Winston se volvió de pronto. Había adquirido su rostro instantáneamente la expresión de tranquilo optimismo que era prudente llevar al enfrentarse con la telepantalla. Cruzó la habitación hacia la diminuta cocina. Por haber salido del Ministerio a esta hora tuvo que renunciar a almorzar en la cantina y en seguida comprobó que no le quedaban víveres en la cocina a no ser un mendrugo de pan muy oscuro que debía guardar para el desayuno del día siguiente. Tomó de un estante una botella de un líquido incoloro con una sencilla etiqueta que decía: Ginebra de la Victoria. Aquello olía a medicina, algo así como el espíritu de arroz chino. Winston se sirvió una tacita, se preparó los nervios para el choque, y se lo tragó de un golpe como si se lo hubieran recetado.
Al momento, se le volvió roja la cara y los ojos empezaron a llorarle. Este líquido era como ácido nítrico; además, al tragarlo, se tenía la misma sensación que si le dieran a uno un golpe en la nuca con una porra de goma. Sin embargo, unos segundos después, desaparecía la incandescencia del vientre y el mundo empezaba a resultar más alegre. Winston sacó un cigarrillo de una cajetilla sobre la cual se leía: Cigarrillos de la Victoria, y como lo tenía cogido verticalmente por distracción, se le vació en el suelo. Con el próximo pitillo tuvo ya cuidado y el tabaco no se salió. Volvió al cuarto de estar y se sentó ante una mesita situada a la izquierda de la telepantalla. Del cajón sacó un portaplumas, un tintero y un grueso libro en blanco de tamaño in—quarto, con el lomo rojo y cuyas tapas de cartón imitaban el mármol.
Por alguna razón la telepantalla del cuarto de estar se encontraba en una posición insólita. En vez de hallarse colocada, como era normal, en la pared del fondo, desde donde podría dominar toda la habitación, estaba en la pared más larga, frente a la ventana. A un lado de ella había una alcoba que apenas tenía fondo, en la que se había instalado ahora Winston. Era un hueco que, al ser construido el edificio, habría sido calculado seguramente para alacena o biblioteca. Sentado en aquel hueco y situándose lo más dentro posible, Winston podía mantenerse fuera del alcance de la telepantalla en cuanto a la visualidad, ya que no podía evitar que oyera sus ruidos. En parte, fue la misma distribución insólita del cuarto lo que le indujo a lo que ahora se disponía a hacer.
温斯顿突然转过身来.这时他已经使自已的脸部现出一种安详乐观的表情,在面对电幕的时候,最好是用这种表情。他走过房间,到了小厨房里。在一天的这个时间里离开真理部,他牺牲了在食堂的中饭,他知道厨房里没有别的吃的,只有一块深色的面包,那是得省下来当明天的早饭的.他从架子上拿下一瓶无色的液体,上面贴着一张简单白色的标签:胜利杜松子酒。它有一种令人难受的油味儿,象中国的黄酒一样。温斯顿倒了快一茶匙,硬着头皮,象吃药似的咕噜一口喝了下去。
他的脸马上绯红起来,眼角里流出了泪水。这玩艺儿象硝酸,而且,喝下去的时候,你有一种感觉,好象后脑勺上挨了一下橡皮棍似的。不过接着他肚子里火烧的感觉减退了,世界看起来开始比较轻松愉快了。他从一匣挤瘪了的胜利牌香烟盒中拿出一支烟来,不小心地竖举着,烟丝马上掉到了地上。他拿出了第二支,这次比较成功。他回到了起居室,坐在电幕左边的一张小桌子前。他从桌子抽屉里拿出一支笔杆、一瓶墨水、一本厚厚的四开本空白簿子,红色的书脊,大理石花纹的封面。
不知什么缘故,起居室里的电幕安的位置与众不同。按正常的办法,它应该安在端墙上,可以看到整个房间,可是如今却安在侧墙上,正对着窗户。在电幕的一边,有一个浅浅的壁龛,温斯顿现在就坐在这里,在修建这所房子的时候,这个壁龛大概是打算放书架的。温斯顿坐在壁龛里,尽量躲得远远的,可以处在电幕的控制范围之外,不过这仅仅就视野而言。当然,他的声音还是可以听到的,但只要他留在目前的地位中,电幕就看不到他。一半是由于这间屋子的与众不同的布局,使他想到要做他目前要做的事。