3顶高脚帽 第二幕5
el odioso señor. (Saca de un bolsillo un par de medias, sin liar ni nada, y se las regala.) ¡Seda pura! ¡Tire usted!
paula. No. No hace falta.
el odioso señor. Para que usted vea.
(Las coge y las estira. Tanto, que las medias se parten por la mitad.)
paula. ¡Oh, se han roto!
el odioso señor. No importa. Aquí llevo otro par.
(Tira las rotas al suelo. Saca otro par de un bolsillo y se las regala.)
paula. Muchas gracias.
el odioso señor. No vale la pena...
paula. ¿Entonces, todos los años se va usted a Niza?
el odioso señor. Todos los años, señorita... Allí tengo una finca, y lo paso muy bien viendo ordeñar a las vacas. Tengo cien. ¿A usted le gustan las vacas?
paula. Me gustan más los elefantes.
el odioso señor. Yo, en la India, tengo cuatrocientos... Por cierto que ahora les he puesto trompa y todo. Me he gastado un dineral... (De pronto.) Perdón, señorita; se me olvidaba ofrecerle un ramo de flores.
(Saca del bolsillo interior de la americana un ramo de flores y se lo regala.)
paula. (Aceptándolo.) Encantada.
el odioso señor. No vale la pena... Son de trapo.. Ahora, que el trapo es del mejor...
(Y se acerca a paula.)
paula. ¿Es usted casado?
el odioso señor. Sí. Claro. Todos los señores somos casados. Los caballeros se casan siempre... Por cierto que mañana, precisamente, tengo que asistir a una boda... Se casa la hija de un amigo de mi señora y no tengo más remedio que ir...
paula. ¿Una boda por amor?
el odioso señor. Sí. Creo que los dos están muy enamorados. Yo iré a la boda, pero en seguida me iré a Niza...
paula. ¡Cómo me gustaría a mí también ir a Niza!
el odioso señor. Mi finca de allá es hermosa. Tengo una gran piscina, en la que me doy cinco o seis baños diarios... ¿Usted también se baña con frecuencia, señorita?
paula. (Muy ingenua.) Sí. Pero claro está que no tanto como su tía de usted...
el odioso señor. (Algo desconcertado.) ¡Claro! (Y saca del bolsillo una bolsa de bombones.) ¿Unos bombones, señorita? Para usted la bolsa...
paula. (Aceptándolos.) Muchas gracias.
el odioso señor. Por Dios... ¿Y qué echa usted en el agua del baño?
paula. «Papillons de Printemps». ¡Es un perfume lindo!
el odioso señor. Yo echo focas. Estoy tan acostumbrado a bañarme en Noruega, que no puedo habituarme a estar en el agua sin tener un par de focas junto a mí. (Fijándose en paula, que no come bombones.) Pero ¿no toma usted bombones? (Saca un bocadillo del bolsillo.) ¿Quiere usted este bocadillo de jamón?
paula. No tengo apetito.
el odioso señor. (Sacando otro bocadillo de otro bolsillo.) ¿Es que lo prefiere de caviar?
paula. No. De verdad. No quiero nada.
el odioso señor. (Volviendo a guardárselos.) Es una lástima. En fin, señorita... Acercándose más a ella.) ¿Me permite que le dé un beso? Después de esta conversación tan agradable, se ve que hemos nacido el uno para el otro...
paula. (Desviándose.) No.
el odioso señor. (Extrañado.) ¿Aún no? (Y entonces de otro bolsillo, saca una carraca.) Con su permiso, me voy a tomar la libertad de regalarle esto. No vale nada, pero es entretenido...
PAULA. (Cogiendo la carraca y dejándola sobre el sofá.) Muchas gracias.
el odioso señor. Y ahora, ¿la puedo dar un beso?
paula. No.
el odioso señor. Pues lo siento mucho, pero no tengo más regalos en los bolsillos... Ahora que, si quiere usted, puedo ir a mi casa por más...
paula. (Fingiendo mucha melancolía.) No. No se moleste.
el odioso señor. Parece que está usted triste... ¿Qué le pasa a usted?
paula. Sí. Estoy triste. Estoy horriblemente triste...
el odioso señor. ¿Acaso he cometido alguna incorrección, señorita?
paula. No. Estoy muy triste porque me pasa una cosa tremenda... ¡Soy muy desgraciada!
el odioso señor. Todo tiene arreglo en la vida, nenita...
paula. No. Esto no tiene arreglo. ¡No puede tener arreglo!
el odioso señor. ¿Es que se le han roto a usted algunos zapatos?
paula. Me ha pasado otra cosa más terrible. ¡Soy muy desgraciada!
el odioso señor. Vamos, señorita. Cuénteme lo que le sucede...
paula. Figúrese usted que nosotros hemos llegado aquí esta tarde, de viaje... Y yo llevaba una cartera y dentro llevaba unos cuantos ahorros... Unos cuantos billetes... Y ha debido ser en el tren... Sin duda, mientras dormía... El caso es que, al despertar, no encontré la cartera por ninguna parte... Figúrese usted mi