水井与钟摆 15(西英双语)
原文:
Pensando en ello, fijé convulsivamente mis ojos en las paredes de hierro que me rodeaban. Algo extraño, un cambio que en principio no pude apreciar claramente, se había producido con toda evidencia en la habitación. Durante varios minutos en los que estuve distraído, lleno de ensueños y escalofríos, me perdí en conjeturas vanas e incoherentes.Por primera vez me di cuenta del origen de la luz sulfurosa que iluminaba la celda. Provenía de una grieta de media pulgada de anchura, que extendíase en torno del calabozo en la base de las paredes, que, de ese modo, parecían, y en efecto lo estaban, completamente separadas del suelo. Intenté mirar por aquella abertura, aunque, como puede imaginarse, inútilmente.
Al levantarme desanimado, se descubrió a mi inteligencia, de pronto, el misterio de la alteración que la celda había sufrido. Había tenido ocasión de comprobar que, aun cuando los contornos de las figuras pintadas en las paredes fuesen suficientemente claros, los colores parecían alterados y borrosos.Ahora acababan de tomar, y tomaban a cada momento, un sorprendente e intensísimo brillo, que daba a aquellas imágenes fantásticas y diabólicas un aspecto que hubiera hecho temblar a nervios más firmes que los míos. Pupilas demoníacas, de una viveza siniestra y feroz, se clavaban sobre mí desde mil sitios distintos, donde yo anteriormente no había sospechado que se encontrara ninguna, y brillaban cual fulgor lúgubre de un fuego que, aunque vanamente, quería considerar completamente imaginario.
¡Imaginario! Me bastaba respirar para traer hasta mi nariz un vapor de hierro enrojecido. Extendíase por el calabozo un olor sofocante. A cada momento reflejábase un ardor más profundo en los ojos clavados en mi agonía. Un rojo más oscuro se extendía sobre aquellas horribles pinturas sangrientas.Estaba jadeante; respiraba con grandes esfuerzos. No había duda sobre el deseo de mis verdugos, los más despiadados y demoníacos de todos los hombres.Me aparté lejos del metal ardiente, dirigiéndome al centro del calabozo. Frente a aquella destrucción por el fuego, la idea de la frescura del pozo llegó a mi alma como un bálsamo. Me lancé hacia sus mortales bordes. Dirigí mis miradas hacia el fondo. El resplandor de la inflamada bóveda iluminaba sus cavidades más ocultas. No obstante, durante un minuto de desvarío, mi espíritu negóse a comprender la significación de lo que veía.
英译:
With that thought I rolled my eves nervously around on the barriers of iron that hemmed me in. Something unusual -- some change which, at first, I could not appreciate distinctly -- it was obvious, had taken place in the apartment. For many minutes of a dreamy and trembling abstraction, I busied myself in vain, unconnected conjecture. During this period, I became aware, for the first time, of the origin of the sulphurous light which illumined the cell. It proceeded from a fissure, about half an inch in width, extending entirely around the prison at the base of the walls, which thus appeared, and were, completely separated from the floor. I endeavored, but of course in vain, to look through the aperture.
As I arose from the attempt, the mystery of the alteration in the chamber broke at once upon my understanding. I have observed that, although the outlines of the figures upon the walls were sufficiently distinct, yet the colors seemed blurred and indefinite. These colors had now assumed, and were momentarily assuming, a startling and most intense brilliancy, that gave to the spectral and fiendish portraitures an aspect that might have thrilled even firmer nerves than my own. Demon eyes, of a wild and ghastly vivacity, glared upon me in a thousand directions, where none had been visible before, and gleamed with the lurid lustre of a fire that I could not force my imagination to regard as unreal.
Unreal! -- Even while I breathed there came to my nostrils the breath of the vapour of heated iron! A suffocating odour pervaded the prison! A deeper glow settled each moment in the eyes that glared at my agonies! A richer tint of crimson diffused itself over the pictured horrors of blood. I panted! I gasped for breath! There could be no doubt of the design of my tormentors -- oh! most unrelenting! oh! most demoniac of men! I shrank from the glowing metal to the centre of the cell. Amid the thought of the fiery destruction that impended, the idea of the coolness of the well came over my soul like balm. I rushed to its deadly brink. I threw my straining vision below. The glare from the enkindled roof illumined its inmost recesses. Yet, for a wild moment, did my spirit refuse to comprehend the meaning of what I saw.