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当前位置: 首页 » 西班牙语阅读 » 阿加莎·克里斯蒂作品集 » Asesinato en Mesopotamia 古墓之谜 » 正文

Capítulo XXII David Emmott, el padre Lavigny y un descubrimiento(4)

时间:2023-10-12来源:互联网  进入西班牙语论坛
核心提示:Su tono era de reproche. Ella enrojeci y se mordi los labios.La seorita Johnson se apresur a derivar la conversacin haci
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Su tono era de reproche. Ella enrojeció y se mordió los labios.

La señorita Johnson se apresuró a derivar la conversación hacia el tema de las excavaciones y los objetos interesantes que se habían descubierto aquella mañana. La conversación, durante el almuerzo, versó en su totalidad sobre arqueología. Creo que todos opinamos en nuestro fuero interno que aquello era lo más prudente.

Después de tomar el café nos dirigimos a la sala de estar. Luego, los hombres, a excepción del padre Lavigny, se fueron otra vez a las excavaciones.

El religioso se llevó consigo a Poirot para enseñarle el almacén y yo les seguí. Me estaba enterando bastante bien de todo lo referente a la expedición y experimenté una sensación de orgullo, como si aquello me perteneciera, cuando el padre Lavigny sacó la copa de oro y oí la exclamación de asombro que lanzó Poirot

—i Qué espléndida obra de arte!

El padre Lavigny convino rápidamente en ello y empezó a señalar los puntos más bellos de la copa, demostrando un real entusiasmo y un profundo conocimiento.

—Hoy no tiene gotas de cera —dije. —¿Cera? —preguntó Poirot, mirándome.

—¿Cera? —repitió el religioso.

Expliqué mi observación.

iAh! , je comprends —dijo el padre Lavigny— Sí, sí; cera de vela.

Aquello condujo la conversación hacia el tema del visitante nocturno. Olvidándose de mi presencia, los dos hombres empezaron a hablar en francés. Me volví a la sala. La señora Mercado zurcía los calcetines de su marido y la señorita Johnson leía un libro. Era cosa extraña en ella. Por lo general, siempre parecía tener algo que hacer. Al cabo de un rato, el padre Lavigny y Poirot salieron del almacén. El primero se excusó diciendo que debía continuar su trabajo. Poirot tomó asiento junto a nosotras.

—Un hombre muy interesante —dijo

Luego preguntó si el padre Lavigny había tenido mucho trabajo hasta entonces. La señorita Johnson explicó que se habían encontrado pocas tablillas y que igual había pasado con los ladrillos cilíndricos. El padre Lavigny, no obstante, había tomado parte en los trabajos de las excavaciones y estaba aprendiendo rápidamente el árabe.

La conversación recayó entonces sobre los sellos cilíndricos y al cabo de un rato la señorita Johnson sacó de un armario unas cuantas impresiones hechas con ellos sobre plastilina.

Pensé, cuando nos inclinamos para admirar aquellos vivos dibujos, que con estos sellos debió estar trabajando ella la fatídica tarde en que asesinaron a la señora Leidner.

Mientras hablábamos vi que Poirot daba vuelta entre sus dedos a una pelotita de plastilina.

—¿Gastan mucha pasta de ésta, mademoiselle? —preguntó.

—Bastante. Al parecer, esta temporada hemos gastado ya mucha, aunque no puedo recordar en qué. La mitad de la que teníamos ya ha sido utilizada.

—¿Dónde la guardan, mademoiselle?

—Aquí... en el armario.

Mientras guardaba la hoja de plastilina que nos había estado enseñando, le mostró un estante sobre el que se veían varias hojas más, botes de pegamento, engrudo y otros artículos.

Poirot se inclinó.

—¿Y esto?... ¿Qué es eso, mademoiselle?

Había deslizado su mano hasta el fondo del armario y sacó un extraño y arrugado objeto.

Cuando lo alisó pudimos ver que se trataba de una especie de máscara. Los ojos y boca habían sido pintados toscamente con tinta china. El conjunto estaba embadurnado grotescamente con plastilina.

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