—Sí, señor — musitó Manning.
Poirot se acercó a él con ligereza. La mirada de Manning resbaló sobre él con cierto desprecio.
—Estaba usted ayer tarde plantando un macizo de begonias en la parte sur de la casa, ¿no es
así, Manning?
—Sí, señor; yo y William.
—Y la señora Inglethorp se acercó a la ventana y les llamó, ¿verdad?
—Sí, señor.
—Dígame usted exactamente lo que ocurrió después de acaecer esto.
—No gran cosa, señor. Ella le dijo a William que cogiera la bicicleta y fuera al pueblo a buscar
papel para un testamento, o algo por el estilo, no sé bien; se lo escribió.
—¿Y qué más?
—William fue, señor.
—¿Y qué ocurrió después?
—Continuamos con las begonias, señor.
—¿No les volvió a llamar la señora Inglethorp?
—Sí, señor; nos llamó a los dos, a William y a mí.
—¿Y luego?
—Nos hizo firmar al final de un papel muy largo, debajo de donde ella había firmado.
—¿Vio usted algo de lo que estaba escrito antes de la firma de ella? — preguntó Poirot
vivamente.
—No, señor; había un trozo de secante encima de aquella parte.
—¿Y firmaron ustedes donde les dijo?
—Sí, señor, yo primero y después William.
—¿Qué hizo ella después con el documento?
—Lo metió dentro de un sobre largo y lo guardó en una especie de caja morada que había en el
escritorio.
—¿Qué hora era cuando les llamó a ustedes por primera vez?
—A eso de las cuatro, creo yo, señor.
—¿No sería más temprano? ¿A las tres y media, por ejemplo?
––No, me parece que no, señor. Más bien un poco después de las cuatro no antes.
—Gracias, Manning, está bien — dijo Poirot amablemente.
El jardinero consultó a su amo con la mirada, John asintió y Manning se retiró por la puerta-
ventana, llevándose un dedo a la frente a guisa de saludo y murmurando entre dientes algo
ininteligible. Nos miramos unos a otros.
—¡Cielo santo! —murmuró John—. ¡Qué coincidencia más extraordinaria!
—¿Cómo una coincidencia?
—Que mi madre hubiera hecho el testamento el mismo día de su muerte.
El señor Wells se aclaró la garganta y observó fríamente:
—¿Está usted seguro de que es una coincidencia, Cavendish?
—¿Qué quiere decir?
—Su madre, según me ha dicho, tuvo una violenta disputa con... alguien, ayer tarde.
—¿Qué quiere decir? —volvió a exclamar John.
Había cierto temblor en su voz a la vez que se había puesto muy pálido.
—Como consecuencia de aquella pelea, su madre, súbitamente y a toda prisa, hace un nuevo
testamento. Nunca sabremos el contenido de ese testamento. A nadie habló de sus disposiciones.
Sin duda, esta mañana me hubiera consultado a mí el asunto, pero no tuvo oportunidad. El
testamento desaparece y ella se lleva el secreto a su tumba. Cavendish, me temo que esto no es una
coincidencia. Monsieur Poirot, estoy seguro de que está usted de acuerdo conmigo en que estos
hechos sugieren muchas cosas.