El ratoncito vanidoso
Es muy importante que seáis sencillos, que no caigáis en la vanidad. Escuchad lo que le pasó a un ratoncito vanidoso.
Queriendo parecer guapo, un ratón vanidoso se dejó crecer el rabo desmesuradamente. Sus compañeros, al verlo pasar, le decían:
—Mmm, tarde o temprano, ese rabo tan largo le dará a usted un disgusto, señor Ratón. Ya lo verá. El ratoncillo, satisfecho de su singular rabo, se pasaba el día fuera de la madriguera, lo cual era muy peligroso. Presumía ante todo el mundo con palabras como éstas:
—No tenga usted envidia de mi cola, hombre, pero no se acerque a ella porque es signo de grandeza.
Un día, mientras paseaba, llegó el gato. El vanidoso animalillo, viendo tan cerca el peligro, escapó por una puerta entreabierta, pero, ¡oh! desgraciadamente, el gato aprisionó el extremo de su gran rabo y sin contemplaciones, ¡miao, miao, miao! se lo comió relamiéndose los bigotes.
El que es vanidoso hace el ridículo más espantoso.