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西语阅读:《一千零一夜》连载九 b

时间:2011-09-29来源:互联网  进入西班牙语论坛
核心提示:西语阅读:《一千零一夜》连载九 b Cuando el pastelero, que se llamaba El-Hailj Abdal, vio al joven Hassn Badreddin y pudo examinarlo a su gusto, le maravill su hermosura, sus encantos y sus dones naturales, y rebosante de cari
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西语阅读:《一千零一夜》连载九 b

Cuando el pastelero, que se llamaba El-Hailj Abdalá, vio al joven Hassán Badreddin y pudo examinarlo a su gusto, le maravilló su hermo­sura, sus encantos y sus dones natu­rales, y rebosante de cariño el cora­zón, le dijo: “¡Oh gentil mancebo! dime de dónde vienes. Nada temas; pero refiéreme tu historia, pues ya te quiero más que a mi misma vida.” Y Hassán contó entonces toda su historia al pastelero Hailj Abdalá, desde el principio hasta el fin.

Y el pastelero, profundamente ma­ravillado, dijo a Hassán: “¡Oh mi joven señor Badreddin! En verdad que esa historia es muy sorprendente y muy extraordinario tu relato. Pero te aconsejo, hijo mío, que a nadie se lo cuentes, pues es peligroso hacer confidencias. Te ofrezco mi tienda, y vivirás conmigo hasta que Alah se digne dar término a las desgracias que te afligen. Además, yo no tengo hijos, y me darás mucho gusto si quieres aceptarme por padre. Yo te adoptaría como hijo.” Y Hassán respondió: “¡Aceptado! ¡sea según tu deseo!”

En seguida fue al zoco el pastelero, y compró trajes magníficos con qué vestir al joven, y lo llevó a casa del kadí, y ante testigos prohijó a Has­san Badreddin.

Y Hassán permaneció en la pas­telería como hijo del amo, y cobraba el dinero de los parroquianos, y les vendía pasteles, tarros de dulce, fuen­tes llenas de crema y toda la confitería famosa de Damasco, y aprendió en seguida el oficio de pastelero, que le gustaba mucho, por las lecciones recibidas de su madre, la mujer del visir Nureddin, que preparaba pas­teles y dulces delante de él cuando era niño.

Y como en toda la ciudad de Damasco fue elogiada la hermosura de Hassán, el gallardo joven de Bassra, hijo adoptivo del pastelero, la tienda de Hailj Abdalá llegó a serla más frecuentada de todas las pastelerías de Damasco.

¡Y esto fue todo lo de Hassán Badreddin!

En cuanto a la recen casada Sett El-Hosn, hija del visir Chamseddin, he aquí lo que hubo de ocurrirle:

Cuando se despertó Sett El-Hosn, la mañana siguiente a la noche de sus bodas, no encontró a su lado al hermoso Hassán; pero figurán­dose que había ido al retrete, le aguardó muy tranquila.

En aquel momento se presentó a saber de ella su padre el visir Cham­seddin. Llegaba muy inquieto. Estaba poseído de indignación por la injus­ticia del sultán obligándole a casar a la hermosa Sett El-Hosn con el palafrenero jorobado. Y al entrar en las habitaciones de su hija, se di­jo: “Como sepa que se ha entregado a ese inmundo jorobado, la mato.”

Golpeó en la puerta de la cámara nupcial y llamó: “¡Seta El-Hosn!” Y desde dentro ella contestó: “¡Ya voy a abrir; padre mío!”- Y levan­tándose en seguida, abrió la puerta. Parecía más hermosa que de costum­bre, y mostraba resplandeciente el rostro y el alma, satisfecha por haber sentido las caricias de aquel her­moso. joven. E inclinándose ante su padre con coquetería, le besó las manos. Pero su padre, al verla tan contenta, en lugar de encontrarla afligida por su unión con el joroba­do, le dijo: “¡Ah, desvergonzada! ¿Cómo te atreves a mostrarte con esa cara de alegría, después de haber dormido con el horrendo jorobeta?” Y Sett El-Hosn, al oírlo, se echó a reír, y exclamó: “Por Alah, padre mío, dejémonos de bromas. Bastante tengo con haber sido la irrisión de todos los invitados, a causa de mi supuesto marido, ese jorobado que no vale ni la recortadura de una uña de mi verdadero esposo de esta noche. ¡Oh qué noche! ¡Cuán llena de delicias junto a mi amado! Basta, pues, de bromas, padre mío. No me hables más del jorobado.” El visir temblaba de coraje escuchando a su hija, y sus ojos estaban azules de furor, y dijo: “¿Qué dices, desdicha­da? ¿No pasaste aquí la noche con el jorobado?” Y ella contestó: “Por Alah sobre ti, ¡oh padre mío! No me hables más del jorobado. ¡Con­fúndalo Alah, a él, a su padre, a su madre y a toda su familia! Sabe de una vez que estoy enterada de la superchería que inventaste para de­fenderme del mal de ojo.” Y dio a su padre todos los pormenores de la boda y de cuanto le había ocurrido aquella noche, añadiendo: “¡Qué bien lo pasé sintiendo en mi regazo a mi adorado esposo, el hermoso joven de exquisitas maneras y esplén­didos y negros ojos y de arqueadas cejas!”

Oído esto, gritó el visir: “Pero hija, ¿estás loca? ¿sabes lo que dices? ¿Dónde se halla el joven a quien llantas tu esposo?” Y Sett El-Hosn, respondió: “Ha ido al retrete.” En­tonces, el visir, muy alarmado, se precipitó afuera de la habitación, y corriendo hacia el retrete, se encon­tró al jorobado que seguía inmóvil, con los pies hacia arriba y la cabeza dentro del agujero. Estupefacto hasta más no poder, exclamó el visir: ¿Qué veo? ¿Eres tú, jorobeta?” Y como no le contestase, repitió esta pregunta en voz más alta. Pero el jorobado tampoco quiso contestar, porque seguía aterrado, creyendo que quien le hablaba era el efrit.

  En este momento de su narración, Schahrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.

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