3顶高脚帽 第三幕1
ACTO TERCERO
La misma decoración. Continúa la acción del segundo acto, un minuto después en que éste quedó interrumpido.
(dionisio acaba de ocultar el cuerpo de paulatras de la cama y el biombo, mientras sigue llamando don sacramento. dionisio, una vez asegurado que paulaestá bien oculta, va a abrir.)
don sacramento. (Dentro.) ¡Dionisio! ¡Dionisio! ¡Abra! ¡Soy yo! ¡Soy don Sacramento! ¡Soy don Sacramento! ¡Soy don Sacramento!...
dionisio. Sí... Ya voy... (Abre. Entra don sacramento, con levita, sombrero de copa y un paraguas.) ¡Don Sacramento!
don sacramento. ¡Caballero! ¡Mi niña está triste! Mi niña, cien veces llamó por teléfono, sin que usted contestase a sus llamadas. La niña está triste y la niña llora. La niña pensó que usted se había muerto. La niña está pálida... ¿Por qué martiriza usted a mi pobre niña?...
dionisio. Yo salí a la calle, don Sacramento... Me dolía la cabeza... No podía dormir... Salí a pasear bajo la lluvia. Y en la misma calle, di dos o tres vueltas... Por eso yo no oí que ella me llamaba... ¡Pobre Margarita!... ¡Cómo habrá sufrido!
don sacramento. La niña está triste. La niña está triste y la niña llora. La niña está pálida. ¿Por qué martiriza usted a mi pobre niña?...
dionisio. Don Sacramento... Ya se lo he dicho... Yo salí a la calle... No podía dormir.
don sacramento. La niña se desmayó en el sofá malva de la sala rosa... ¡Ella creyó que usted se había muerto! ¿Por qué salió usted a la calle a pasear bajo la lluvia?...
dionisio. Me dolía la cabeza, don Sacramento...
don sacramento. ¡Las personas decentes no salen por la noche a pasear bajo la lluvia...! ¡Usted es un bohemio, caballero!
dionisio. No, señor.
don sacramento. ¡Sí! ¡Usted es un bohemio, caballero! ¡Sólo los bohemios salen a pasear de noche por las calles!
dionisio. ¡Pero es que me dolía mucho la cabeza!
don sacramento. Usted debió ponerse dos ruedas de patata en las sienes...
dionisio. Yo no tenía patatas...
don sacramento. Las personas decentes deben llevar siempre patatas en los bolsillos, caballero... Y también deben llevar tafetán para las heridas... Juraría que usted no lleva tafetán...
dionisio. No, señor.
don sacramento. ¿Lo está usted viendo? ¡Usted es un bohemio, caballero!... Cuando usted se case con la niña, usted no podrá ser tan desordenado en el vivir. ¿Por qué está así este cuarto? ¿Por qué hay lana de colchón en el suelo? ¿Por qué hay papeles? ¿Por qué hay latas de sardinas vacías? (Cogiendo la carraca que estaba en el sofá.) ¿Qué hace aquí esta carraca?
(Y se queda con ella, distraído, en la mano. Y, de cuando en cuando, la hará sonar mientras habla.)
dionisio. Los cuartos de los hoteles modestos son así... Y éste es un hotel modesto... ¡Usted lo comprenderá, don Sacramento!...
don sacramento. Yo no comprendo nada. Yo no he estado nunca en ningún hotel. En los hoteles sólo están los grandes estafadores europeos y las vampiresas internacionales. Las personas decentes están en sus casas y reciben a sus visitas en el gabinete azul, en donde hay muebles dorados y antiguos retratos de familia... ¿Por qué no ha puesto usted en este cuarto los retratos de su familia, caballero?
dionisio. Yo sólo pienso estar aquí esta noche...
don sacramento. ¡No importa, caballero! Usted debió poner cuadros en las paredes. Sólo los asesinos o los monederos falsos son los que no tienen cuadros en las paredes... Usted debió poner el retrato de su abuelo con el uniforme de maestrante...
dionisio. Él no era maestrante... El era tenedor de libros...
don sacramento. ¡Pues con el uniforme de tenedor de libros! ¡Las personas honradas se tienen que retratar de uniforme, sean tenedores de libros o sean lo que sean! ¡Usted debió poner también el retrato de un niño en traje de primera comunión!
dionisio. Pero ¿qué niño iba a poner?
don sacramento. ¡Eso no importa! ¡Da lo mismo! Un niño. ¡Un niño cualquiera! ¡Hay muchos niños! ¡El mundo está lleno de niños de primera comunión!... Y también debió usted poner cromos... ¿Por qué no ha puesto usted cromos? ¡Los cromos son preciosos! ¡En todas las casas hay cromos! «Romeo y Julieta hablando por el balcón de su jardín», «Jesús orando en el Huerto de los Olivos», «Napoleón Bonaparte, en su destierro de la isla de Santa Elena»... (En otro tono, con admiración.) Qué gran hombre Napoleón, ¿verdad?
dionisio. Sí. Era muy belicoso... ¿Era ese que llevaba siempre así la mano?
(Se mete la mano en el pecho.)
don sacramento. (Imitando la postura.) Efectivamente, llevaba siempre así la mano...
dionisio. Debía de ser muy difícil!, ¿verdad?
don sacramento. (Con los ojos en blanco.) ¡Sólo un hombre como él podía llevar siempre así la mano!...
dionisio. (Poniéndose la otra mano en la espalda.) Y la otra la llevaba así...