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Capítulo 5 - No fue con estricnina, ¿verdad?(2)
日期:2023-12-18 13:37  点击:261

Desde las primeras horas de la mañana, John había estado muy atareado enviando telegramas,

uno de los primeros para Evelyn Howard, escribiendo las reseñas para los periódicos y

dedicándose en general a todos los melancólicos deberes que una muerte trae consigo.

—¿Cómo van las cosas? dijo. ¿Ha descubierto usted si mí madre ha muerto de muerte

natural o si ...debemos estar preparados para lo peor?

Creo, señor Cavendish dijo Poirot gravemente , que no debe usted abrigar falsas

esperanzas. ¿Qué opinan los restantes miembros de la familia?

Mi hermano Lawrence está convencido de que toda esta excitación no está justificada. Dice

que todo indica que mi madre murió de un ataque al corazón.

—¿Ah, sí? Muy interesante, muy interesante murmuró Poirot suavemente. ¿Y la señora

Cavendish?

El rostro de John se ensombreció.

No tengo la menor idea de cuál es la opinión de mi mujer respecto a este asunto.

La respuesta fue un poco seca. John rompió el violento silencio diciendo con cierto esfuerzo:

—¿Le he dicho que ya ha vuelto el señor Inglethorp?

Poirot asintió con la cabeza.

Es una situación muy molesta para todos nosotros. Naturalmente, tenemos que tratarlo como

de costumbre; pero, ¡diablo!, le revuelve a uno el estómago el tener que sentarse a la mesa con un

posible asesino.

Poirot asintió comprensiblemente.

Lo comprendo perfectamente. Es una situación muy difícil para usted, señor Cavendish. Me

gustaría hacerle una pregunta. La razón por la que el señor Inglethorp no volvió anoche fue, según

creo, que había olvidado el llavín, ¿verdad?

Sí.

Supongo que estará usted completamente seguro de que realmente se olvidó el llavín, que

no se lo había llevado.

No tengo idea. No se me ocurrió mirar. Siempre lo guardamos en el mismo sitio del

vestíbulo. Iré a ver si está allí ahora.

Poirot levantó una mano, sonriendo débilmente.

No, no, señor Cavendish es demasiado tarde ya. Estoy seguro de que lo encontraría allí. Si

el señor Inglethorp se lo llevó anoche, ha tenido tiempo sobrado de volverlo a su sitio.

Pero ¿usted cree que...?

No creo nada. Si alguien por casualidad hubiera mirado antes de su regreso y hubiera visto

allí el llavín, seria un punto a su favor. Eso es todo.

John se quedó perplejo.

No se preocupe dijo Poirot suavemente. Le aseguro que no debe preocuparse por ello.

Ya que es usted tan amable, vamos a tomar el desayuno.

Todo el mundo se había reunido en el comedor. En aquellas circunstancias no constituíamos,

naturalmente, una asamblea muy alegre. La reacción después de una conmoción es siempre penosa

y todos nos resentíamos de sus efectos. Claro que por decoro y buena educación nos conducíamos

más o menos como de costumbre. Pero no pude menos de preguntarme si ese comportamiento

requería un gran esfuerzo. Nadie tenía los ojos rojos ni en los rostros había esas señales que deja el

dolor. Me di cuenta de que estaba en lo cierto al pensar que Dorcas era la persona más afectada

por la tragedia.

Miré a Alfred Inglethorp, que representaba el papel de viudo atribulado con una hipocresía que

me pareció del peor gusto. Me pregunté si sabría que sospechábamos de él. Es seguro que no

podía ignorar el hecho, por mucho que lo disimuláramos. ¿No sentiría miedo interiormente o

confiaría en que su crimen quedaría impune? Era imposible que la atmósfera, cargada de

sospechas, no le advirtiera de que era ya un hombre marcado gravemente.


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