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当前位置: 首页 » 西班牙语阅读 » 阿加莎·克里斯蒂作品集 » Asesinato en Mesopotamia 古墓之谜 » 正文

Capítulo XXVIII El término del viaje(3)

时间:2023-10-13来源:互联网  进入西班牙语论坛
核心提示:Otra cosa que queda explicada es el extrao estado de tensin que se notaba este ao entre los componentes de la expedicin.
(单词翻译:双击或拖选)

»Otra cosa que queda explicada es el extraño estado de tensión que se notaba este año entre los componentes de la expedición. No creí que aquello pudiera atribuirse exclusivamente a la señora Leidner. Durante muchos años había reinado el compañerismo y la alegría en esta expedición. Opino que el estado anímico de una comunidad siempre se ajusta a la Influencia del hombre que la dirige. Debido a su tacto, a su juicio y a su forma de manejar a los seres humanos, el doctor Leidner había conseguido que el ambiente fuera siempre grato.

»De producirse un cambio, pues, debía ser a causa del hombre que dirigía la expedición; es decir, del doctor Leidner. Era él y no la señora Leidner, el responsable de la tensión y la intranquilidad. No es extraño que los demás, sin comprenderlo, notaran el cambio. Aunque en el aspecto externo era el mismo, el amable y cordial doctor Leidner no hacía más que representar una farsa. El verdadero Leidner era el fanático obsesionado en cuya mente se fraguaba el crimen.

»Y ahora pasemos al segundo asesinato; el de la señorita Johnson. Mientras ponía en orden los papeles del doctor Leidner, un trabajo que se impuso ella misma en su deseo de hacer algo, debió encontrar el borrador de uno de los anónimos.

»Tuvo que ser algo incomprensible y desconcertante para ella. iEl doctor Leidner había atemorizado a su mujer con toda deliberación! No podía comprenderlo... y aquello la trastornó. Fue entonces cuando la enfermera Leatheran la encontró llorando desesperadamente.

»No creo que entonces sospechara que el doctor Leidner era el asesino, pero mis experiencias con los gritos en las habitaciones de la señora Leidner y del padre Lavigny no le pasaron por alto. Se dio cuenta de que si el grito que oyó fue lanzado por la señora Leidner, la ventana debió de estar abierta, no cerrada. De momento, aquello no tenía significado alguno para ella, pero lo recordó.

»Su mente siguió trabajando; avanzando hacia la verdad. Tal vez se refirió a los anónimos de una forma bastante clara ante el doctor Leidner, éste comprendió que ella sabía la verdad respecto a ellos. La señorita Johnson pudo ver entonces que las maneras de él cambiaban; que no hablaba, que se asustaba.

»Pero el doctor Leidner, según pensó ella, no podía haber asesinado a su mujer. Estuvo en la azotea.

»Pero entonces, una tarde, mientras estaba en la terraza meditando sobre lo ocurrido, se dio cuenta súbitamente de la verdad. La señora Leidner había sido asesinada desde la parte alta, a través de la ventana abierta.

»En aquel momento apareció la enfermera Leatheran.

»Pero al instante, su viejo afecto hacia el doctor Leidner volvió a dominarla y se apresuró a disimular lo que sentía. La enfermera no debía sospechar el terrible descubrimiento que acababa de hacer.

»Miró deliberadamente en dirección opuesta, hacia el patio, e hizo una observación, sugerida por la presencia del padre Lavigny, que en aquel momento se dirigía hacia el portalón.

»Rehusó decir nada más. Tenía que recapacitar sobre ello.

»Y el doctor Leidner, que la estaba vigilando estrechamente, quedó convencido de que ella sabía quién era el asesino. No era mujer capaz de disimular ante él su horror y su angustia.

»Hasta entonces, pensó Leidner, no le había delatado, ¿pero hasta qué extremo podía confiar en ella?

»Asesinar es una costumbre. Aquella noche, el doctor Leidner sustituyó un vaso de agua por uno de ácido. Existía la posibilidad de que se creyera que ella misma se había envenenado. Podía también creerse que fue la autora del primer asesinato y que los remordimientos habían acabado por hacerle llegar a la determinación de suicidarse. Con objeto de reforzar esta última idea, bajó de la azotea la piedra de molino y la puso bajo su cama.

»No es extraño que la pobre señorita Johnson, en la agonía, tratara desesperadamente de hacer saber a los demás la información que había conseguido a costa de su propia vida. "Por la ventana", así es como fue asesinada la señora Leidner; no era por la puerta... "por la ventana"

»Y con ello, todo se explica; todo encaja en su lugar... todo es psicológicamente perfecto.

»Pero no tengo pruebas... ni una sola prueba...

Ninguno de nosotros habló. Estábamos sumergidos en un océano de horror. De horror y de lástima, a la vez.

El doctor Leidner seguía callado, sin hacer ningún movimiento. Estabasentado en la misma posición que adoptó desde el principio. Parecía un hombre envejecido, arruinado, destrozado...

Por fin se movió ligeramente y miró a Poirot con ojos de expresión suave y hastiada...

—No —dijo—. No hay ninguna prueba. Pero no importa. Usted sabe que no voy a negar la verdad... Nunca lo hice... Creo que, realmente, me alegro de que esto haya acabado... Estoy tan cansado...

Y luego añadió simplemente:

—Lo siento por Anne. Fue una acción perversa... disparatada... iNo fui yo! La pobre sufrió mucho antes de morir. Sí; no fui yo... me obligó a ello el miedo que sentía...

Una sonrisa asomó a sus labios crispados por el dolor.

—Hubiera sido usted un buen arqueólogo, monsieur Poirot. Posee el don de saber reconstruir el pasado.

—Eso es lo que tuve que hacer.

—Amaba a Louise y la maté... De haber conocido usted a Louise, lo hubiera comprendido. Pero no; creo que lo entiende de todas maneras...

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