Varios amigos, un militar, un poeta, un cura, un usurero y un pintor, estaban de sobremesa discurriendo acerca del valor relativo de algunos grandes hombres. El criado de la fonda los escuchaba encantado.
—Propongo un brindis,—dijo el militar,—por el primer hombre del mundo, por Alejandro Magno.
—¡Protesto!—exclamó el poeta;—el primer hombre del mundo fué Byron!
—¡Profano!—dijo el cura;—el primer hombre del mundo fué San Ignacio de Loyola.
—Proclamo,—chilló el usurero,—por primer hombre del mundo a Malthus.
—¡Protervo!—vociferó el pintor;—el primer hombre del mundo fué Miguel Ángel.
—¡Pobres señores!—se permitió decir el criado de la fonda.—El primer hombre del mundo fué Adán.