Pasando la presión del sedal al hombro izquierdo y arrodillándose con cuidado lavó la mano en el mar y la mantuvo allí, sumergida, por más de un minuto, viendo correr la sangre y deshacerse en estela y el continuo movimiento del agua contra su mano al moverse el bote.
-Ahora va mucho más lentamente -dijo.
Al viejo le hubiera gustado mantener la mano en el agua salada por más tiempo, pero temía otra súbita sacudida del pez y se levantó y se afianzó y levantó la mano contra el sol. Era sólo un roce del sedal lo que había cortado su carne. Pero era en la parte con que tenía que trabajar. El viejo sabía que antes de que esto terminara necesitaría sus manos y no le gustaba nada estar herido antes de empezar.
-Ahora -dijo cuando su mano se hubo secado- tengo que comer ese pequeño bonito. Puedo alcanzarlo con el bichero y comérmelo aquí tranquilamente.
Se arrodilló y halló el bonito bajo la popa con el bichero y lo atrajo hacia sí evitando que se enredara en los rollos de sedal. Sujetando el sedal nuevamente con el hombro izquierdo y apoyándose en el brazo izquierdo saco el bonito del garfio del bichero y puso de nuevo el bichero en su lugar. Plantó una rodilla sobre el pescado y arrancó tiras de carne oscura longitudinalmente desde la parte posterior de la cabeza hasta la cola. Eran tiras en forma de cuña y las arrancó desde la proximidad del espinazo hasta el borde del vientre. Cuando hubo arrancado seis tiras les tendió en la madera de la popa, limpio su cuchillo en el pantalón y levantó el resto del bonito por la cola y lo tiró por sobre la borda.
-No creo que pueda comerme uno entero -dijo, y cortó por la mitad una de las tiras. Sentía la firme tensión del sedal y su mano izquierda tenía calambre. La corrió hacia arriba sobre el duro sedal y la miró con disgusto.
-¿Qué clase de mano es esta? -dijo-. Puedes coger calambre, si quieres.
Puedes convertirte en una garra. De nada te va a servir.
"Vamos -pensó, y miró al agua oscura y al sesgo del sedal-. Cómetelo ahora y le dará fuerza a la mano. No es culpa de la mano, y llevas muchas horas con el pez. Pero puedes quedarte siempre con él. Cómete ahora el bonito."
他把沉甸甸的钓丝换到左肩上,小心翼翼地跪下去,伸出手放在海水里洗,在水里浸了一分多钟,望着一缕缕的血漂流开去,海水随着小船前进拍打着他的手。
老人真想把那只手放在海水里泡个够。可是,他又害怕鱼突然发作让船猛的摇晃起来。于是他站起身来,打起精神,把手举起来放在太阳下面晒。是一根飞快滑去的钓丝割破了他的手的,割破的正是手上最得力的部分。他知道事情还没有办完,这双手对他十分重要。所以他不愿意还没开始的时候让手受伤。
“得,”等手晒干了,他说,“现在我该吃金枪鱼了。我用鱼钩把它钩过来,坐在这儿舒舒服服地享用吧。”
他跪下去,用鱼钩在船梢下面掏到了金枪鱼,留心着不让它碰到钓丝卷儿,把它钩到自己身边。他仍旧用肩撑住钓丝,左手和左胳膊都使足了劲儿。然后从鱼钩上把金枪鱼取下,再把鱼钩放回原处。他一只膝头压在鱼身上,从鱼的头颈到鱼尾巴,把深红色的鱼肉一条一条地割下来。条子都是楔形的,他把它们从靠近脊骨的地方一直割到肚子边。他割了六片,把它们摊在船头的木板上,在裤子上擦一擦刀子,提起鱼尾巴,把骨头扔到水里去。
“整整的一条鱼,我吃不了。”说着,他拔出刀切开了一条鱼肉。他感觉到钓丝还是拉得紧紧的。左手忽然抽起筋来。那只手紧紧地握在粗绳上,他对它很不满意。
“什么样的手啊,”他说,“想抽筋你就抽个够吧。变成一个爪子吧。可是这对你也没有什么好处。”
“快点,”他想,同时望着斜斜的钓丝。“马上把它吃了,手就会有力气了。也难怪这只手,已跟大鱼抗争了好些时候了,而且还要跟它周旋到底。马上把金枪鱼吃掉!”