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Capítulo XXII JANE ACEPTA UN NUEVO EMPLEO(1)
日期:2023-11-15 15:57  点击:253

Capítulo XXII JANE ACEPTA UN NUEVO EMPLEO

Cuando Norman Gale, Jane y Poirot se reunieron para cenar la noche del chantaje, Norman se sintió aliviado al confirmarle que ya no se necesitarían más sus servicios como «el señor Robinson».

—El bueno del señor Robinson ha muerto —le aseguró Poirot, levantando la copa—. Brindemos a su memoria.

—Requiescat in pace —exclamó Norman, riendo.

—¿Qué ha pasado? —le preguntó Jane a Poirot.

El detective le dirigió una sonrisa.

—Pues que ya sé lo que quería saber.

—¿Estaba relacionado con Giselle?

—Sí.

—Eso se dedujo claramente de mi entrevista con ella.

—No lo niego —reconoció Poirot—, pero yo quería un relato más minucioso.

—¿Y lo obtuvo?

—Lo obtuve.

Los dos le dirigieron una mirada interrogadora, pero Poirot se puso a charlar de una manera provocativa de la relación que existe entre la carrera profesional y la vida.

—No hay tantos tipos que se sientan como peces fuera del agua, como podría creerse. Son muchos los que, a pesar de lo que os digan, eligen la ocupación que les dicta su secreto deseo. Oiréis decir a un oficinista: «Me gustaría ser explorador, vivir emociones en tierras lejanas». Pero descubriréis que lo que le gusta más es leer novelas de aventuras, y que realmente prefiere la seguridad y la comodidad de la silla de su oficina.

—Según su modo de pensar —dedujo Jane—, mi deseo de viajar por el extranjero no es sincero y mi verdadera vocación es peinar a las señoras. Pues bien, eso no es cierto.

Poirot sonrió.

—Usted aún es joven. Claro que uno intenta esto y lo otro y lo de más allá, pero llega el momento en que acomoda su vida a lo que prefiere.

—Supongo que prefiero ser rica.

—¡Ah! Eso ya es más difícil.

—No estoy de acuerdo con usted —objetó Gale—. Yo soy dentista por casualidad, no por vocación. Mi tío era dentista, deseaba que yo trabajara con él, pero yo no pensaba más que en aventuras y en ver mundo. Me burlé de los dentistas y me fui a Sudáfrica, a una granja. Pero, como me faltaba experiencia, aquello no me fue muy bien, y me vi obligado a aceptar el ofrecimiento de mi tío y ponerme a trabajar con él.

—Y ahora piensa usted en despreciar otra vez a los dentistas y largarse a Canadá. Tiene usted temperamento de pionero.

—Esta vez me veo obligado a hacerlo.

—Pero parece increíble que con tanta frecuencia nos obliguen las circunstancias a hacer lo que nos gusta.

—Nada me obliga a mí a viajar —señaló Jane—. ¡Ojalá!

—Eh bien, ahora mismo le voy a proponer una cosa. La semana que viene voy a París. Si quiere, puede ser mi secretaría. Le pagaré un buen sueldo.

Jane meneó la cabeza.


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