水井与钟摆 6(西英双语)
原文:
En el momento de caer había contado ya cincuenta y dos pasos, y desde que reanudé el camino hasta encontrar la tela, cuarenta y ocho.De modo que medía un total de cien pasos, y suponiendo que dos de ellos constituyeran una yarda, calculé en unas cincuenta yardas la circunferencia de mi calabozo. Sin embargo, había tropezado con numerosos ángulos en la pared, y esto impedía el conjeturar la forma de la cueva, pues no había duda alguna de que aquello era una cueva.
No ponía gran interés en aquellas investigaciones, y con toda seguridad estaba desalentado. Pero una vaga curiosidad me impulsó a continuarlas. Dejando la pared, decidí atravesar la superficie de mi prisión. Al principio procedí con extrema precaución, pues el suelo, aunque parecía ser de una materia dura, era traidor por el limo que en él había. No obstante, al cabo de un rato logré animarme y comencé a andar con seguridad, procurando cruzarlo en línea recta.De esta forma avancé diez o doce pasos, cuando el trozo rasgado que quedaba de orla se me enredó entre las piernas, haciéndome caer de bruces violentamente.
En la confusión de mi caída no noté al principio una circunstancia sorprendente que segundos después, hallándome todavía en el suelo, llamó mi atención. Mi barbilla apoyábase sobre el suelo del calabozo, pero mis labios y la parte superior de la cabeza, aunque parecían colocados a menos altura que la barbilla, no descansaban en ninguna parte. Me pareció, al mismo tiempo, que mi frente se empapaba en un vapor viscoso y que un extraño olor a setas podridas llegaba hasta mi nariz. Alargué el brazo y me estremecí, descubriendo que había caído al borde mismo de un pozo circular cuya extensión no podía medir en aquel momento. Tocando las paredes precisamente debajo del brocal, logré arrancar un trozo de piedra y la dejé caer en el abismo. Chocaba en su caída contra las paredes del pozo. Lúgubremente, se hundió por último en el agua, despertando ecos estridentes. En el mismo instante dejóse oír un ruido sobre mi cabeza, como de una puerta abierta y cerrada casi al mismo tiempo, mientras un débil rayo de luz atravesaba repentinamente la oscuridad y se apagaba en seguida.
Con toda claridad vi la suerte que se me preparaba, y me felicité por el oportuno accidente que me había salvado. Un paso más, y el mundo no me hubiera vuelto a ver. Aquella muerte, evitada a tiempo, tenía ese mismo carácter que había yo considerado como fabuloso y absurdo en las historias que sobre la Inquisición había oído contar.Las víctimas de su tiranía no tenían otra alternativa que la muerte, con sus crueles agonías físicas o con sus abominables torturas morales. Esta última fue la que me había sido reservada.
英译:
Up to the period when I fell I had counted fifty-two paces, and upon resuming my walk, I had counted forty-eight more ; -- when I arrived at the rag. There were in all, then, a hundred paces; and, admitting two paces to the yard, I presumed the dungeon to be fifty yards in circuit. I had met, however, with many angles in the wall, and thus I could form no guess at the shape of the vault; for vault I could not help supposing it to be.
I had little object -- certainly no hope these researches; but a vague curiosity prompted me to continue them. Quitting the wall, I resolved to cross the area of the enclosure. At first I proceeded with extreme caution, for the floor, although seemingly of solid material, was treacherous with slime. At length, however, I took courage, and did not hesitate to step firmly; endeavoring to cross in as direct a line as possible. I had advanced some ten or twelve paces in this manner, when the remnant of the torn hem of my robe became entangled between my legs. I stepped on it, and fell violently on my face.
In the confusion attending my fall, I did not immediately apprehend a somewhat startling circumstance, which yet, in a few seconds afterward, and while I still lay prostrate, arrested my attention. It was this -- my chin rested upon the floor of the prison, but my lips and the upper portion of my head, although seemingly at a less elevation than the chin, touched nothing. At the same time my forehead seemed bathed in a clammy vapor, and the peculiar smell of decayed fungus arose to my nostrils. I put forward my arm, and shuddered to find that I had fallen at the very brink of a circular pit, whose extent, of course, I had no means of ascertaining at the moment. Groping about the masonry just below the margin, I succeeded in dislodging a small fragment, and let it fall into the abyss. For many seconds I hearkened to its reverberations as it dashed against the sides of the chasm in its descent; at length there was a sullen plunge into water, succeeded by loud echoes. At the same moment there came a sound resembling the quick opening, and as rapid closing of a door overhead, while a faint gleam of light flashed suddenly through the gloom, and as suddenly faded away.
I saw clearly the doom which had been prepared for me, and congratulated myself upon the timely accident by which I had escaped. Another step before my fall, and the world had seen me no more. And the death just avoided, was of that very character which I had regarded as fabulous and frivolous in the tales respecting the Inquisition. To the victims of its tyranny, there was the choice of death with its direst physical agonies, or death with its most hideous moral horrors. I had been reserved for the latter.