»Procuré ganarme la confianza del señor Gale. Fingí fiarme de él y hasta solicité su ayuda para hacer un falso chantaje a lady Horbury. Y entonces fue cuando cometió su primera equivocación.
»Le propuse que se caracterizase un poco y se dispuso a representar su papel como un ridículo mamarracho. Aquello fue una farsa. Nadie, estoy seguro, hubiera representado el papel tan mal como él se proponía hacerlo. ¿Qué razón tenía para aquello? Pues que, sabiéndose culpable, temía manifestarse como un buen actor. Pero cuando yo enmendé su exagerado disfraz, quedó de manifiesto su habilidad artística. Representó su papel a las mil maravillas y lady Horbury no le reconoció. Entonces me convencí de que podía haberse presentado en París como un norteamericano y de que en el Prometheus podía haber representado también su papel.
»Y empezó a preocuparme seriamente mademoiselle Grey. O estaba complicada en el asunto o era inocente y, en este caso, se convertiría en víctima, ya que un buen día podía despertar como esposa de un asesino. Para impedir un matrimonio lamentable, me llevé a mademoiselle conmigo a París en calidad de secretaria.
»Y, mientras estábamos allí, se presentó la desconocida heredera a reclamar la fortuna. Me intrigó en ella una semejanza que no podía concretar. Hasta que al fin la identifiqué, aunque demasiado tarde.
»El hecho de que se encontrara en el avión y de que hubiera mentido al respecto, desbarataba todas mis teorías. Ella era, sin ningún género de dudas, la culpable que buscábamos.
»Pero si era culpable, tenía un cómplice en el hombre que compró la cerbatana y sobornó a Jules Perrot.
»¿Quién era ese hombre? ¿Su marido?
»Y, de pronto, se me ofreció la verdadera solución, es decir, la verdadera si se podía comprobar un punto.
»Para que mis deducciones fuesen correctas, Anne Morisot no debía haber volado en aquel avión. Telefoneé a lady Horbury y me contestó satisfactoriamente. Su doncella, Madeleine, viajó en el avión por un capricho de última hora de su señora.
Poirot hizo una pausa. El señor Clancy observó:
—¡Hum! Veo que aún no queda muy probada mi inocencia.
—¿Cuándo dejó de sospechar de mí? —preguntó Norman.
—Nunca. Usted es el asesino. Espere y se lo explicaré todo. Japp y yo hemos trabajado mucho esta semana. Es cierto que usted se hizo dentista para complacer a su tío, John Gale. Adoptó usted su nombre cuando se estableció como socio de él, pero era usted hijo de su hermana, no de su hermano. Su nombre verdadero es Richards. Como Richards conoció usted a Anne Morisot el invierno pasado en Niza, cuando estaba allí con su señora. Lo que ella nos contó de su infancia es cierto, pero la segunda parte de la historia la inventó usted. No es cierto que ella ignorase el nombre de soltera de su madre. Giselle estuvo en Montecarlo y allí alguien mencionó su nombre auténtico. Usted pensó que allí podía haber una gran fortuna a ganar, y eso atrajo a su temperamento de jugador. Por Anne Morisot supo la relación que existía entre lady Horbury y Giselle.