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La expresión «por la nueva y feliz vida» reaparecía varias veces. Éstas eran las palabras favoritas del Ministerio de la Abundancia. Parsons, pendiente todo él de la llamada de la trompeta, escuchaba, muy rígido, con la boca abierta y un aire solemne, una especie de aburrimiento sublimado. No podía seguir las cifras, pero se daba cuenta de que eran un motivo de satisfacción. Fumaba una enorme y mugrienta pipa. Con la ración de tabaco de cien gramos a la semana era raras veces posible llenar una pipa hasta el borde. Winston fumaba un cigarrillo de la Victoria cuidando de mantenerlo horizontal para que no se cayera su escaso tabaco. La nueva ración no la darían hasta mañana y le quedaban sólo cuatro cigarrillos. Había dejado de prestar atención a todos los ruidos excepto a la pesadez numérica de la pantalla. Por lo visto, había habido hasta manifestaciones para agradecerle al Gran Hermano— el aumento de la ración de chocolate a veinte gramos cada semana. Ayer mismo, pensó, se había anunciado que la ración se reduciría a veinte gramos semanales. ¿Cómo era posible que pudieran tragarse aquello, si no habían pasado más que veinticuatro horas? Sin embargo, se lo tragaron. Parsons lo digería con toda facilidad, con la estupidez de un animal. El individuo de las gafas con reflejos, en la otra mesa, lo aceptaba fanática y apasionadamente con un furioso deseo de descubrir, denunciar y vaporizar a todo aquel que insinuase que la semana pasada la ración fue de treinta gramos. Syme también se lo había tragado aunque el proceso que seguía para ello era algo más complicado, un proceso de doblepensar. ¿Es que sólo él, Winston, seguía poseyendo memoria?
Las fabulosas estadísticas continuaron brotando de la telepantalla. En comparación con el año anterior, había más alimentos, más vestidos, más casas, más muebles, más ollas, más comestibles, más barcos, más autogiros, más libros, más bebés, más de todo, excepto enfermedades, crímenes y locura. Año tras año y minuto tras minuto, todos y todo subía vertiginosamente. Winston meditaba, resentido, sobre la vida. ¿Siempre había sido así; siempre había sido tan mala la comida? Miró en torno suyo por la cantina; una habitación de techo bajo, con las paredes sucias por el contacto de tantos trajes grasientos; mesas de metal abolladas y sillas igualmente estropeadas y tan juntas que la gente se tocaba con los codos.Todo resquebrajado, lleno de manchas y saturado de un insoportable olor a ginebra mala, a mal café, a sustitutivo de asado, a trajes sucios.
“我们的幸福新生活”一词出现了好几次。这是富裕部最近爱用的话。派逊斯的注意力被喇叭声吸引住了以后,脸上就带着一种一本正经的呆相,一种受到启迪时的乏味神情,坐在那里听着。他跟不上具体数字,不过他明白,这些数字反正是应该使人感到满意的。他掏出一根肮脏的大烟斗,里面已经装了一半烧黑了的烟草。烟草定量供应一星期只有一百克,要装满烟斗很少可能。温斯顿在吸胜利牌香烟,他小心地横着拿在手里。下一份定量供应要到明天才能买,而他只剩下四支烟了。这时他不去听远处的闹声,专心听电幕上发出的声音。看来,甚至有人游行感谢老大哥把巧克力的定量提高到一星期二十克。他心里想,昨天还刚刚宣布定量要减低(reduced)到一星期二十克。相隔才二十四小时,难道他们就能够忘掉了吗:是啊,他们硬是忘掉了。派逊斯就是很容易忘掉的,因为他象牲口一样愚蠢。旁边那张桌子上的那个没有眼睛的人也狂热地、热情地忘掉了,因为他热切地希望要把胆敢表示上星期定量是三十克的人都揭发出来,化为乌有。赛麦也忘掉了,不过他比较复杂,需要双重思想。那么只有(alone)他一个人才保持记忆吗?
电幕上继续不断地播送神话般的数字。同去年相比,食物、衣服、房屋、家俱、铁锅、燃料、轮船、直升飞机、书籍、婴孩的产量都增加了——除了疾病、犯罪、发疯以外,什么都增加了。逐年逐月,每时每刻,不论什么人,什么东西都在迅速前进。象赛麦原来在做的那样,温斯顿拿起汤匙,蘸着桌子上的那一摊灰色的粘糊糊,画了一道长线,构成一个图案。他不快地沉思着物质生活的各个方面。一直是这样的吗?他的饭一直是这个味道?他环顾食堂四周,一间天花板很低、挤得满满的屋子,由于数不清的人体接触,墙头发黑;破旧的铁桌铁椅挨得很近,你坐下来就碰到别人的手肘;汤匙弯曲,铁盘凹凸,白缸子都很祖糙;所有东西的表面都油腻腻的,每一条缝道里都积满尘垢;到处都弥漫着一股劣质杜松子酒、劣质咖啡、涮锅水似的炖菜和脏衣服混合起来的气味。