3只高脚帽 第一幕3
frías, la gota de agua que se sale de la palangana, la servilleta con una inicial pintada con lápiz, la botella de vino con una inicial pintada con lápiz, el mondadientes con una inicial pintada con lápiz... Se acabó el huevo más pequeño del mundo, siempre frito... Se acabaron las croquetas de ave... Se acabaron las bonitas vistas desde el balcón... ¡Mañana me caso! Todo esto acaba y empieza ella... ¡Ella!
don rosario. ¿La quiere usted mucho?
dionisio. La adoro, don Rosario, la adoro. Es la primera novia que he tenido y también la última. Ella es una santa.
don rosario. ¡Habrá estado usted allí, en su casa, todo el día!...
dionisio. Sí. Llegué esta mañana, mandé aquí el equipaje y he comido con ellos y he cenado también. Los padres me quieren mucho... ¡Son tan buenos!...
don rosario. Son unas bellísimas personas... Y su novia de usted es una virtuosa señorita... Y, a pesar de ser de una familia de dinero, nada orgullosa... (Tuno.) Porque ella tiene dinerito, don Dionisio.
dionisio. Sí. Ella tiene dinerito, y sabe hacer unas labores muy bonitas y unas hermosas tartas de manzana... ¡Ella es un ángel!
don rosario. (Por una sombrerera.) ¿Y qué lleva usted aquí don Dionisio?
dionisio. Un sombrero de copa, para la boda. (Lo saca.) Éste me lo ha regalado mi suegro hoy. Es suyo. De cuando era alcalde. Y yo tengo otros dos que me he comprado. (Los saca.) Mírelos usted. Son muy bonitos. Sobre todo se ve en seguida que son de copa, que es lo que hace falta... Pero no me sienta bien ninguno... (Se los va probando ante el espejo.) Fíjese. Éste me está chico... Éste me hace una cabeza muy grande... Y éste dice mi novia que me hace cara de salamandra.
don rosario. Pero ¿de salamandra española o de salamandra extranjera?
dionisio. Ella sólo me ha dicho que de salamandra. Por cierto... que, con este motivo, la dejé enfadada... Es tan inocente... ¿El teléfono funciona? Voy a ver si se le ha pasado el enfado... Se llevará una alegría...
(El último sombrero de copa se lo ha dejado puesto en la cabeza y, con él, seguirá hablando hasta que se indique.)
don rosario. Llame usted abajo y el ordenanza le pondrá en comunicación con la calle.
dionisio. Sí, señor. (Al aparato.) Sí. ¿Me hace usted el favor, con la calle? Sí, gracias.
don rosario. A lo mejor ya se han acostado. Ya es tarde.
dionisio. No creo. Aún no son las once. Ella duerme junto a la habitación donde está el teléfono... Ya está. (Marca.) Uno-nueve-cero. Eso es. ¡Hola! Soy yo. El señorito Dionisio. Que se ponga al aparato la señorita Margarita. (A don rosario.) Es la criada... Ya viene ella... (Al aparato.) ¡Bichito mío! Soy yo. Sí. Te llamo desde el hotel... Tengo teléfono en mi mismo cuarto... Sí. Caperucita Encarnada... No... Nada... Para que veas que me acuerdo de ti... Oye, no voy a llevar el sombrero que me hace cara de chubeski... Fue una broma... Yo no hago más que lo que tú me mandes... Sí, amor mío... (Pausa.) Sí, amor mío... (De repente, encoge una pierna, tapa con la mano el micrófono y da un pequeño grito.) Don Rosario... ¿En esta habitación hay pulgas?
don rosario. No sé, hijo mío...
dionisio. (Al aparato.) Sí, amor mío. (Vuelve a tapar el micrófono.) ¿Su papá, cuando murió, no le dejó dicho nada de que en esta habitación hubiese pulgas? (Al aparato.) Sí, amor mío...
don rosario. Realmente, creo que me dejó dicho que había una...
dionisio. (Que sigue rascándose una pantorrilla contra otra, desesperado.) Pues me está devorando una pantorrilla... Haga el favor, don Rosario, rásqueme usted... (don rosario le rasca.) No; más abajo. (Al aparato.) Sí, amor mío... (Tapa.) ¡Más arriba! Espere..: Tenga esto.
(Le da el auricular a don rosario, que se lo pone al oído, mientras dionisiose busca la pulga, muy nervioso.)
don rosario. (Escucha por el aparato, en donde se supone que la novia sigue hablando, y toma una expresión dulcísima.) Sí, amor mío... (Muy tierno.) Sí, amor mío...
dionisio. (Que, por fin, mató la pulga.) Ya está. Déme... (don rosariole da el auricular.) Sí... Yo también dormiré con tu retrato debajo de la almohada... Si te desvelas, llámame tú después. (Rascándose otra vez.) Adiós, bichito mío. (Cuelga.) ¡Es un ángel!...
don rosario. Si quiere usted diré abajo que le dejen en comunicación con la calle, y así hablan ustedes cuanto quieran...
dionisio. Sí, don Rosario. Muchas gracias. Quizá hablemos más...
don rosario. ¿A qué hora es la boda, don Dionisio?
dionisio. A las ocho. Pero vendrán a recogerme antes. Que me llamen a las siete, por si acaso se me hace tarde. Voy de chaquet yes muy difícil ir de chaquet... Y luego esos tres sombreros de copa...
don rosario. ¿Me deja usted que le dé un beso, rosa de pitiminí? Es el beso que le daría su padre en una noche como ésta. Es el beso que yo nunca podré dar a aquel niño mío que se me cayó en un pozo...
dionisio. Vamos, don Rosario...
(Se abrazan emocionados.)
don rosario. Se asomó al pozo, hizo «¡pin!», y acabó todo.
dionisio. ¡Don Rosario!...
don rosario. Bueno. Me voy. Usted querrá descansar... ¿Quiere usted que le suba un vasito de leche?
dionisio. No, señor. Muchas gracias.
don rosario. ¿Quiere usted que le suba un poco de mojama?
dionisio. No.