西语阅读:《一千零一夜》连载二十七 b
Aun no había acabado de explicarme, cuando uno de los mercaderes que había subido por mercaderias a bordo, sea cercó a mí, me miró atentamente, y en cuanto terminé de hablar, palmoteó sorprendido, y exclamó: “Por Alah! Ninguno me creyo cuando hace tiempo relaté la extraña aventura que me acaeció un día en la montaña de diamantes, donde, según dije, vi a un hombre atado a un cuarto de carnero y transportado desde el valle a la montaña por un pájaro llamado rokh. ¡Plues bien; he aquí aquel hombre! ¡Este mismo es Sindbad el Marino, el hombre generoso que me regaló tan hermosos diamantes! “Y tras de hablar así, el mercader corrió a abrazarme como a un hermano ausente que encontrara de pronto a su hermano.
Entonces me contempló un instante el capitán del navío y en seguida me reconoció también por Sindbad, el Marino. Y me tomó en sus brazos como lo hubiera hecho con su hijo, me felicitó por estar con vida todavía, y me dijo: “¡Por Alah, ¡oh mi señor! que es asombrosa tu historia y prodigiosa tu aventura! ¡Pero bendito sea Alah, que permitió nos reuniéramos, e hizo que encontraras tus mercancías y tu fortuna!” Luego dio orden de que llevaran mis mercancías a tierra para que yo las vendiese, aprovechándome de ellas por completo aquella vez. Y efectivamente, fue enorme la ganancia que me proporcionaron, indemnizándome con mucho de todo el tiempo que había perdido hasta entonces.
Después de lo cual, dejamos la isla Salahata y llegamos al país de Sind, donde vendimos y compramos igualmente.
En aquellos mares lejanos vi cosas asombrosas y prodigios innumerables, cuyo relato no puedo detallar. Pero, entro otras cosas, vi un pez que tenía el aspecto de una vaca y otro que parecía un asno. Vi también un pájaro que nacía del nácar marino y cuyas crías vivían en la superficiade las aguas sin volar nunca sobre tierra.
Más tarde continuamos nuestra navegación, con la venia de Alah, y a la postre llegamos a Bassra, donde nos detuvimos pocos días, para entrar por último en Bagdad.
Entonces me dirigí a mi calle, penetré en mi casa, saludé a mis parientes, a mis amigos y a mis antiguos compañeros, e hice muchas dádivas a viudas y a huérfanm Por que había regresado más rico que nunca a causa de los últimos negocios hechos al vender mis mercancías.
Pero mañana, si Alah quiere, ¡oh amigos míos! os contaré la historia de mi cuarto viaje, que supera en interés a las.tres que acabáis de oír.”
Luego Sindbad el Marino, como los anteriores días, hizo que dieran cien monedas de oro a Sindbad el Cargador, invitándole a volver al día siguiente.
No dejó de obedecer el cargador, y volvió al otro día para escuchar lo que había de contar Sindbad el Marino cuando terminase la comida...
En este momento de su narración, Schahrazada vio aparecer la mañana, y calló discretamente.