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当前位置: 首页 » 西班牙语阅读 » 阿加莎·克里斯蒂作品集 » Asesinato en Mesopotamia 古墓之谜 » 正文

Capítulo XVI Los sospechosos(1)

时间:2023-09-28来源:互联网  进入西班牙语论坛
核心提示:Eso es convine. Pero as son los hombres. Ni el uno por ciento de ellos se para a considerar qu es lo que le conviene. Au
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Capítulo XVI

Los sospechosos

El doctor Leidner se levantó de un salto.

—ilmposible! iCompletamente imposible! iEsa idea es absurda!

El señor Poirot lo miró, Imperturbable, y no dijo nada.

—¿Quiere sugerir que el primer marido de mi mujer es uno de los de la expedición, y que ella no le reconoció?

—Exactamente. Reflexione un poco sobre los hechos. Hace más de quince años, su esposa vivió con ese hombre durante unos pocos meses. ¿Lo reconocería si le encontrara de nuevo después de tanto tiempo? Creo que no. Su cara y su aspecto pudieron cambiar. Su voz, tal vez no tanto; pero ése es un detalle que puede esclarecerse. Y recuerde que ella no esperaba que estuviera entre los que convivían en su misma casa. Se lo imaginaba como un extraño. No; no creo que lo reconociera. Y existe una segunda posibilidad. El hermano menor; el niño de entonces, tan encariñado con Frederick. Sí, debemos contar con él. Recuerde que, en su opinión, su hermano no era traidor, sino un patriota, un mártir de su país, Alemania. Para él, la traidora es la señora Leidner; un monstruo de maldad que fue capaz de enviar a la muerte a su propio marido. Un niño puede sentir gran devoción por quien él considera como un héroe, y una mente joven se obsesiona fácilmente con una idea, hasta el extremo de persistir en ella muchos años después.

—Eso es verdad —comentó el doctor Reilly—. No es cierta, aunque sí generalmente aceptada, la opinión de que los niños olvidan muy pronto. Hay muchas personas que al llegar a la vejez retienen todavía imbuida en la mente una idea que se les quedó allí grabada cuando eran niños.

—Bien —siguió Poirot—. Tenemos dos posibilidades. Frederick Bosner, un hombre que ahora rondará los cincuenta años; y William Bosner, cuya edad debe andar cerca de los treinta. Examinemos a los componentes de la expedición desde estos dos aspectos.

—Eso es fantástico —murmuró el doctor Leidner—. iMi propia gente! iLa de mi propia expedición!

—Habría que considerarlos entonces por encima de toda sospecha, ¿eh? —replicó secamente—. Un punto de vista muy sutil. Commençons. ¿Quiénes son los que categóricamente no pueden ser Frederick ni William?

—Las mujeres.

—Naturalmente. La señorita Johnson y la señora Mercado quedan eliminadas. ¿Quién más?

—Carey. Trabajamos juntos desde hace muchos años, antes de que yo conociera a Louise...

—Y, además, su edad no coincide. Yo diría que tiene unos treinta y ocho años; demasiado joven para ser Frederick y muy viejo para tratarse de William. En cuanto a los demás, tanto el Padre Lavigny como el señor Mercado pueden ser Frederick Bosner.

—Pero, mi apreciado señor —exclamó el señor Leidner con un tono en el que se mezclaba la irritación con la chanza—-, el padre Lavigny es conocido en todo el mundo como uno de los mejores eruditos en inscripciones, y Mercado ha trabajado durante muchos años en un popular museo de Nueva York. iEs imposible que ninguno de los dos sea el hombre que usted cree!

Poirot agitó una mano, airado.

—Imposible... imposible... iNo conozco esa palabra! Lo imposible es, precisamente, lo que investigo más a fondo. Pero lo dejaremos estar por el momento. ¿Quién más hay? Carl Reiter, un joven de nombre alemán. Y David Emmott...

—Recuerde que me acompañó durante dos temporadas.

—Ese joven posee el don de la paciencia. Si comete algún crimen, puede estar seguro de que no será de prisa y corriendo. Lo tendrá todo muy bien preparado.

El doctor Leidner hizo un gesto de desesperación. —Y, finalmente, William Coleman —continuó Poirot.

—Es inglés.

—¿Pourquoi pas? ¿No le dijo la señora Leidner que el muchacho desapareció y no se le pudo encontrar en América? No es absurdo pensar que creciera y se educara en Inglaterra.

—Tiene usted respuestas para todo —dijo el arqueólogo.

Mi mente estaba entonces trabajando a toda presión. Desde un principio había considerado que las maneras del señor Coleman, más que las de un joven de carne y hueso, parecían copiadas de las de un personaje de cualquier libro de P. G. Wodehouse. ¿Habría estado fingiendo durante todo el tiempo?

Poirot tomó notas en su libreta.

—Procedamos con orden y método —dijo—. Por cuenta de Frederick tenemos dos nombres: el padre Lavigny y el señor Mercado. Y por William, los de Coleman, Emmott y Reiter. Pasemos ahora al aspecto opuesto de la cuestión; medios y oportunidades. ¿Qué componente de la expedición tuvo los medios y la oportunidad de cometer el crimen? Carey estaba en las excavaciones. Coleman había ido a Hassanieh y usted estuvo en la azotea. Esto nos deja al padre Lavigny, al señor Mercado, a su esposa, a David Emmott, a Carl Reiter, a la señorita Johnson y a la enfermera Leatheran.

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