西班牙语学习网
Capítulo X La libreta negra(3)
日期:2023-10-24 15:39  点击:227

Ante la mirada de aquel hombre, la francesa mostró síntomas de impaciencia.

—¿Hay algo más que desee usted saber, monsieur?

—Mademoiselle Grandier, ¿sabe usted quién mató a su señora? — preguntó Poirot.

—No, monsieur. Lo juro por Dios.

Hablaba con la mayor seriedad. Poirot la miró como si quisiera atravesarla con la mirada. Luego ladeó la cabeza.

—Bien. La creo. Pero una cosa es saberlo con certeza y otra tener sospechas. ¿No tiene una idea, por ligera que sea, de quién pudo hacerlo? —No tengo la menor idea, monsieur. Ya se lo dije al agente de policía.

—¿No podría decirle a él una cosa y a mí otra?

—¿Por qué dice usted eso, monsieur? ¿Cómo quiere que haga tal cosa?

—Porque una cosa es informar a la policía y otra informar en privado a un particular.

—Sí. Tiene usted razón.

En su rostro se dibujó una mueca de indecisión. Parecía meditar alguna cosa, y Poirot, sin dejar de observarla, se inclinó hacia ella para decirle:

—¿Me permite una observación, mademoiselle Grandier? En mi profesión tengo por norma no creer nada de lo que me cuentan mientras no me lo demuestren. No sospecho de tal o cual persona: sospecho de todo el mundo. A cuantos se relacionan de cerca o de lejos con un crimen los considero culpables mientras no me demuestren su inocencia.

Elise Grandier le replicó indignada:

—¿Quiere usted decir que sospecha de mí... de mí, que me cree capaz de haber matado a madame? iEso es el colmo! El solo hecho de pensarlo es de una maldad increíble.

Su pecho se agitaba violentamente.

—No, Elise. Yo no Sospecho que haya matado a su señora reconoció Poirot—. La mató un pasajero del avión. Usted no intervino para nada en el crimen propiamente dicho. Pero pudiera ser cómplice con anterioridad al hecho. Pudo haber informado a alguien sobre las circunstancias del viaje de madame.

—A nadie. Le juro que no.

Poirot la miró en silencio. Luego asintió.

—La creo. Y no obstante, usted oculta algo. iAh, sí, eso sí! Escuche lo que le digo. En todos los casos de índole criminal se presenta el mismo fenómeno cuando se interroga a los testigos. Todos se reservan algo. A veces, con bastante frecuencia, es algo completamente inofensivo, algo que acaso no tenga la menor relación con el crimen, pero siempre hay algo. Eso mismo le pasa a usted. No me lo niegue. Soy Hércules Poirot y lo sé. Cuando mi amigo, monsieur Fournier, le preguntó si estabasegura de no haber omitido nada, usted se turbó y contestó con evasivas. Y ahora, cuando le he dicho que podía informarme de algo que no le gustase comunicar a la policía, se ha puesto usted a reflexionar. Señal de que hay algo. Deseo saber qué es ese algo.

—Nada de importancia.

—Es posible que no la tenga. Pero, de todos modos, ¿no querrá decirme qué es? Recuerde que yo no pertenezco a la policía.

—Es cierto —admitió Elise Grandier vacilante—. Monsieur, estoy en un apuro. No sé qué desearía mi señora que hiciese en este caso.

—Por algo se dice que cuatro ojos ven más que dos. ¿Quiere usted mi consejo? Examinemos juntos el asunto.


分享到:

顶部
09/29 21:24