompiendo?
HORACIO
Tendrá pronto noticias de Inglaterra
informándole de todo lo ocurrido.
HAMLET
Muy pronto. Pero el intervalo es mío.
Una vida no dura más que decir «uno».
Pero me ha dolido mucho, buen Horacio,
haberme propasado con Laertes,
pues en el rostro de mi causa puedo ver
el reflejo de la suya. Me ganaré su favor.
Sin embargo, sus alardes de angustia
dispararon mi arrebato.
HORACIO
¡Chsss! ¿Quién viene?
 
Entra el joven OSRIC.
 
OSRIC
Alteza, sed muy bienvenido a Dinamarca.
HAMLET
Con humildad os lo agradezco. ‑ ¿Conoces a esta li­bélula?
HORACIO
No, mi señor.
HAMLET
Más gracia para tu alma, que conocerle es pecado. Posee tierras, muchas y fértiles. Con que un animal sea dueño de animales, ya tiene el pesebre en la mesa del rey. Este es un rústico, pero, como digo, con grandes extensiones de estiércol.
OSRIC
Mi querido señor, si vuestra gentileza se hallara ociosa, os transmitiría un mensaje de Su Majestad.
HAMLET
Señor, le prestaré oídos con toda entrega de espí­ritu. Dadle a vuestro gorro el uso debido: es para la cabeza.
OSRIC
    Gracias, Alteza. Hace mucho calor.
HAMLET
No, creedme: hace mucho frío. El viento es del norte.
OSRIC
    En efecto, señor; hace bastante frío.
HAMLET
    Para mi complexión hace un calor sofocante.
OSRIC
Sobre manera, Alteza. Hace mucho bochorno, como quien dice... ¿Cómo decirlo? Pero, señor, Su Majestad me manda participaros que ha hecho una gran apuesta en favor vuestro. Señor, se trata de...
HAMLET
    Acordaos de cubriros.
OSRIC
No, mi buen señor, de veras; por respeto. Alteza, no ignoráis la excelencia de Laertes con su arma.
HAMLET
    ¿Y cuál es?
OSRIC
Estoque y daga[L3].
HAMLET
Son dos armas. Pero, en fin...
OSRIC
Señor, el rey ha apostado seis corceles berberiscos, a los cuales, según creo, Laertes ha contrapuesto seis esto­ques y puñales franceses con todos sus adherentes, tales como el cinto, los tahalíes, etcétera. En verdad, tres de las portaderas son muy gratas al gusto, muy acordes con la empuñadura, un auténtico primor y de extrema­da fantasía.
HAMLET
¿A qué llamáis «portaderas»?
ORISC
Señor, las portaderas son las correas.
HAMLET
El término sería más propio si pudiéramos ceñirnos un cañón. Entre tanto, llámense correas. Mas sigamos. Seis caballos berberiscos contra seis espadas francesas, con sus adherentes y tres portaderas de extremada fantasía. Es la apuesta francesa contra la danesa. ¿Por qué se ha «contrapuesto», como vos decís?
OSRIC
Señor, el rey ha apostado que en doce asaltos entre vos y Laertes, él no os ganará por más de tres. Laertes ha apostado por nueve de los doce[L4]. Podría ponerse a prueba de inmediato si Vuestra Alteza se dignase res­ponder.
HAMLET
¿Y si respondo que no?
OSRIC
Señor, quiero decir si accedierais a enfrentaros.
HAMLET
Señor, pasearé por este salón. Si le place a Su Majestad, es mi hora de ejercicios. Si traen las armas, y está dispuesto el caballero, y el rey mantiene su apuesta, haré que gane si puedo. Si no, me ganaré la deshonra y los golpes en cuestión.
OSRIC.
¿Transmito así vuestra respuesta?
HAMLET
En tal sentido, señor, con los floreos que os dicte vues­tro estilo.
OSRIC
Me recomiendo con lealtad a Vuestra Alteza.
HAMLET
Todo vuestro.
 
Sale OSRIC.
 
