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Capítulo X La libreta negra(5)
日期:2023-10-24 15:43  点击:267

—Es cierto, monsieur —concedió Elise—. Mientras ellos miraban en la caja, saqué los papeles del cofre. Les dije que los había quemado, sí. En cualquier caso, se acercaba bastante a la verdad. Los quemé a la primera oportunidad. Tenía que cumplir las órdenes de madame. ¿Se hace usted cargo de mi situación, monsieur? ¿No informará usted a la policía? Podría costarme caro.

—Creo, mademoiselle Elise, que obró usted con la mejor intención. De todos modos, ya comprenderá usted que es una lástima, una gran lástima. Pero ¿para qué lamentar lo que ya no tiene remedio? No creo necesario informar a la policía sobre la hora exacta en que quemó usted los papeles. Permítame ver si hay algo en la libreta que pueda ayudarnos.

—No creo que haya nada, monsieur —señaló Elise meneando la cabeza— Son anotaciones privadas de la señora, sí, pero no hay más que números. Sin los documentos y las cuentas, estos anotaciones no tienen ningún significado.

A regañadientes, entregó el librito a Poirot. Este lo cogió y empezó a pasar las hojas. Eran apuntes a lápiz en una escritura inclinada y extranjera. Todos eran de la misma mano y seguían un mismo orden: un número seguido de algunas palabras significativas. Por ejemplo: CX 256 Mujer del coronel. De servicio en Siria. Fondos del regimiento.

GF 342 Diputado francés. Relacionado con Stavisky.

Todos los apuntes parecían de la misma índole. Había unos veinte. Al final de la libreta figuraba una relación a lápiz de fechas y señas, como por ejemplo:

Le Pinet, lunes. Casino, 10.30, hotel Savoy, a las 5. ABC. Fleet Street, a las 11.

Ninguna de estas anotaciones estaba completa y, más que anotaciones, parecían datos para refrescar la memoria de Giselle.

Elise contemplaba a Poirot con ansiedad.

—Eso no significa nada, monsieur, o así me lo parece a mí. Eran comprensibles para madame, pero no para otro lector.

Poirot cerró la libreta y se la guardó en el bolsillo.

—Esto puede ser de gran valor, mademoiselle. Ha obrado usted muy bien al dármelo. Y puede estar tranquila. ¿Nunca le mandó quemar esta libreta la señora?

—Así es —contestó Elise con el semblante ya más animado.

—Por lo tanto, no habiéndoselo ordenado, tiene usted el deber de entregarlo a la policía. Yo arreglaré las cosas con monsieur Fournier para que no la culpen por no haberlo hecho en su momento.

—Monsieur es muy bondadoso.

Poirot se levantó.

—Voy a reunirme con mi colega, pero permítame una última pregunta. Cuando reservó usted un billete para madame Giselle, ¿telefoneó al aeropuerto de Le Bourget o a la oficina de la compañía?

—Telefoneé a la oficina de Universal Airlines, monsieur.

—¿La que está, si no me equivoco, en el boulevard des Capucines?

—Eso mismo, monsieur, en el 254 del boulevard des Capucines.

Poirot se apuntó el número en su libreta y, saludando con una amistosa inclinación, abandonó el lugar.


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