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当前位置: 首页 » 西班牙语阅读 » 阿加莎·克里斯蒂作品集 » Asesinato en Mesopotamia 古墓之谜 » 正文

Capítulo XXVII En el principio de un viaje(5)

时间:2023-10-13来源:互联网  进入西班牙语论坛
核心提示:Oiga el seor Coleman no estaba dispuesto ahora a que le interrumpieran. Tengo una perfecta explicacin para lo que por fu
(单词翻译:双击或拖选)

—Oiga —el señor Coleman no estaba dispuesto ahora a que le interrumpieran—. Tengo una perfecta explicación para lo que por fuerza he de admitir que parece un poco sospechoso. En realidad, el día anterior me puse en el bolsillo de la americana un precioso sello cilíndrico en lugar de dejarlo en el almacén. Luego me olvidé de él, y cuando me acordé, descubrí que lo había perdido. Se me debió caer del bolsillo. No quería armar ningún lío por ello y, en consecuencia, decidí buscarlo sin llamar la atención. Estabaseguro de que se extravió, o bien al ir hacia las excavaciones, o al volver de allá. Me apresuré a despachar los asuntos de Hassanieh. Envié a un árabe a que me hiciera varias compras y volví hacia aquí tan pronto como pude. Dejé la "rubia" donde no la pudieran ver y estuve buscando durante casi una hora. Pero no pude encontrar ese maldito sello. Entonces subí al coche y me dirigí hacia la casa. Como es lógico, todos creyeron que acababa de regresar de Hassanieh.

—¿Y no trató usted de sacarles de su error? —preguntó Poirot.

—Bueno... era una cosa natural, dadas las circunstancias, ¿no le parece?

—No lo creo yo así —replicó Poirot.

i Oh! Vamos... Tengo por lema el no meterme en líos. Pero no puede usted atribuirme nada. No entré en el patio y no podrá encontrar a nadie que asegure que me vio hacerlo.

—Ésa, desde luego, ha sido la dificultad hasta ahora —dijo el detective El testimonio de los criados de que nadie entró en la casa. Pero se me ha ocurrido, después de reflexionar sobre ello, que no fue eso lo que en realidad dijeron. Ellos juran que ningún extraño entró en la casa. Pero no se les ha preguntado si lo hizo alguno de los componentes de la expedición.

—Bien, pregúnteselo entonces —dijo Coleman—. Estoy dispuesto a apostar lo que sea a que no me vieron ni a mí ni a Carey.

iAh! Pero eso suscita una cuestión interesante. No hay duda de que se hubieran dado cuenta de un extraño... pero ¿hubiera ocurrido lo mismo con uno de los de la expedición? Los miembros de ella estaban entrando y saliendo todo el día. Dificilmente los criados se hubieran fijado en ellos. Es posible, según creo, que tanto el señor Carey como el señor Coleman pudieran entrar, y que los criados no recordaran tal hecho.

—i Tonterías! —dijo el señor Coleman.

Poirot prosiguió calmosamente:

—De los dos, estimo que el señor Carey pasaría más inadvertido. El señor Coleman había salido en coche, por la mañana, hacia Hassanieh, y era de esperar que regresara en él. Si volvía a pie se hubiera notado tal anomalía.

—i Claro que sí! —exclamó Coleman.

Richard Carey levantó la cabeza. Sus ojos, de color azul profundo, miraron a Poirot. El detective hizo una ligera reverencia en su dirección.

—Hasta ahora solamente he hecho que me acompañaran en un viaje... mi viaje hacia la verdad. He dejado bien sentado que todos los de la expedición, Incluso la enfermera Leatheran, pudieron cometer el crimen. El que alguno de ellos no parezca haberlo hecho, es una cuestión secundaria.

»Examiné los medios y las oportunidades. Luego pasé a considerar el motivo. Descubrí que todos y cada uno de ustedes podía tenerlo.

—i Oh, monsieur Poirot! —exclamé—. i Yo no! Soy una extraña. Acabo de llegar.

—Eh bien, ma soeur, ¿y no era eso justamente lo que temía la señora Leidner? ¿Un extraño?

—Pero... pero... el doctor Reilly sabía quién era yo. Fue él quien me sugirió que viniera.

—¿Hasta qué punto sabe él quién es usted? Lo que sabe se lo contó usted misma. Ya ha habido antes de ahora impostoras que se han hecho pasar por enfermeras.

—Puede escribir al hospital de San Cristóbal... —empecé a decir.

—De momento, hará mejor callándose. Es imposible proseguir si continúa discutiendo. No he querido decir que ahora es cuando he sospechado de usted. Quiero significar que, manteniendo un criterio amplio, puede ser usted fácilmente otra persona que la que pretende. Hay muchos hombres que pueden personificar muy bien a una mujer. El joven William pudo ser uno de ellos.

Estuve a punto de replicar adecuadamente. iDe manera que yo era un hombre disfrazado de mujer! Pero Poirot levantó la voz y prosiguió apresuradamente, con tal aire de determinación, que lo pensé mejor y me callé.

—Voy a ser ahora brutalmente franco. Es necesario. Voy a exponer crudamente la estructura interna de lo que aquí ocurría.

»Analicé a cada uno de los que viven en esta casa. Respecto al doctor Leidner, pronto me convencí de que el amor que sentía por su esposa era e principal objeto de su vida. Era un hombre roto y destrozado por el dolor moral. A la enfermera Leatheran ya me referí antes. Si era un hombre que se hacía pasar por mujer, podía considerarse como un actor de cualidades asombrosas. Me incliné a creer que era exactamente lo que pretendía ser; es decir, una enfermera muy buena y competente en todos los aspectos.

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