《一千零一夜》连载三十六c
Apenas había formulado Aladino esta petición, el efrit del anillo contestó con el oído y la obediencia, y en el tiempo en que se tarda solamente en cerrar un ojo y abrir un ojo, le transportó al fondo del Maghreb, en medio de un jardín magnífico, donde se alzaba, con su hermosura arquitectural, el palacio de Badrú’l-Budur. Y le dejó con mucho cuidado debajo de las ventanas de-la princesa, y desapareció:
Entonces, a la vista de su palacio, sintió Aladino dilatársele el corazón 'y tranquilizársele el alma y refrescársele los ojos. Y de nuevo entraron en el la alegría y la esperanza. Y de la misma manera que está preocupado y no duerme quien confía una cabeza al vendedor de cabezas cocidas al horno, así Aladino, a pesar de sus fatigas y sus penas, no quiso descansar lo más mínimo. Y se limitó a elevar su alma hacia el Creador para darle gracias por sus bondades y reconocer que sus designios son impenetrables para las criaturas limitadas. Tras de lo cual se puso muy en evidencia debajo de las ventanas de su esposa Badrú'lBudur.
Y he, aquí que, desde que fue arrebatada con el palacio por el mago maghrebín, la princesa tenía la costumbre de levantarse todos los días a la hora del alba, y se pasaba el tiempo llorando y las noches en vela, poseída de tristes, pensamientos en su dolor por verse separada de su padre y de su esposo bienamado, además de todas las violencias de que la hacía víctima el maldito maghrebín, aunque sin ceder ella. Y no dormía, ni comía, ni bebía. Y aquella tarde, por decreto del destino, su servidora había entrado a verla para distraerla. Y abrió una de las ventanas de la sala de cristal, y miró hacia fuera, diciendo: “¡Oh mi señora! ¡ven a ver cuán delicioso es el aire de esta tarde!” Luego lanzó de pronto un grito, exclamando: “¡Ya setti, ya setti! ¡He ahí a mi amo Aladino, he ahí a mi amo Aladinol ¡Está bajo las ventanas del palacio...
En este momento de su narración, Schahrazada vio aparecer la mañaría, y y se calló discretamente.