Hace bien en recomendarse, pues nadie lo hará por él.
HORACIO
Este chorlito se va con el cascarón en la cabeza.
HAMLET
Le hacía ceremonias a la teta antes de mamar. Éste y otros muchos de su cuerda, que tanto cautivan a nues­tro frívolo mundo, sólo han pescado la jerga de moda y las fórmulas externas: un surtido de pamemas que los saca adelante entre las mentes más cultas; pero prueba a soplarles y les revientas las pompas.
HORACIO
Perderéis este encuentro, señor.
HAMLET
No lo creo. Desde que él marchó a Francia, no he dejado de practicar, y con tal apuesta ganaré. Aunque no te imaginas el malestar que siento. Pero no importa.
HORACIO
¿Qué es, señor?
HAMLET
Una tontería; uno de esos presentimientos que turba­rían a una mujer[L5]
HORACIO
Si vuestro ánimo está inquieto, obedecedlo. Haré que no vengan y diré que no estáis listo.
HAMLET
Nada de eso; los augurios se rechazan. Hay singular providencia en la caída de un pájaro. Si viene ahora, no vendrá luego. Si no viene luego, vendrá ahora. Si no viene ahora, vendrá un día. Todo es estar preparado. Como nadie sabe nada de lo que deja, ¿qué importa dejarlo antes? Ya basta.
 
Entran el REY, la REINA, LAERTES, corte­sanos, [OSRIC] y acompañamiento con trompetas, tambores, cojines, espadas de es­grima y manoplas,‑ una mesa con jarras de vino.
 
REY
Ven, Hamlet; ven y toma esta mano.
 
[Pone la mano de LAERTES en la de HAMLET.]
HAMLET
Perdonadme, señor. Os he agraviado.
Perdonad como caballero. Los presentes
bien saben y a vos de cierto os han dicho
que estoy aquejado de un grave trastorno.
Si rudamente he provocado
vuestros sentimientos, honor y disgusto,
aquí proclamo que ha sido locura.
¿Fue Hamlet quien hirió a Laertes? Jamás.
Si Hamlet ha salido de sí
y, no siendo él mismo, agravia a Laertes,
no es Hamlet quien obra; Hamlet lo niega.
Entonces, ¿quién obra? Su locura. Si es así,
Hamlet es también de la parte agraviada
y la locura es su cruel enemiga.
Señor, ante esta asamblea:
que mi negación de un mal pretendido
me absuelva en vuestro noble pensamiento,
como si mi flecha, volando por encima
de la casa, hubiera herido a mi hermano.
LAERTES
Lo admito en mis sentimientos,
que son los que más deberían moverme
a la venganza. Respecto a mi honor
me reservo, y no deseo reconciliarme
hasta que voces de probada autoridad
emitan juicio y precedente de concordia
y mi buen nombre salga intacto. Hasta entonces
acojo como afecto el afecto declarado
y no lo menosprecio.
HAMLET
Lo acepto muy gustoso, y lucharé
abiertamente en este encuentro fraternal. –
Traed las espadas, vamos.
LAERTES
Venga, una para mí.
HAMLET
Laertes, os daré realce. Mi torpeza
hará que vuestro arte brille tanto
como un astro en la noche más oscura.
LAERTES
Os burláis, señor.
HAMLET
No, os lo juro.
REY
Dales las espadas, joven Osric. Hamlet,
¿conoces la apuesta?
HAMLET
Perfectamente, señor.
Vuestra Majestad ha apostado por el débil.
REY
No me inquieta; os he visto a ambos.
Mas, como él es un maestro, se te ha dado ventaja.
LAERTES
Ésta es muy pesada. A ver otra.
HAMLET
Ésta me gusta. ¿Son todas del mismo largo?
OSRIC
Sí, Alteza.
 
Se disponen a luchar.
 
REY
Poned las jarras de vino en esa mesa.
Si Hamlet da el primer golpe o el segundo,
o se desquita en el tercer asalto,
que en todas las almenas disparen los cañones.
El rey beberá por el vigor de Hamlet
y en la copa echará una perla más valiosa
que la que cuatro reyes sucesivos
en la corona danesa portaron.
Dadme las copas; el timbal hablará a la trompeta,
la trompeta al cañón de la muralla,
el cañón al cielo y el cielo a la tierra, diciendo:
«El rey bebe ahora por Hamlet.» Empezad.
Jueces, vosotros siempre vigilantes.
HAMLET
Vamos.
LAERTES
Vamos, señor.
 
Luchan.
 
HAMLET
¡Uno!
LAERTES
¡No!
HAMLET
¿Jueces?
OSRIC
Un punto, un punto muy claro.
LAERTES
Bien, sigamos.
REY
Alto. Traed el vino. Hamlet, tuya es esta perla.
Bebo a tu salud.
 
Suenan tambores y trompetas, y disparan una salva.
 
