Para elegir el vino que acompañe a los platos, es importante tener en cuenta el maridaje, es decir, el vino que le queda bien a ese plato y que resalta su sabor.
Por supuesto si tenéis alguna marca, zona de procedencia o añada preferida, podéis optar por ellos siempre que respeten el punto anterior.
Para la recepción, lo recomendable es optar por un vino joven de aguja o espumoso seco, puesto que se alía a la perfección con los distintos sabores del aperitivo.
El vino blanco acompaña perfectamente las carnes blancas como el pollo y el pescado blanco o azul, también el marisco. Estos suelen ser los primeros platos.
El vino tinto combina perfectamente con la carne y los platos más pesados, que suelen ser los segundos.
Para el postre se puede servir vino dulce y ligero o uno amargo para que contraste con la intensidad de los chocolates amargos. Esto dependerá de vuestros gustos y de si queréis o no sorprender el paladar de vuestros invitados.
Que el vino nunca destaque sobre la comida, que la acompañe. Si el sabor es suave, el vino también debe serlo.
Como es natural, el presupuesto destinado al banquete también es algo a tener en cuenta en vuestras elecciones. Si además sois aficionados, preguntad si existe la opción de comprarlo vosotros en bodegas en las que podáis conseguir algunos no necesariamente conocidos pero de muy buena calidad.