水井与钟摆 4(西英双语)
原文:
No obstante, ni un solo momento imaginé que estuviera realmente muerto. A pesar de todas las ficciones literarias, semejante idea es absolutamente incompatible con la existencia real.Pero ¿dónde me encontraba y cuál era mi estado? Sabía que los condenados a muerte morían con frecuencia en los autos de fe. La misma tarde del día de mi juicio habíase celebrado una solemnidad de esta especie.¿Me habían llevado, acaso, de nuevo a mi calabozo para aguardar en él el próximo sacrificio que había de celebrarse meses más tarde? Desde el principio comprendí que esto no podía ser. Por otra parte, mi primer calabozo, como todas las celdas de los condenados, en Toledo, estaba empedrado y había en él alguna luz.
Repentinamente, una horrible idea aceleró mi sangre en torrentes hacia mi corazón,
y durante unos instantes caí de nuevo en mi insensibilidad. Al volver en mí, de un solo movimiento me levanté sobre mis pies, temblando convulsivamente en cada fibra. Desatinadamente, extendí mis brazos por encima de mi cabeza y a mi alrededor, en todas direcciones. No sentí nada.No obstante, temblaba a la idea de dar un paso, pero me daba miedo tropezar contra los muros de mi tumba. Brotaba el sudor por todos mis poros, y en gruesas gotas frías se detenía sobre mi frente. A la larga, se me hizo intolerable la agonía de la incertidumbre y avancé con precaución, extendiendo los brazos y con los ojos fuera de sus órbitas, con la esperanza de hallar un débil rayo de luz. Di algunos pasos, pero todo estaba vacío y negro. Respiré con mayor libertad. Por fin, me pareció evidente que el destino que me habían reservado no era el más espantoso de todos.Y entonces, mientras precavidamente continuaba avanzando, se confundían en masa en mi memoria mil vagos rumores que sobre los horrores de Toledo corrían. Sobre estos calabozos contábanse cosas extrañas.
英译:
Yet not for a moment did I suppose myself actually dead. Such a supposition, notwithstanding what we read in fiction, is altogether inconsistent with real existence; -- but where and in what state was I? The condemned to death, I knew, perished usually at the autos-da-fe, and one of these had been held on the very night of the day of my trial. Had I been remanded to my dungeon, to await the next sacrifice, which would not take place for many months? This I at once saw could not be. Victims had been in immediate demand. Moreover, my dungeon, as well as all the condemned cells at Toledo, had stone floors, and light was not altogether excluded.
A fearful idea now suddenly drove the blood in torrents upon my heart, and for a brief period, I once more relapsed into insensibility. Upon recovering, I at once started to my feet, trembling convulsively in every fibre. I thrust my arms wildly above and around me in all directions. I felt nothing; yet dreaded to move a step, lest I should be impeded by the walls of a tomb. Perspiration burst from every pore, and stood in cold big beads upon my forehead. The agony of suspense grew at length intolerable, and I cautiously moved forward, with my arms extended, and my eyes straining from their sockets, in the hope of catching some faint ray of light. I proceeded for many paces; but still all was blackness and vacancy. I breathed more freely. It seemed evident that mine was not, at least, the most hideous of fates. And now, as I still continued to step cautiously onward, there came thronging upon my recollection a thousand vague rumors of the horrors of Toledo. Of the dungeons there had been strange things narrated.