Dadle la copa.
HAMLET
Primero, este asalto. Dejadla a un lado. ‑
Vamos.
 
Vuelven a luchar.
 
    Otro punto. ¿Qué decís?
LAERTES
    Otro punto, lo confieso.
REY
Ganará nuestro hijo.
REINA
Está sudando y sin aliento[L6].
Hamlet, toma mi pañuelo, sécate la frente.
La reina bebe por tu suerte, Hamlet.
HAMLET
Gracias, madre.
REY
Gertrudis, no bebas.
REINA
Quiero beber, esposo; con permiso.
 
Bebe [y ofrece la copa a HAMLET].
 
REY [aparte]
Es la copa envenenada. Ya es tarde.
HAMLET
Aún no me atrevo, señora. Beberé luego.
REINA
Ven, deja que te seque la cara.
LAERTES
Majestad, esta vez le toco.
REY
No lo creo.
LAERTES [aparte]
Esto va casi contra mi conciencia.
HAMLET
Vamos al tercero, Laertes. No dais en serio.
Os lo ruego, atacad con más ardor.
Temo ser vuestro juguete.
LAERTES
¿Eso creéis? Vamos.
 
Luchan.
 
OSRIC
Ningún punto para nadie.
LAERTES
¡En guardia[L7]!.
 
Hiere a HAMLET. Hay un forcejeo y se cambian los estoques. HAMLET hiere a LAERTES.
 
REY
¡Separadlos! Están furiosos.
HAMLET
No, sigamos.
 
Cae la REINA.
 
OSRIC
¡Atended a la reina!
HORACIO
Sangran ambos. ‑ ¿Cómo estáis, Alteza?
OSRIC
¿Cómo estáis, Laertes?
LAERTES
Como pajaro cogido en mi trampa, Osric.
Mi propia traicion me da justa muerte.
HAMLET
¿Cómo está la reina?
 
REY
Se ha desmayado al verlos sangrar.
REINA
¡No, no, el vino, el vino! ¡Ah, mi buen Hamlet!
¡El vino, el vino! ¡Me ha envenenado!
 
Muere.
 
HAMLET
¡Ah, infamia! ¡Que cierren la puerta!
¡Traición! ¡Descubridla!
 
[Sale OSRIC.]
 
LAERTES
Está aquí, Hamlet. Hamlet, estás muerto.
No hay medicina que pueda salvarte.
No te queda ni media hora de vida.
El arma traidora está en tu mano,
con punta y envenenada. La vileza
se ha vuelto contra mí. Mira: yo,
caído para siempre, y tu madre, envenenada.
No puedo más. ¡El rey, el rey es el cuípable!
HAMLET
¿Con punta y envenenada? ¡Pues a lo tuyo, veneno!
 
Hiere al REY.
 
TODOS [LOS CORTESANOS]
    ¡Traición, traición!
REY
    ¡Amigos, defendedme! Sólo estoy herido.
HAMLET
¡Toma, maldito danés, criminal, incestuoso!
¡Bébete la pócima!
 
[Obliga a beber al REY.]
 
¿Está ahí tu perla? Sigue a mi madre.
 
Muere el REY.
 
LAERTES
Recibió su merecido:
es veneno que él mismo preparó.
Perdonémonos, mi noble Hamlet.
¡No caigan sobre ti mi muerte ni la de mi padre,
ni la tuya sobre mí!
 
Muere.
 
HAMLET
El ciclo te absuelva. Voy a seguirte.
Me muero, Horacio. ‑ ¡Adiós, pobre reina!
Vosotros, que palidecéis y tembláis
ante esta desdicha, comparsas o testigos
mudos de esta obra, si me quedara tiempo
(pues el esbirro de la muerte siempre arresta),
ah, os contaría... Ya basta. Horacio, me muero;
tú vives: relata mi historia y mi causa
a cuantos las ignoran.
HORACIO
Nada de eso.
Más que danés soy antiguo romano.
Aún queda bebida.
HAMLET
Como hombre que eres,
dame esa copa. ¡Suéltala! ¡Por Dios, dámelal
¡Ah, buen Horacio! Si todo queda oculto,
¡qué nombre tan manchado dejaré!
Si por mí sentiste algún cariño,
abstente de la dicha por un tiempo
y vive con dolor en el cruel mundo
para contar mi historia.
 
Marcha a lo lejos y cañonazo.
 
¿Qué es ese ruido de guerra?
 
