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Capítulo 2 Un descubrimiento(2)
日期:2023-10-18 16:46  点击:235

—¿No le parece que puede haber sido un síncope? —sugirió Mitchell esperanzado.

Se agarraba a esta posibilidad.

Su cuñada los sufría. Los síncopes para él eran fenómenos domésticos, algo que todo el mundo podía comprender.

El doctor Bryant no quería comprometerse y se limitó a mover la cabeza con gesto ambiguo.

Se volvió al oír que alguien decía a su espalda:

—Tiene una señal en el cuello.

Hablaba con humildad, como debe hablarse a un hombre cuya superioridad se reconoce.

—Cierto —/confirm/ió el médico.

La cabeza de la mujer se inclinaba hacia un lado y, en el cuello, al lado de la garganta, se veía una punzada insignificante.

—Perdón —dijeron los dos Dupont, uniéndose al grupo cuando oyeron las últimas frases de la conversación—. ¿Dicen ustedes que la señora está muerta y que tiene una señal en el cuello?

—¿Me permiten una observación? —agregó el hijo Jean—. Por aquí volaba una avispa. Yo la maté. —Y mostró el insecto que había en el platillo del café—. ¿No es posible que la señora haya muerto de una picada de avispa? Creo que este insecto puede producir la muerte.

—Es posible —convino Bryant—. He visto casos semejantes. Sí, sería una explicación admisible, especialmente si la señora sufría una enfermedad cardíaca.

—¿Puedo hacer alguna cosa, señor? —preguntó el camarero—. Dentro de unos instantes estaremos en Croydon.

—Nada, nada —rechazó el médico, apartándose un poco—. No podemos hacer nada. El cadáver tiene que permanecer donde está.

—Sí, señor. Comprendo perfectamente.

El doctor Bryant, que se disponía a ocupar su asiento, miró sorprendido al hombrecillo abrigado que permanecía inmóvil.

—Amigo mío, lo mejor será que vuelva a su asiento. Llegaremos a Croydon inmediatamente.

—Tiene usted razón, señor —aprobó el camarero. Y levantó la voz— Hagan el favor de sentarse.

—Pardon —exclamó el hombrecillo—. Aquí hay algo...

—¿Algo?

—Mais oui, algo que ha pasado desapercibido.

Con la punta del zapato, indicó el objeto al que aludía. El camarero y el doctor Bryant miraron hacia donde señalaba y distinguieron un objeto amarillo y negro, cubierto casi por completo por el borde de la negra falda.

—¿Otra avispa? —exclamó el médico sorprendido.

Hércules Poirot se arrodilló, sacó unas pinzas de su bolsillo y las usó con sumo cuidado.

—Sí —informó levantándose con su presa—, es muy parecido a una avispa, ipero no lo es!

Movió el objeto de un lado a otro para que el doctor y el camarero pudieran verlo bien: un pequeño copo de seda naranja y negra, sujeto a una púa de forma peculiar y punta descolorida.


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09/29 17:29