El abogado y las Peras
Hace mucho tiempo mi abuela me dijo aquello de que no hay que rechazar lo que en algún momento se pueda necesitar. Ésta es la historia de un abogado y de unas peras.
Se dirigía un abogado a una aldea lejos de la ciudad para asistir a una boda, cuando encontró al borde del camino un gran cesto repleto de suculentas peras:
—Buen aspecto tienen, ¡sí, señor! —pensó, — pero debo reservar mi apetito para el banquete, ¡eso es! Jajaja…
Y dando una patada al cesto, siguió su camino. Mas poco antes de llegar a su destino, encontró un riachuelo que debía cruzar sin remedio. Pero ¡oh desgracia! No había puente y la corriente venía muy crecida.
—¡Qué contratiempo! —exclamó, — No puedo pasar. Me quedaré sin boda y sin banquete, oh, con el hambre que tengo.
De regreso a la ciudad, y acosado por el hambre, tuvo que recoger una a una las peras esparcidas por el fango y limpiándolas con su pañuelo, se las comió.
Ya sabes, amiguito y amiguita, harás bien en no rechazar aquello que puedas necesitar.