El dermatólogo Neil Box y sus colegas tomaron muestras de ADN de 477 ni?os (entre 6 y 10 a?os) de piel blanca y monitorearon su exposición al sol entre 2004 y 2008. Encontraron que el número de lunares y pecas aumentaba cada a?o en proporción al tiempo pasado bajo los rayos solares. (?Por qué sufrimos quemaduras de sol?)
Los investigadores descubrieron que los ni?os que poseían la variante genética asociada a los ojos azules eran más susceptibles a desarrollar lunares. Quienes además poseían el gen responsable del pelo rojo eran más propensos a tener lunares más grandes a medida que sufrían más quemaduras de sol. (?Se extinguirán los pelirrojos?)
De acuerdo con Box, la cantidad y el tama?o de los lunares desarrollados durante la ni?ez pueden predecir el riesgo que tiene una persona de padecer melanoma más tarde en la vida. Sin embargo, destaca que el peligro puede prevenirse protegiéndose adecuadamente de los da?inos rayos UV, especialmente durante la infancia. (?Qué tan nocivas son las quemaduras de sol?)
Esta compleja interacción entre los genes y la exposición solar demuestra cómo el ADN es influenciado por el medio ambiente. El equipo espera que el hallazgo ayude a identificar a los grupos de riesgo en la población para ofrecer a las personas diferentes directrices sobre cómo deben comportarse en base a su genética.