3只高脚帽 第二幕1
ACTO SEGUNDO
La misma decoración. Han transcurrido dos horas y hay un raro ambiente de juerga. La puerta de la izquierda está abierta y dentro suena la música de un gramófono que nos hace oír una java francesa con acordeón marinero. Los personajes entran y salen familiarmente por esta puerta, pues se supone que la cuchipanda se desenvuelve, generosamente, entre los dos cuartos. La escena está desordenada. Quizá haya papeles por el suelo. Quizá haya botellas de licor. Quizá haya, también, latas de conserva vacías. Hay muchos personajes en escena. Cuantos más veamos, más divertidos estaremos. La mayoría son viejos extraños que no hablan. Bailan solamente, unos con otros, o quizá, con alegres muchachas que no sabemos de dónde han salido, ni nos debe importar demasiado. Entre ellos hay un viejo lobo de mar vestido de marinero... Hay un indio con turbante, o hay un árabe. Es, en fin, un coro absurdo y extraordinario que ambientará unos minutos la escena, ya que, a los pocos momentos de levantarse el telón, irán desapareciendo, poco a poco, por la puerta de la izquierda. También, entre estos señores, están en escena los personajes principales. Buby, echado en la cama, templa monótonamente su ukelele. El odioso señor, apoyado en el quicio de la puerta izquierda, mira a Paula con voluptuosidad. Paula baila con Dionisio. Fanny, con El anciano militar, completamente calvo y con la pechera de su uniforme llena de condecoraciones y cruces. Sagra baila con El cazador astuto que, pendientes del cinto, lleva cuatro conejos, cada cual con una pequeña etiqueta, en la que es posible que vaya marcado el precio. Madame Olga, en bata y zapatillas, hace labor sentada en el diván. A su lado, en pie, El guapo muchacho, con una botella de coñac en la mano, la invita de cuando en cuando a alguna copa, mirándola constantemente con admiración y respeto provincianos...
(Se ha levantado el telón. El coro, siempre bailando sobre la música, ha ido evolucionando hasta desaparecer por la puerta de la izquierda.)
sagra. (Hablando mientras baila.) ¿Y hace mucho tiempo que cazó usted esos conejos?
el cazador astuto. (Borracho, pero correcto siempre.) Sí, señorita. Hace quince días que los pesqué. Pero estoy siempre tan ocupado que no consigo tener ni cinco minutos libres para comérmelos... Siempre que pesco conejos, me pasa igual...
sagra. Yo, para trabajar, tengo un vestido parecido al suyo. Solamente que, en lugar de llevar colgados esos bichos, llevó plátanos. Hace más bonito...
el cazador astuto. Yo no consigo pescar nunca plátanos. Yo sólo consigo pescar conejos.
sagra. Pero ¿los conejos se cazan o se pescan?
el cazador astuto. (Más correcto que nunca.) Eso depende de la borrachera que tenga uno, señorita...
sagra. ¿Y no le molestan a usted para bailar?
el cazador astuto. Atrozmente, señorita. Con su permiso, voy a tirar uno al suelo...
(Desprende un conejo del cinturón y lo deja caer en el suelo.)
sagra. Encantada.
(Siguen bailando, y el sitio que ocupaban lo ocupan ahora el anciano military fanny.)
el anciano militar. Le aseguro, señorita, que jamás olvidaré esta noche tan encantadora. ¿No me dice usted nada?
fanny. Ya le he dicho que yo lo que quiero es que me regale usted una cruz...
el anciano militar. Pero es que estas cruces yo no las puedo regalar, caramba...
fanny. ¿Y para qué quiere usted tanta cruz?
el anciano militar. Las necesito yo, caramba.
fanny. Pues yo quiero que me regale usted una cruz...
el anciano militar. Es imposible, señorita. No tengo inconveniente en regalarle un sombrero, pero una cruz, no. También puedo regalarle un aparato de luz para el comedor...
fanny. Ande usted, tonto. Que tiene una cabeza que parece una mujer bañándose...
el anciano militar. ¡Oh, qué repajolera gracia tiene usted, linda señorita...!
(Como durante todo el diálogo han estado bailando, ahora el anciano militar tropieza con el conejo que tiró el cazador y de un puntapié, lo manda debajo de la cama.)
fanny. ¿Eh? ¿Qué es eso?
el anciano militar. No, nada. ¡El gato!
(Y siguen bailando, hasta desaparecer por la izquierda.)
madame olga. ¡Oh! ¡Yo soy una gran artista! Me he exhibido en todos los circos de todas las ciudades... Junto al viejo oso, junto a la cabra triste, junto a los niños descoyuntados... Great atraction!¡Yo soy una grande artista...!
el guapo muchacho. Sí, señor... Pero ¿por qué no se afeita usted la barba?
madame olga. Mi marido, monsieur Durand, no me lo hubiese consentido nunca... Mi marido era un hombre muy bueno, pero de ideas antiguas... ¡Él no pudo resistir nunca a esas mujeres que se depilan las cejas y se afeitan el