Entra OSRIC.
 
OSRIC.
El joven Fortinbrás, de vuelta victoriosa
de Polonia, dispara esta salva marcial
en honor de los embajadores de Inglaterra.
HAMLET
¡Ah, ya muero, Horacio!
El fuerte veneno señorea mi ánimo.
No viviré para oír las nuevas de Inglaterra,
pero adivino que será elegido rey
Fortinbrás. Le doy mi voto agonizante.
Díselo, junto con todos los sucesos
que me han llevado... El resto es silencio.
 
[Lanza un hondo suspiro y ] muere.
 
HORACIO
Ha estallado un noble pecho. Buenas noches,
buen príncipe; que cánticos de ángeles
te lleven al reposo. ‑ ¿Por qué vienen los tambores?
 
Entran FORTINBRÁS y los EMBAJADORES de Inglaterra, con tambores, estandartes y acompañamiento.
 
FORTINBRÁS
¿Dónde está la escena?
HORACIO
¿Qué queréis ver? Si es algo
de asombro o dolor, cese vuestra busca.
FORTINBRÁS
Esta sangre pregona matanza. Muerte altiva,
¿qué festín preparas en tu celda infernal,
que con tal violencia hieres a la vez
a tantos príncipes?
EMBAJADOR
El cuadro es angustioso y nuestra embajada de Inglaterra llega tarde.
Sordos están los oídos que nos deben
dar audiencia, pues su orden fue cumplida
y Rosencrantz y Guildenstern han muerto.
¿Quién nos dará las gracias?
HORACIO
Su boca, no, aunque en ella
hubiera vida para agradecéroslo;
él nunca dio la orden de matarlos.
Mas, puesto que llegáis en hora tan sangrienta,
vos, de la guerra con Polonia, y vos,
de Inglaterra, disponed que los cadáveres
sean expuestos en alto a la vista de todos
y permitid que cuente al mundo, pues lo ignora,
todo cuanto sucedió. De este modo sabréis
de actos lascivos, sangrientos e inhumanos,
castigos fortuitos, muertes casuales
y otras que se deben a engaños y artificios;
y, por último, de intrigas malogradas
vueltas contra sus autores. Todo esto
fielmente os contaré.
FORTINBRÁS
Apresurémonos a oírlo,
y que esté presente toda la nobleza.
En cuanto a mí, acojo mi destino con dolor.
Sobre este reino tengo derechos históricos
y ahora es la sazón para reivindicarlos.
HORACIO
Hablaré también de ello
y del voto que otros muchos atraerá.
Mas cumplamos sin tardanza lo propuesto,
ahora que los ánimos se encienden, no sea
que a estas tramas sucedan más desdichas.
FORTINBRÁS
Cuatro capitanes portarán
a Hamlet marcialmente al catafalco,
pues, de habérsele brindado, habría sido
un gran rey. Su muerte será honrada
con sones militares y ritos de guerrero.
Llevaos los cadáveres. Esta escena,
más propia de batalla, aquí disuena.
Vamos, que disparen los soldados.
 
Salen en marcha solemne, seguida de una salva de cañón.
 
 

 [L1]A Rosencrantz y Guildenstern.
 [L2]La de ser rey.
 [L3]El estoque se llevaba en la mano derecha y servía para atacar; con la daga, llevada en la izquierda, se paraban los golpes del contrincante.
 [L4]Dando por supuesto que Laertes es mejor esgrimista que Hamlet, el rey apuesta por una diferencia de puntos favorable a aquél no superior a tres (es decir, Laertes debe ganarle por un mínimo de ocho a cuatro). Por su parte, Laertes parece haber subido la ventaja: él ganará al menos nueve de los doce asaltos. El original es confuso y ha suscitado explica­ciones diversas.
 [L5]Según Hamlet, son más bien las mujeres las que tienen estas corazonadas. Pero, como puede verse a continuación («si viene aho­ra ... »), es el presentimiento de su propia muerte lo que parece haber inquietado a Hamlet.
 [L6]En el original, «He's fat, and scant of breath», donde «fat» no parece significar «gordo», sino más bien «sudoroso» o «acalorado», como explican numerosos editores y comentaristas, y como exige el verso que sigue.
 [L7]«Haue at you now». No es que Laertes acompañe con estas palabras un inesperado ataque por sorpresa a Hamlet, como suele entenderse, sino que éstas son el aviso del que se dispone a atacar.

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