Pero también se lo había sugerido el libro que acababa de sacar del cajón. Era un libro excepcionalmente bello. Su papel, suave y cremoso, un poco amarillento por el paso del tiempo, por lo menos hacía cuarenta años que no se fabricaba. Sin embargo, Winston suponía que el libro tenía muchos años más. Lo había visto en el escaparate de un establecimiento de compraventa en un barrio miserable de la ciudad (no recordaba exactamente en qué barrio había sido) y en el mismísimo instante en que lo vio, sintió un irreprimible deseo de poseerlo. Los miembros del Partido no deben entrar en las tiendas corrientes (a esto se le llamaba, en tono de severa censura, «traficar en el mercado libre»), pero no se acataba rigurosamente esta prohibición porque había varios objetos como cordones para los zapatos y hojas de afeitar— que era imposible adquirir de otra manera. Winston, antes de entrar en la tienda, había mirado en ambas direcciones de la calle para asegurarse de que no venía nadie y, en pocos minutos, adquirió el libro por dos dólares cincuenta. En aquel momento no sabía exactamente para qué deseaba el libro. Sintiéndose culpable se lo había llevado a su casa, guardado en su cartera de mano. Aunque estuviera en blanco, era comprometido guardar aquel libro.
Lo que ahora se disponía Winston a hacer era abrir su Diario. Esto no se consideraba ilegal (en realidad, nada era ilegal, ya que no existían leyes), pero si lo detenían podía estar seguro de que lo condenarían a muerte, o por lo menos a veinticinco años de trabajos forzados. Winston puso un plumín en el portaplumas y lo chupó primero para quitarle la grasa. La pluma era ya un instrumento arcaico. Se usaba rarísimas veces, ni siquiera para firmar, pero él se había procurado una, furtivamente y con mucha dificultad, simplemente porque tenía la sensación de que el bello papel cremoso merecía una pluma de verdad en vez de ser rascado con un lápiz tinta. Pero lo malo era que no estaba acostumbrado a escribir a mano. Aparte de las notas muy breves, lo corriente era dictárselo todo al hablescribe, totalmente inadecuado para las circunstancias actuales. Mojó la pluma en la tinta y luego dudó unos instantes. En los intestinos se le había producido un ruido que podía delatarle. El acto trascendental, decisivo, era marcar el papel. En una letra pequeña e inhábil escribió:
Se echó hacia atrás en la silla. Estaba absolutamente desconcertado. Lo primero que no sabía con certeza era si aquel era, de verdad, el año 1984. Desde luego, la fecha había de ser aquélla muy aproximadamente, puesto que él había nacido en 1944 o 1945, según creía; pero, «¡cualquiera va a saber hoy en qué año vive!», se decía Winston.
但这件事也是他刚刚从抽屉中拿出来的那个本子使他想到要做的。这是一本特别精美的本子。光滑洁白的纸张因年代久远而有些发黄,这种纸张至少过去四十年来已久未生产了。不过他可以猜想,这部本子的年代还要久远得多。他是在本市里一个破破烂烂的居民区的一家发霉的小旧货铺中看到它躺在橱窗中的,到底是哪个区,他已经记不得了。他当时一眼就看中,一心要想得到它。照理党员是不许到普通店铺里去的(去了就是“在自由市场上做买卖”),不过这条规矩并不严格执行,因为有许多东西,例如鞋带、刀片,用任何别的办法是无法弄到的,他回头很快地看了一眼街道两头,就溜进了小铺子,花二元五角钱把本子买了下来。当时他并没有想到买来干什么用。他把它放在皮包里,不安地回了家。即使里面没有写什么东西,有这样一个本子也是容易引起怀疑的。
他要做的事情是开始写日记。写日记并不是不合法的(没有什么事情是不合法的,因为早已不再有什么法律了),但是如被发现,可以相当有把握地肯定,会受到死刑的惩处,或者至少在强迫劳动营里干苦役二十五年。温斯顿把笔尖愿在笔杆上,用嘴舔了一下,把上面的油去掉。这种沾水笔已成了老古董,甚至签名时也不用了,他偷偷地花了不少力气才买到一支,只是因为他觉得这个精美乳白的本子只配用真正的笔尖书写,不能用墨水铅笔涂划。实际上他已不习惯手书了。除了极简短的字条以外,一般都用听写器口授一切,他目前要做的事,当然是不能用听写器的。他把笔尖沾了墨水,又停了一下,不过只有一刹那。他的肠子里感到一阵战颤。在纸上写标题是个决定性的行动。他用纤小笨拙的字体写道:1984年4月4日他身子往后一靠。一阵束手无策的感觉袭击了他。首先是,他一点也没有把握,今年是不是1984年。大致是这个日期,因为他相当有把握地知道,自已的年龄是三十九岁,而且他相信他是在1944年或1945年生的。但是,要把任何日期确定下来,误差不出一两年,在当今的时世里,是永远办不到的。