西班牙语学习网
Capítulo 9 - El doctor Bauerstein(3)
日期:2023-12-22 16:37  点击:281

Lo tendré presente. Las mujeres están haciendo una gran labor en nuestros días, y

mademoiselle Cynthia es inteligente de veras. ¡Ya lo creo que esa pequeña tiene buena cabeza!

Sí. Creo que ha pasado un examen bastante duro.

No lo dudo. Después de todo, es un trabajo de mucha responsabilidad. ¿Tendrán allí

venenos activos?

Sí, nos los enseñó. Están guardados en un armarito. Creo que tienen que ir con mucho

cuidado con ellos. Antes de dejar la habitación cierran con llave dicho armarito.

Naturalmente. ¿Y ese armario está cerca de la ventana?

No. Está precisamente en el lado opuesto de la habitación. ¿Por qué?

Por nada, por saber. ¿Entra usted conmigo, querido Hastings?

Estábamos ya ante el chalet.

No. Creo que me vuelvo. Daré un paseo por los bosques.

Los bosques que circundaban Styles eran muy hermosos. Después del paseo por el parque,

resulta agradable vagar perezosamente por los frescos claros de la arboleda. Apenas se movía mía

hoja. Hasta el trinar de los pájaros sonaba tenue y como amortiguado. Anduve un pequeño trecho

y después me tumbé bajo una vieja haya. Mis pensamientos hacia la Humanidad eran amables y

caritativos. Hasta perdoné a Poirot sus absurdos secretos. Me sentía en paz con el mundo. Bostecé.

Me puse a pensar en el crimen y me pareció irreal y como muy lejos de mí. Bostecé de nuevo.

Probablemente, pensaba, todo aquello no había ocurrido en realidad. Tenía que ser toda una

pesadilla. La verdad era que Lawrence había asesinado a Alfred Inglethorp con un mazo de

criquet. Pero era absurdo que John armara por ello semejante escándalo y que anduviera gritando:

«¡Te digo que no lo consentiré!» Me desperté sobresaltado.

Inmediatamente me di cuenta de que me encontraba en un trance muy apurado, pues a unos

metros de distancia estaban John y Mary Cavendish, de pie uno frente al otro, y era evidente que

disputaban. También era evidente que no habían advertido mi presencia, ya que, antes de que

pudiera moverme o hablar, John repetía las palabras que me habían despertado:

—¡Te digo, Mary, que no lo consentiré!

Oí la voz de Mary, fría y clara, al contestar:

—¿Tienes tú algún derecho a criticar mis actos?

Todo el pueblo hablará. Mi madre enterrada el sábado y tú correteando por ahí sin controlar

el tiempo, con ese tipo antipático.

—¡Ah, vamos! Mary se encogió de hombros. Lo único que te importa es el comadreo.

No es sólo eso. Y estoy harto de verle por aquí. Además, es un judío polaco.

Unas gotas de sangre judía no perjudican. Influyen favorablemente sobre la... le miróla

imperturbable estupidez del inglés medio.

Había fuego en sus ojos y hielo en su voz. No me extrañó que John enrojeciera vivamente.

—¡Mary!

—¿Qué?

El tono de su voz no había cambiado. Lo súplica murió en los labios de John.

Quieres decir que seguirás viendo a Bauerstein contra mi expreso deseo?

Sí, si se me antoja.

—¿Me desafías?

No, pero te niego todo derecho a criticar mis actos. ¿No tienes tú amigos que yo

desaprobaría? John se echó atrás. El color desapareció de su rostro.


分享到:

顶部
09/29 17:34